Capitulo 301

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 301: Raizakia (7)


 


Estaba siendo difícil poder ver a su alrededor. Su línea de visión, que había sido erosionada por la oscuridad y la sangre, fue repentinamente iluminada por la luz. Eugene miró el rostro de Sienna sin decir una palabra.


 


“¿Es esto… un sueño?”


 


Eugene no podía entender. Sienna estaba sellada en el Árbol del Mundo y no había forma de que ella viniera aquí a la brecha entre las dimensiones. Eugene no había podido matar a Raizakia. Había empujado al Dragón Negro al borde de la muerte, pero se había quedado sin energía.


 


Entonces, ¿cómo era posible que Sienna estuviera aquí? Ella no estaba herida y su expresión era una que Eugene conocía demasiado bien, una cara que le dificulta discernir si está riendo o llorando. ¿Cómo es que ella estaba aquí, mirándolo?


 


—¿Estás sorprendido? — preguntó Sienna con una brillante sonrisa. Cuando señaló con el dedo hacia él, la luz que la rodeaba se redirigió hacia Eugene.


 


¡Fwoosh!


 


La luz envolvió a Eugene. Era una luz cálida y suave, esa luz penetró profundamente en el cuerpo roto, lleno de cicatrices y moribundo de Eugene. Eugene podía sentir con precisión cómo la luz ingresaba a sus venas, restaurando su sangre, cómo pegaba cada fragmento de hueso y cómo tejía las fibras musculares desgarradas.


 


—Kyajajaja—


 


Una risa repentina resonó en la cabeza de Eugene, o mejor dicho, en todo su ser. Eugene podía ver claramente la luz que iluminaba su vista. La luz que cubría a Eugene no era la luz del poder divino sino la luz de los espíritus más puros. Era la luz del Árbol del Mundo, la misma luz que evitó la muerte de Sienna y la protegió a ella y a los elfos durante cientos de años.


 


Su cuerpo comenzó a sanar y no se limitó solo a las lesiones externas. Sus órganos rotos, incluido su corazón y sus núcleos, que fueron completamente destruidos como resultado de usar Ignición dos veces seguidas, fueron restaurados por la luz del Árbol del Mundo.


 


Eugene ya no podía saborear la muerte en su boca y ya no estaba en el límite entre la vida y la muerte. La desesperación ya había desaparecido, la oscuridad y la sangre que llenaban su vista fueron completamente disipadas por la luz.


 


—¿Qué está sucediendo? — tartamudeó Eugene. Aunque su cuerpo fue sanado, todavía no podía entender lo que estaba pasando. Sienna secó las lágrimas de las comisuras de los ojos y pasó junto a Eugene con un paso enérgico.


 


—¿No puedes sentirlo? — preguntó Sienna.


 


Eugene pudo ver a Raizakia detrás del velo de luz, incapaz de seguir avanzando. Estaba intentando atravesar la luz mientras su rostro se llenaba de incredulidad, pero no pudo avanzar ni un paso más. Su camino fue bloqueado por los espíritus del Árbol del Mundo, así como por la magia de Sienna.


 


—Soy yo, Hamel. Sienna Merdein— Su voz tembló muy levemente. Ella siguió adelante después de pasar a Eugene y se detuvo justo en frente de Mer. El familiar estaba en el suelo, en un estado miserable.


 


Su pequeño y frágil cuerpo había sido roto por el Terror al Dragón de Raizakia y la magia que usó para romperla intencionalmente. Sienna se agachó y abrazó la pequeña figura de Mer.


 


—Afortunadamente, no llegue demasiado tarde— murmuró Sienna mientras restauraba en silencio la magia de Mer, imbuyendo maná en la indefensa familiar.


 


—¿Lady… Sienna…? — Mer todavía estaba consciente. Aunque no podía moverse correctamente y no podía hablar bien, ella abrió los ojos y vio un milagro.


 


Sienna sonrió en respuesta y le acarició la mejilla —Trabajaste duro—


 


—Lady Sienna… ¡Lady Sienna…! —


 


—Sí, sí—


 


Mer hundió la cara en el pecho de Sienna y lloró. Sienna se levantó y volvió junto a Eugene, sosteniendo a Mer en sus brazos. La visión totalmente recuperada de Eugene le permitió ver a Sienna con claridad y precisión. Fue… verdaderamente un milagro. Su existencia en este lugar no podía llamarse otra cosa que un milagro.


