Capítulo 324: Regreso (3)

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 324: Regreso (3)


 


 


 


El Imperio Kiehl.


 


 


 


La Mansión Lionheart estaba llena de actividad desde muy temprano, gracias a las noticias que llegaron el día anterior de Aroth. Su hijo, Eugene Lionheart, finalmente regresaba hoy después de estar fuera de la propiedad durante varios meses. Su pasión por los viajes no es nada inusual, lo que significa que sus salidas y llegadas repentinas por lo general son recibidas con poca preocupación… pero esta vez fue diferente. Cyan había regresado una semana antes y les había informado sobre la situación según lo solicitado por Eugene.


 


 


 


En Samar, Eugene había participado en una guerra entre las tribus indígenas dentro del vasto bosque. Durante ese conflicto, Edmond Codreth, quien fue considerado el mejor mago negro de su tiempo y el Bastón del Encarcelamiento, cayó ante Eugene.


 


 


 


Además, el Dragón Demoníaco Raizakia, un Duque de Helmuth, también terminó encontrado su fin a manos de Eugene.


 


 


 


Los ojos de Ancilla se pusieron en blanco por la sorpresa, Gilead se derrumbó incrédulo al escuchar la noticia. “¿Una guerra? ¿Edmond Codreth? ¿Raizakia?” Esas no eran cosas propias de un joven de sólo 21 años. Desafortunadamente, las sorpresas no terminaron ahí.


 


 


 


La Sabia Sienna había regresado a Aroth.


 


 


 


—¿No deberíamos haber ido a su encuentro? — preguntó Gion, el Capitán de la Tercera División de los Caballeros del León Negro. Gion se mordía las uñas con ansiedad. Debajo de la ondeante bandera de los Lionheart, el Patriarca Gilead, estaba de pie con su uniforme. A su lado, su esposa Ancilla, estaba bien vestida y tratando desesperadamente de refrescar su sudor frío con un abanico.


 


 


 


—Él nos pidió que esperemos en la mansión y que no saliéramos a recibirlo— respondió Gilead. El regreso de Sienna a Aroth y el posterior anuncio de Eugene como su sucesor había ocurrido hace una semana. Posteriormente, la noticia se extendió por todo el continente en menos de medio día.


 


 


 


Gilead quería ir a Aroth tan pronto como escuchó la noticia, ya que eso parecía lo correcto. La Familia Lionheart es descendiente del Gran Vermut, y el regreso de la Sabia Sienna, una figura legendaria, es motivo suficiente para que Gilead le presentara sus respetos. Pero justo cuando estaba a punto de partir, llegó una carta de Eugene desde Aroth. El mensaje era detallado, pero podría resumirse de la siguiente manera: Eugene entendió cuán sorprendido podría estar, pero le pidió a Gilead que no se apresurara a ir a Aroth y que esperara en la Mansión Lionheart.


 


 


 


[En unos días, regresaremos juntos a la Mansión Lionheart. ¿No sería mejor organizar un evento dentro de la mansión familiar en ese momento?]


 


 


 


Gilead estuvo de acuerdo en que esa parecía una mejor idea. Prepararse a toda prisa e ir a Aroth para un saludo formal apresurado parecía menos adecuado que prepararse formalmente para recibir a Lady Sienna.


 


 


 


Como resultado, en la Mansión Lionheart todos estaban más ocupados que nunca. Los Caballeros del León Negro, encargados de proteger las Montañas Uklas, dejaron solo una pequeña guarnición en el castillo mientras el resto se reunía en la mansión. Además, los descendientes de las más poderosas líneas colaterales dentro de la familia también habían llegado a la propiedad. Con tal afluencia, la propiedad se llenó con cientos de personas, sin mencionar a los más de cien elfos que actualmente residen allí. Los elfos también habían emergido del bosque con sus mejores atuendos.


