Capítulo 234

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 234: Lehain (5)

Eugene se quedó en su lugar con la boca abierta mientras miraba la figura de Molon que se acercaba. Tenía exactamente la misma apariencia que Eugene había visto hace unos días en el Gran Cañón del Martillo, excepto que no sostenía un hacha. Sin embargo, lo que llevaba Molon no era asunto de Eugene.

—Ese bastar… —

Eugene apenas logró tragar sus palabras antes de que pudieran escapar. En cambio, pronunció sus palabras en su mente: “ese bastardo”. Cuando Eugene se tomó la molestia de ir a verlo, ese tonto le pidió que se fuera sin siquiera compartir una conversación adecuada. Molon había actuado todo solemne y misterioso, como si no pudiera bajar del acantilado por una profunda razón.

“Blandiste tu hacha contra un amigo que ves después de 300 años, con una expresión como si no pudiéramos volver a vernos. Hijo de puta. Deberías haber dicho que vendrías más tarde”

Eugene mantuvo su expresión bajo control mientras calmaba el fuego que ardía en su corazón. Eugene no imaginó que Molon descendería del Gran Cañón del Martillo y llegaría directamente al Fuerte de Lehain. Lo mismo sucedió con Aman, el descendiente de Molon. Que él supiera, el fundador nunca había bajado del Gran Cañón del Martillo después de recluirse repentinamente hace 100 años. Desde entonces, se había hecho una nueva tradición en la cual los descendientes de la familia real tenían que ir al Gran Cañón del Martillo para probar sus calificaciones para asumir el trono, aunque nadie, ni siquiera los de la familia real, sabían por qué el fundador había entrado en reclusión.

—Es de esperarse… — murmuró Aman mientras miraba a su alrededor. Su mirada se centró en Eugene y Kristina. Aman no podía pensar en ninguna otra razón más que ellos dos para el repentino descenso de Molon de la montaña.

—Molon Ruhr— murmuró Gavid. Su corazón ansioso se reflejó en la Niebla Negra, ya que de repente tembló y se retorció. Los caballeros demoníacos llevaron sus manos a las empuñaduras de sus espadas en la niebla en preparación para una posible batalla. Gavid inmediatamente levantó la mano y los disuadió.

—¿Así que estabas vivo? — preguntó Gavid.

—Cómo puedes ver, lo estoy— respondió Molon.

—Una reunión después de 300 años. Aunque estoy seguro de que hemos tenido muchas oportunidades de vernos antes, ninguno de nosotros quería una reunión— continuó Gavid.

—Obviamente. Gavid Lindman. Te he odiado desde hace 300 años. ¿No me digas que no compartes el mismo sentimiento? — dijo Molon.

—En lugar de clasificarlo como agradar u odiar, diría que es más un sentimiento reacio. Después de todo, sin duda eras mi enemigo— respondió Gavid.

—Me alegro de que no te agrade, ya que todavía te odio— replicó Molon.

—Entonces, ¿por qué les ordenaste que abrieran la puerta? Si me odias, no deberías tener una razón para dejarme entrar— preguntó Gavid.

—Porque no creo que simplemente te vayas— respondió Molon. Molon dejó de caminar, luego miró a Gavid y a la Niebla Negra detrás de él —Si no abro la puerta de la fortaleza, ¿regresarás en silencio? ¿Puedes jurar que no esparcirás esa niebla siniestra para traer una noche terrible en el campo nevado? —

—El único que puede hacerme declarar un juramento es Su Majestad el Rey Demonio— dijo Gavid.

—Ya me lo imaginaba. Así que no retrocederás— dijo Molon.

—¿Tal vez piensas que lanzaré una emboscada en la noche? Molon Ruhr, no me gustan esas acciones perversas— dijo Gavid.

—Tal vez sí, tal vez no. Dijiste que no hiciste un juramento, así que no puedo confiar en tus palabras— respondió Molon.

—Es difícil para mí entender tus palabras. Estás diciendo que no confías en mí, pero estás dispuesto a permitir que yo y la Niebla Negra entremos en la fortaleza. ¿Por qué? — preguntó Gavid.