 


La Sienna actual no poseía un cuerpo. La Sienna frente a él era una existencia espiritual creada por su alma y la luz del Árbol del Mundo.


 


—Fue el destino creado a partir de las condiciones correctas— explicó Sienna —Raizakia conectó este espacio con el bosque en el que reside el Árbol del Mundo, creando un camino. Y ahora mismo, Hamel, estás aquí con Akasha—


 


El collar que lleva Eugene era una reliquia de su vida anterior y contenía la memoria mágica de Sienna. Además, Akasha es un artefacto que fue originalmente creado para que lo usara Sienna.


 


—Fui yo quien te encontró de nuevo, Hamel. Hamel, tú… lo hiciste por mí. Tú, estúpido, tonto. Fue porque estabas corriendo salvajemente sin pensar en tu vida y empujando a ese lagarto tonto contra la esquina. Y es porque estabas a punto de morir de nuevo— dijo Sienna.


 


Ella extendió su mano lentamente y ayudó a Eugene a ponerse de pie. Eugene se tambaleó y luego miró a Sienna. Sienna respiró hondo, luego levantó el puño y lo golpeó suavemente contra el pecho de Eugene.


 


—No podía simplemente mirar. Es por eso que yo, Lady Sienna, vine aquí para salvarte, y fue justo a tiempo— continuó Sienna. Técnicamente hablando, la luz que rescató a Eugene no fue el poder de Sienna sino el poder del Árbol del Mundo.


 


Pero, ¿era eso realmente importante? Fue el alma de Sienna la que trajo la luz del árbol del Mundo a esta oscuridad, y solo fue posible porque Sienna anhelaba salvar a Eugene. Pensando así, Sienna sonrió confiadamente. Luego, ella giró la cabeza hacia un lado.


 


Raizakia, el Dragón Demoníaco, su adversario de siglos, la miraba con los ojos inyectados en sangre mientras gritaba algo. Su Aliento y Poder Oscuro estaban causando que la luz que separaba los dos lados temblara.


 


—Aquí está demasiado oscuro para que celebremos nuestra reunión— se quejó Sienna, luego levantó un poco a Mer, que todavía estaba enterrada en sus brazos.


 


—Mer, no estoy lo suficientemente completa como para pelear mientras te sostengo, así que… —


 


Muack.


 


Ella le dio un ligero beso en la mejilla a Mer antes de continuar —Ve con Hamel—


 


—S-sí— Mer apenas logró juntar sus mandíbulas, luego se metió dentro de la capa de Eugene. Sienna se acomodó el sombrero, luego se giró y miró a Raizakia.


 


—Ejem— con una pequeña tos, ella se acercó a Eugene.


 


—¿Qué sucede…? — preguntó Eugene.


 


—¡Akasha! — respondió ella. Sienna todavía estaba inestable en su forma actual. Su cuerpo seguía sellado en el Árbol del Mundo y la mayor parte de su maná estaba contenido dentro de él. Aunque se había manifestado en este lugar por un milagro, ya había consumido la mayor parte de su poder para bloquear el avance de Raizakia y curar a Eugene.


 


Sin embargo, si pudiera usar a Akasha, todavía podría pelear, incluso en su forma incompleta. Reconociendo esto, Eugene le entregó Akasha a Sienna.


 


—Ha pasado mucho tiempo— murmuró Sienna con una brillante sonrisa. Sus palabras iban dirigidas a Akasha, al que había tocado por primera vez en cientos de años, y a su amigo, con quien luchaba por primera vez en siglos.


 


—¿Cómo está tu cuerpo? ¿Puedes moverte? — preguntó Sienna.


 


—Está mucho mejor que antes, pero, siendo honesto, no se está moviendo muy bien— respondió Eugene. Lo habían rescatado del borde de la muerte. Su corazón había sido reparado, sus miembros rotos arreglados y sus órganos restaurados. Sin embargo, incluso después de esa milagrosa recuperación, su cuerpo no se movió tan bien como esperaba.