 


 


 


Nunca en la historia de la Familia Lionheart, que abarca cientos de años desde su ancestro fundador, se había reunido tanta gente en la Propiedad Principal.


 


 


 


De hecho, ellos podrían haber llevado la reunión a proporciones aún mayores si lo hubieran deseado. La noticia de una convergencia tan grande de su familia incluso había llamado la atención del Emperador de Kiehl. El Emperador Straut II había indicado su intención de participar personalmente en el evento, sin embargo, Gilead se había esforzado por transmitir respetuosamente su negativa. Aunque no podía llamarse un asunto familiar, Gilead argumentó, ¿no se sorprendería la Sabia Sienna si Su Majestad hiciera una aparición personal?


 


 


 


Afortunadamente, el Emperador no parecía muy disgustado con la negativa, quizás fue gracias a los rumores de que Sienna casi había sumergido el palacio real de Aroth bajo el agua.


 


 


 


—Entonces, envía a Eugene Lionheart al palacio en unos días—


 


 


 


—Si es posible, junto con la Sabia Sienna—


 


 


 


Gilead presionó sus sienes. La familia real de Kiehl siempre ha prestado especial atención a los Lionheart, y el Emperador Straut II no fue una excepción. Es comprensible, aunque los Lionheart son una familia perteneciente al Imperio Kiehl, eso no significa que la familia imperial pudiera manipularlos libremente a voluntad.


 


 


 


Durante siglos, los Lionheart han mantenido una orden de caballeros tan formidable como la élite del Imperio, o tal vez más. No había posibilidad de que ocurriera una rebelión siendo los descendientes del Gran Vermut, aun así, los Lionheart son simplemente demasiado abrumadores y formidables en su ejército para la familia imperial.


 


 


 


Así, durante siglos, los Lionheart han contribuido a la defensa de Kiehl de forma independiente. El deber de proteger las Montañas Uklas al sur es una obligación antigua de los Lionheart, todos los costos asociados a ello no se financian con el presupuesto militar del Imperio, sino que sale de las propias arcas de los Lionheart.


 


 


 


Hasta ahora, esta había sido la naturaleza de la relación entre la familia imperial y los Lionheart, pero el Emperador Straut II deseaba más. Sus ambiciones eran reclamar a los Lionheart por completo para la familia imperial, debido a las turbulentas circunstancias del continente el Emperador sacó sutilmente a relucir sus deseos.


 


 


 


Durante el disturbio anterior en el Castillo del León Negro, Gilead estuvo detenido durante varios días para una investigación en el palacio imperial. También había recibido críticas abiertas de que los problemas surgieron debido al tamaño excesivo de la Familia Lionheart. El Emperador había exigido que todos los caballeros del Clan Lionheart se incorporaran directamente bajo el palacio imperial, pero Gilead se había negado cortésmente durante días…


 


 


 


“Por supuesto que lo codiciaría. Es solo una cuestión de rutina”


 


 


 


Gilead pensó en su hijo adoptivo, Eugene Lionheart. Él lo sabía desde que Eugene era un niño, pero el chico tiene un talento excepcional. Es un niño tan notable que Gilead, por primera vez en la historia de la familia, lo había tomado como hijo adoptivo.


 


 


 


Todo había valido la pena. El niño había nacido con demasiados talentos. Él recibió el reconocimiento de la Espada Sagrada y se convirtió en el sucesor de la Sabia Sienna. Incluso el Rey Demonio del Encarcelamiento de Helmuth estaba prestando mucha atención a Eugene. Incluso si el mismo Eugene rechazó el papel del próximo Patriarca, ahora su nombre representa a los Lionheart de la era actual.


 


 


 


“Si bien puede codiciarlo, uno no puede simplemente poseerlo. Ese niño no es alguien que pueda ser domesticado”


 


 


 


Independientemente de las promesas que pudiera hacer el Emperador del Imperio Kiehl, Eugene no les prestaría atención. Fue esta firmeza lo que inquietó a Gilead.