—El campo nevado es inmenso— dijo Molon mientras abría los brazos —Si te escondes en el vasto campo nevado y tramas cosas sucias y cobardes, no hay forma de que yo pueda ver a través de eso. De esa forma mancharás lo blanco del campo nevado. Pero si te dejo entrar a la fortaleza, puedo vigilarte, y no solo yo. Todos los demás en la fortaleza mantendrán sus ojos en ti—

—Yo, escondiéndome… tramando planes sucios y cobardes. ¡Jaja! Qué cosa tan graciosa pero desagradable dices— dijo Gavid con una mueca. Gavid se enorgullece de ser llamado la “Espada del Encarcelamiento” y ha cumplido estrictamente con su caballerosidad durante más de 300 años. Independientemente de cómo lo consideran sus enemigos, Gavid se consideraba a sí mismo como el único caballero del Rey Demonio del Encarcelamiento.

—Si alguien más hubiera dicho esas palabras, no habría contenido mi ira. Molon Ruhr, ya que eres tú… lo dejaré pasar. Estoy seguro de que los humanos y los demonios tienen diferentes definiciones para las tácticas “sucias y cobardes” — dijo Gavid.

—Frecuentemente tramaste cosas sucias y cobardes desde hace 300 años. La Niebla Negra se extendió por Pandemónium atrapando a los guerreros que descansaban y les tendiste una emboscada. Emboscaste a Hamel y Sienna, que estaban de reconocimiento. Aunque tenías las habilidades y el poder, solo te sentaste a esperar en lo alto del castillo del Rey Demonio mientras ordenabas a tus lacayos— dijo Molon con una mirada fulminante.

Gavid no pudo hacer nada más que parpadear confundido después de escuchar las palabras de Molon. ¿Qué había de sucio y cobarde en eso?

Después de un rato, dio una respuesta —Hubo un número considerable de tropas que llegaron hasta Pandemónium hace 300 años. El Ejército del Encarcelamiento era fuerte, pero éramos mucho menos que los humanos. Para que un pequeño número de tropas de élite se enfrente efectivamente a un gran ejército, las emboscadas fueron la elección correcta—

—No se luchó abierta y directamente— respondió Molon.

—Solo me encontré con Hamel y Sienna por coincidencia. Así como ellos estaban haciendo reconocimiento, yo estaba haciendo lo mismo— continuó Gavid.

—Ya sé eso—

Las cejas de Gavid se retorcieron con molestia ante la respuesta de Molon. Gavid continuó mientras sentía crecer su frustración —¿Poner a mis subordinados al frente… del castillo? Qué cosa más desconcertante señalas. Es mi papel proteger a Su Majestad el Rey Demonio del Encarcelamiento bajo cualquier circunstancia. Cuando irrumpieron en Babel, yo… puede que sea problemático para mí decir esto en esta era de paz, pero quería ser el primero en detenerlos. Quería matarlos a todos, pero no pude—

—¿Por qué no? — preguntó Molon.

—Porque sabía lo fuertes que eran todos ustedes. Lo admito, en el calor del momento, salí corriendo para encontrarlos primero, y si moría en la lucha, ¿quién habría protegido a Su Majestad el Rey Demonio? — preguntó Gavid.

—Entonces, ¿también es debido a la lealtad que te escapaste al final? — preguntó Molon.

El rostro de Gavid se quedó sin expresión ante la pregunta de Molon. Gavid miró a Molon con su rostro pálido y sin sangre.

—Me estás recordando un pasado vergonzoso— dijo Gavid.

—Es cierto que te escapaste. Tú que bloqueabas la puerta del palacio, estabas destinado a perder la cabeza por la espada de Vermut— dijo Molon.

—Fue la voluntad de Su Majestad. Me ordenó esconderme sin seguir bloqueándolos. Mi misericordioso y generoso señor priorizó la preservación de la vida de un caballero que luchó hasta el final por su fe— continuó Gavid.

—Eso no cambia el hecho de que te escapaste. Tuviste suerte. Si… si Hamel hubiera estado allí, nunca habrías tenido la oportunidad de escapar— dijo Molon.

—Molon Ruhr. Esta conversación no tiene sentido, a menos que tu intención sea hacerme enojar— dijo Gavid.