 


—Pero se mueve, ¿verdad? Es suficiente por ahora. Ah, y solo voy a decir esto una vez, pero no uses Ignición. Si lo haces, me aseguraré de dar prioridad a golpearte— dijo Sienna.


 


—¿Crees que lo usé porque quería? Lo usé porque no tenía otra opción— replicó Eugene.


 


—Es por eso que te digo que no lo uses a partir de ahora— dijo Sienna, levantando a Akasha frente a ella.


 


¡Creak!


 


El Aliento de Raizakia penetró la luz que separaba el espacio. Pero la luz dispersa se reunió frente a Akasha según la voluntad de Sienna, formando un escudo mágico y bloqueando el Aliento.


 


—Estoy a tu lado, Hamel—


 


Él ya no estaba solo. En este momento, estaba al lado de Sienna Merdein, el único mago capaz de luchar contra un Dragón o un Rey Demonio. Sienna sonrió, mostrando sus dientes blancos y Eugene soltó una risa hueca en respuesta.


 


—Ni siquiera estás en buena forma— dijo Eugene. Eugene podía sentir la punta de sus dedos temblando. Sin embargo, podría disipar tales cosas apretando ligeramente su agarre. Una vez más, Eugene tomó la Espada de Luz Lunar y la Espada Sagrada en cada mano.


 


Con su mente aclarándose, una vez más pudo pensar con claridad y recordar algo de su memoria borrosa. Recordó cómo Raimirea, la Princesa Dragón, había elegido salirse de la capa, con lágrimas en los ojos, y se interpuso en el camino de Raizakia.


 


—Y… si e-esta Dama es tragada por algo… —


 


—Entonces te sacaré de las fauces de ese “algo” —


 


Era una conversación que habían compartido solo unos días antes. Incluso hasta ese momento, Raimirea se había negado a admitir que ese “algo” era Raizakia. Sin embargo, estaba claro que Raimirea había tenido una corazonada. Ella sabía que sus pesadillas presagiaban un futuro definido, así como la fuente de sus pesadillas.


 


La joya roja incrustada en su frente le habría mostrado un vistazo de los pensamientos de Raizakia, grabando en su mente y cuerpo cómo Raizakia la usaría. Aun así, Raimirea había salido voluntariamente de la capa, interponiéndose entre su padre y Eugene. Ella se había negado a dejar morir a Eugene y Mer.


 


[Ella… todavía está viva, Sir Eugene], dijo Mer.


 


—Lo sé— respondió Eugene.


 


Raizakia había criado a Raimirea solo para usarla. Él planeaba hacerla poner huevos continuamente después de dejarla crecer lo suficiente. Como tal, Raizakia se la había tragado entera en lugar de masticarla. Raimirea todavía estaba viva dentro del estómago de Raizakia.


 


—Esa fue una promesa— dijo Eugene, mirando a Raizakia.


 


Todo había terminado. Las aterradoras llamas de Hamel habían muerto y su cuerpo había encontrado el destino legítimo de un ser humano insignificante.


 


Raizakia podría haberlo terminado del todo si hubiera dado un paso más hacia adelante. Desafortunadamente, no había dado ese paso.


 


Raizakia priorizó tragarse a su hija, por quien no sentía ni una pizca de calidez.


 


Priorizó destruir al insignificante familiar, una existencia incluso inferior a la de los humanos, que se atrevió a interponerse en su camino.


 


—¡Sienna Merdein! — Raizakia rugió con ira. A Sienna se le había dado la oportunidad de materializarse debido a la demora de Raizakia —¿Estás intentando desatar tu magia ante un dragón? ¿¡En tu forma incompleta…!? —


 


Él podía ver claramente que la existencia de Sienna estaba incompleta. El poder del Árbol del Mundo le permitía materializarse en este lugar, pero ¿qué podía hacer con ese poder imperfecto? No había nada que pudiera hacer. No debería haber nada que pudiera hacer.


 


Raizakia levantó la mano mientras rechinaba los dientes —No deberías haber venido a este lugar. No deberías haber mostrado tu ser incompleto ante mí. ¿De verdad te atreves a pensar que puedes detenerme en tu estado actual? No puedes. ¡Es imposible! —


 


Esto fue algo normal para Raizakia. Las heridas de Hamel se habían recuperado, pero ya no podría luchar como antes. Raizakia vio que el maná de Hamel no fluía como antes. En su estado actual, le sería imposible forzar el maná en su corazón y en su núcleo.


 


De hecho, el no dar ese paso no hizo ninguna diferencia. Simplemente se había retrasado. Raizakia aún no se había quedado sin fuerzas.


 


El Corazón del Lord de los Dragones que consumió hace tres siglos lo había recompensado con más Poder Oscuro. Además, si fuera necesario, podría utilizar a su hija para obtener poder.


 


—Debes estar asustado, ¿verdad? — susurró Sienna —Mi existencia debe ser una pesadilla para ti—


 


—¡No te creas demasiado, humana…! — gruñó Raizakia.


 


—Tengo derecho a actuar con arrogancia frente a ti, ¿no? Yo fui quien te aprisionó en esta oscuridad total. Raizakia, no eres un dragón. Solo eres un bastardo cobarde. Intentaste matarme y robarme a Akasha cuando estaba mortalmente herida— replicó Sienna.


 


Incluso Eugene no había podido usar a Akasha hasta que Sienna le concedió la propiedad. Sin embargo, Sienna podía usar a Akasha incluso después de darle la propiedad a Eugene porque Akasha es un bastón creado exclusivamente para ella.


 


Raizakia había codiciado a Akasha. Había deseado matar a Sienna para tomar a Akasha como propio.


 


—No puedes tolerar mi existencia— dijo Sienna con una sonrisa burlona —Akasha no era lo único que te obsesionaba. Estabas obsesionado conmigo. Yo, una humana, soy mejor con la magia que tú. No pudiste tolerar mi existencia, por eso viniste a matarme en mi momento más débil, ¿verdad? —


 


Cuando Sienna llegó al Bosque de Samar, no estaba en posesión de Akasha. En ese momento, Akasha había sido consagrado en Akron. Aun así, Raizakia buscó a Sienna y llegó al territorio de los elfos para matarla.


 


Sienna sonrió y movió el dedo —Raizakia, ¿sabes lo que pensé cuando descubrí más sobre ti? Eres un cobarde. Un cobarde que no quería morir, un cobarde que le tuvo tanto miedo al Rey Demonio que traicionó a los dragones. Un cobarde que es complaciente con ser un Duque, un cobarde que tiene demasiado miedo de desafiar al Rey Demonio incluso después de haber sido corrompido para ser una gran existencia—


 


Una luz apareció de su dedo que se retorcía. Una tormenta de maná comenzó a formarse alrededor de su forma etérea. Era el Agujero Eterno, el epítome de la Fórmula Mágica de los Círculos. El maná que salió de Akasha formó una trayectoria infinita en el Agujero Eterno.


 


—Lo admito, Raizakia. Puedes matarme en cualquier momento. Tú tienes el poder. Aun así, no puedes superarme cuando se trata de magia. Viniste a por mí porque sabías esto, ¿verdad? Por eso te llamo cobarde— dijo Sienna.


 


Era un comentario que no valía la pena refutar. Sin embargo, llegó a lo profundo de su corazón.


 


Raizakia tembló de ira y humillación. Observó la trayectoria infinita del torbellino en el pecho de Sienna. Él había oído hablar del Agujero Eterno. Después de la guerra, se dice que Sienna se instaló en Aroth, inventando la fórmula mágica de los círculos para desarrollar en gran medida la magia humana. El epítome de la magia que desarrolló después de estudiar durante unas décadas… fue eso.


 


Él no lo admitiría. Raizakia intentó ver a través y comprender el Agujero Eterno, pero incluso él, un dragón, no pudo comprender la trayectoria infinita formada en su interior.


 


“¡Grrr!” Raizakia pateó el suelo con un rugido. Si él no podía entenderlo, lo destruiría. No habría necesidad de comprenderlo una vez que destruyera todos los rastros.


 


—Debo haber dado en el punto para que te enfades tanto— Sienna se rió antes de mirar hacia Eugene. Eugene imitó su sonrisa mientras levantaba la Espada Sagrada y la Espada de Luz Lunar.


 


—Vamos, Hamel—


 


Un torbellino de magia apareció alrededor de Sienna. 


 

Capitulo 301

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