—¿Vas a pelear conmigo? — preguntó Molon.

—Te lo advierto porque no tengo intención de pelear— respondió Gavid.

—Tampoco tengo la intención de pelear contigo, siempre y cuando te mantengas alejado de tramar cosas sucias y cobardes— Molon se burló mientras señalaba la puerta cerrada —Gavid Lindman. No sé qué estás tramando, pero si quieres entablar una amistad con los Héroes de esta generación, prueba tus palabras con tus acciones—

—No planeo nada vergonzoso— dijo Gavid mientras levantaba la mano. La niebla que se avecinaba se dispersó y los caballeros demoníacos fueron revelados —Y no hay mentira en lo que dije. Yo… estoy bastante interesado en los Héroes de esta era. En particular, estoy interesado en Eugene Lionheart, el descendiente de Vermut elegido por la Espada Sagrada, así como en Kristina Rogeris, la Santa que se parece a Anise—

—También estoy interesado en esos dos— dijo Molon.

—¿Qué piensas de ellos? Molon Ruhr, todavía tengo que hablarles, pero… — Gavid levantó la cabeza y miró directamente a Eugene y Kristina antes de continuar —Puedo sentir a Vermut en Eugene Lionheart y a Anise en Kristina Rogeris—

—Es de mal gusto que digas sus nombres cuando no eras amigo de ellos. Además, Vermut era más guapo que Eugene Lionheart y Anise era mejor guerrera que Kristina Rogeris— replicó Molon.

Eugene no supo cómo reaccionar ante el comentario de Molon. Efectivamente, era cierto que Vermut había sido guapo. Sin embargo, hablando objetivamente, ¿no era la cara de Eugene más hermosa si la comparamos con Vermut?

“Hermana, ¿qué quiere decir con ser mejor guerrera?”, preguntó Kristina.

[Molon debe estar refiriéndose a abrir las cabezas de los demonios con una maza cuando habla de ser mejor guerrera. No hay necesidad de que tomes en serio las palabras de ese idiota]

Pum, pum.

Molon siguió caminando hacia el castillo, luego se detuvo al llegar al frente de la puerta.

—Gavid Lindman. Déjame decirte una cosa. Si quieres hablar con Eugene Lionheart y Kristina Rogeris buscando entablar una amistad con ellos, primero tendrás que pedirme permiso— dijo Molon.

—¿Es tu deseo cuidar y proteger a los descendientes de tus viejos amigos? — preguntó Gavid.

—No me gusta lo que estás diciendo. ¿Protegerlos? ¿De qué? ¿De ti? Entonces eso significa… —

Crack.

Molon apretó el puño, nada más. Pero para Gavid, Molon era actualmente más grande que la puerta, la fortaleza e incluso la Montaña Nevada Lehainjar en la distancia. Realmente había pasado mucho tiempo desde que sintió una presión tan intensa.

“Ni siquiera se sentía como un ser humano en ese entonces. ¿Es esto… lo qué sucede cuando una existencia así vive durante 300 años?”, pensó Gavid mientras sentía que su piel se adormecía.

—¿Eso significa que planeas dañar a Eugene Lionheart y Kristina Rogeris? — preguntó Molon. En el instante en que Molon hizo la pregunta, se veía aún más grande que antes en los ojos de Gavid.

Gavid es un hombre maravillosamente disciplinado y con un poder refinado. Después de mirar a Molon en silencio por un momento, Gavid negó con la cabeza.

—No—

Gavid no tenía intención de hacerles daño. Gavid quería que los humanos iniciaran la guerra. Era algo contrario a la voluntad de su gran señor, pero si una guerra era inevitable, entonces el Rey Demonio del Encarcelamiento ya no estaría en condiciones de mostrar misericordia al continente. El Héroe y la Santa tendrían que estar al frente de la guerra, y sus propias existencias serían la causa de la guerra. Gavid no tenía intención de lastimarlos. Simplemente quería medir a sus futuros enemigos, y su corazón era inequívocamente sincero. Además, realmente quería acercarse y formar una amistad con los Héroes de la era actual. Era realmente cierto, aunque era para conocer a aquellos a quienes disfrutaría asesinar algún día.

—No tengo tales pensamientos. Yo solo… quiero entablar una amistad con ellos. Y si no quieren algo así, estaré satisfecho viéndolos desde la distancia— dijo Gavid mientras retrocedía unos pasos. Luego, levantó la mano y arregló su atuendo.

Ni siquiera una pequeña arruga se podía ver en su uniforme negro. No había ni un solo copo de nieve ni una mota de polvo. Aun así, Gavid sacudió con calma la parte superior de su uniforme y verificó que sus botones estuvieran bien abrochados. Después de hacerlo, Gavid inclinó cortésmente la cabeza.

—Por favor, ¿abrirías la puerta del fuerte? —

Molon lo miró por un momento antes de asentir. La intensa presión que había estado emitiendo había desaparecido por completo. Girando hacia la fortaleza, Molon señaló la puerta.

—¡L-la puerta! — Aman gritó después de reaccionar tardíamente. Luego, sin esperar a que los guardias actuaran, saltó personalmente de la muralla.

Aman no se había atrevido a intervenir en la conversación de abajo, una conversación entre leyendas vivientes. Pero ahora que la conversación había terminado, Aman no quería que el fundador de Ruhr, el Rey Audaz, tuviera que abrir la puerta con sus propias manos.

—Ha pasado mucho tiempo, Aman— dijo Molon.

—Es un honor que me recuerdes— respondió Aman.

—Recuerdo a todos mis descendientes. No soy tan estúpido como para olvidar el nombre de mi descendiente que me visitó por última vez— dijo Molon con una sonrisa mientras palmeaba el hombro de Aman. Aman era bastante grande, pero de pie junto a Molon, parecía más pequeño de lo que realmente era. Todo por las diferencias de su presencia.

Aman miró a Molon con ojos llenos de admiración antes de hacer una profunda reverencia. Luego abrió la puerta de la fortaleza. La puerta era grande y pesada, pero Aman la empujó para abrirla con tanta facilidad como cualquier puerta normal. Aman no se dirigió directamente hacia adentro, sino que se inclinó una vez más hacia Molon. Los caballeros de Ruhr lucharon por ser los primeros en descender de la muralla de la fortaleza, y los miembros de la Tribu Bayar ya se habían alineado en la calle frente a la puerta.

El Emperador de Kiehl y el Papa de Yuras eran los líderes de los dos Imperios en el continente además de Helmuth. Aunque no se dieron prisa, tampoco se atrevieron a permanecer de pie en la muralla. Descendieron un poco más tarde que los demás y saludaron al héroe que regresaba con sus caballeros. Pronto, innumerables caballeros se alinearon en las calles y dieron paso a Molon.

Así comenzó el recibimiento. Molon devolvió la bienvenida y el saludo de los reyes con una sonrisa, luego se adelantó mientras recibía miradas respetuosas de los caballeros como si fuera natural.

—¿No vamos a entrar? —

Gavid seguía de pie frente a la puerta. Un Caballero de la Niebla Negra que estaba detrás de él preguntó cortésmente, y Gavid negó con la cabeza mientras sonreía.

—Entraremos después de un rato—

Ese recibimiento no estaba destinado a Gavid y la Niebla Negra, y estaba dispuesto a mostrar respeto por tal cosa.


* * *


Eugene no tuvo la oportunidad de hablar con Molon a solas, pero fue algo natural. Es el fundador de Ruhr, y se había recluido hace unos 100 años. Molon había regresado repentinamente cuando muchos lo creían muerto.

Inmediatamente después del recibimiento, Molon se dirigió al castillo donde se alojaban los reyes. Naturalmente, Aman lo acompañó junto con los otros reyes. No era asunto de Eugene lo que hablarían allí, pero… ¿no era bastante obvio? Preguntarían por qué se había recluido, por qué había regresado… y eventualmente, discutirían qué hacer con Gavid Lindman y la Niebla Negra.

Gavid Lindman y la Niebla Negra residían en las afueras cerca de la muralla de la fortaleza. Había espacio para ellos en los edificios dentro de la fortaleza, pero Gavid rechazó la oferta e insistió en usar un espacio vacío en las afueras como campamento.

Aunque Gavid había manifestado explícitamente su interés en Eugene varias veces, no intentó hacer ningún contacto. La única interacción que compartieron fue hacer contacto visual varias veces en el muro de la fortaleza. Gavid probablemente estaba mostrando respeto por la advertencia de Molon.

“Eso es mejor para mí”

Eugene no quería involucrarse apresuradamente con Gavid. Al igual que Noir Giabella, Gavid Lindman es una existencia que Eugene es incapaz de enfrentar en su estado actual. ¿Interés y curiosidad? Probablemente sea cierto. ¿Pero una amistad?

“Eso es pura mierda”

Eugene resopló con desdén mientras caminaba. Kristina, que caminaba a su lado, parecía estar bastante nerviosa. Ella continuó jugueteando con las mangas de su túnica, se arregló el cabello con las manos, respiró hondo y ajustó su expresión.

—¿Estás bien? — preguntó Eugene.

—E-estoy bien. Estoy un poco nerviosa— respondió Kristina. Anise había insistido en no tomar el control del cuerpo de Kristina por ahora. El cuerpo pertenecía a Kristina, y Anise solo estaba ocupando ese espacio, por lo que insistió en que era apropiado que Kristina fuera la primera en enfrentar y saludar a Molon. Fue aún más importante ya que no se le dio la oportunidad en Lehainjar.

—No hay necesidad de estar tan nervioso. Es solo… bueno… es solo un idiota— dijo Eugene.

—Para mí… Um… Él no es el tipo de persona que puedo llamar así— respondió Kristina.

Aunque no tuvieron la oportunidad de hablar con él a solas antes, Molon los invitó. Aman el Rey Bestial vino personalmente a la mansión de los Lionheart y entregó la invitación de Molon.

Por eso, Eugene y Anise caminaban por el pasillo después de subir al último piso de la torre del castillo. Era el mismo pasillo por el que Eugene había caminado ayer. Aman sólo los había acompañado hasta las escaleras de abajo, luego se quedó atrás de acuerdo con el deseo de Molon de hablar con ellos a solas.

Como resultado, no había señales de ninguna otra vida en el pasillo, y aunque era prudente tener siempre cuidado con las palabras, independientemente de dónde estuvieras, como residencia del rey, el piso superior estaba cubierto por un hechizo defensivo de alto nivel. Como tal, no había ninguna razón para que no dijeran lo que pensaban.

—¿No es ese tipo de persona? Lo escuchaste hablar con Gavid Lindman antes, ¿no es así? — preguntó Eugene.

—Estaba lleno de majestuosidad, como corresponde a un gran héroe de hace 300 años— respondió Kristina.

—Pero lo que dijo sigue siendo una estupidez… Tal vez suene un poco más convincente ahora que se ha hecho más viejo— murmuró Eugene mientras miraba hacia adelante. Podía ver la puerta al final del corredor. Después de respirar hondo, Eugene se acercó a la puerta.

“Ese idiota. No podría estar pensando en blandir su hacha de nuevo después de llamarme aquí, ¿verdad?”

No debería ser posible, ¿verdad? Eugene resopló y agarró el pomo de la puerta. Pero antes de que pudiera girar el pomo, la puerta se abrió de golpe, o más bien, se rompió. Con ella, Eugene también fue lanzado por los aires con la mano en el pomo de la puerta.

—¡Hamel! — gritó Molon. Molon miró al frente y parpadeó un par de veces. Molon jadeó olvidando saludarla.

—¿Dónde está Hamel? — preguntó Molon.

—Oye, idiota— Eugene todavía estaba colgando en el aire mientras sostenía el pomo de la puerta. Frunció el ceño con desconcierto y pateó a Molon en el hombro —¿Por qué rompiste la puerta sin…? —

—¡Hamel! — Molon rugió una vez más.

¡Boom!

Eugene cayó al suelo junto con la puerta, Molon estiró los brazos y abrazó con fuerza a Eugene.

—No puedo creer lo que veo. ¡Hamel! ¡No esperaba volver a verte así! —

Era bastante sofocante.

Eugene luchó por su vida enterrado en los rígidos y gigantescos músculos del pecho de Molon.

Capítulo 234

Maldita reencarnación (Novela)