 


 


 


Si bien Gilead puede apaciguar al Emperador, él temía que Eugene no lo hiciera. Un movimiento en falso definitivamente podría convertir al Emperador en un adversario. Gilead no solo se preocupaba por el futuro de la Familia Lionheart, sino también por el posible obstáculo que el Emperador pudiera representar en el futuro de Eugene.


 


 


 


—Patriarca, ¿estás bien? — Cyan preguntó con cautela desde un lado.


 


 


 


Ancilla, que había dejado de abanicarse, enfocó sus ojos preocupados hacia Gilead. Al darse cuenta de lo rígida que era su propia expresión, Gilead sacudió rápidamente la cabeza y respondió: —Estoy bien. Parece que estoy demasiado nervioso—


 


 


 


—Si Ciel estuviera aquí, ella podría haber aligerado el ambiente— suspiró Ancilla recordando a su hija, que no estaba en la mansión en ese momento.


 


 


 


Carmen había dejado la mansión con su discípula, Ciel, y su ayudante, Dezra, hace más de 6 meses. Si bien Ancilla sabe de ella todos los meses a través de sus cartas, como madre, ella extrañaba mucho a su hija. Quizás su edad la estaba volviendo más sentimental.


 


 


 


—La última carta menciona que siguen en Shimuin. Es… una nación que he visitado en el pasado. Es un lugar ideal para que un caballero reciba entrenamiento— dijo Gilead.


 


 


 


Así como Aroth es conocido como el Reino de los Magos, Shimuin es llamado el Reino de los Caballeros. En este país, ubicado en medio del mar del sur, se llevan a cabo numerosas competencias de lucha cada pocos meses, atrayendo a innumerables caballeros y mercenarios independientes para probar sus habilidades.


 


 


 


—¡Patriarca! ¡Sir Eugene Lionheart se acerca! — Un caballero cerca de la puerta principal lo anunció en voz alta.


 


 


 


Gilead compuso su expresión rígida y enderezó su postura. Ancilla también respiró hondo, asegurándose de componerse con la gracia y la dignidad propias de una mujer noble.


 


 


 


—Uf… ugh… no puedo… recuperar el aliento… — Gerhard, que había estado de pie en la sombra debido al nerviosismo y los mareos, se apoyó en Laman para apoyarse y se acercó a Gilead. A pesar de haber tomado varios medicamentos, su corazón se negaba a calmarse.


 


 


 


—Cálmate, Gerhard—


 


 


 


—No querrías avergonzarte frente a tu hijo ya consumado, ¿verdad? Comienza con respirar profundamente—


 


 


 


—Ya lo he hecho varias veces… — Gerhard continuó con su respiración profunda mientras se golpeaba el pecho. Mientras tanto, la puerta principal de la mansión comenzó a abrirse lentamente.


 


 


 


Gilead levantó la mano en alto. Siguiendo su gesto, la puerta principal comenzó a abrirse al unísono con el movimiento de los Caballeros del León Blanco, quienes izaron la bandera de los Lionheart.


 


 


 


Pum, pum, pum.


 


 


 


Los caballeros movieron sus pies al ritmo. La música que tocaba la banda de la familia armonizaba con los pasos de los caballeros. Ocultando la abrumadora emoción en su corazón, Gilead caminó entre las filas de los caballeros.


 


 


 


Las figuras de Eugene, Sienna y Kristina aparecieron a través de la puerta principal abierta de par en par. En lugar de acercarse a ellos de inmediato, Gilead se detuvo a mitad de camino e inclinó la cabeza hacia Sienna.


 


 


 


—Te agradezco por honrar a la Familia Lionheart con tu presencia, Sabia Sienna—


 


 


 


¡Oooh!


 


 


 


Los caballeros del Clan Lionheart, los miembros de la línea principal y las líneas colaterales, los sirvientes de la casa principal e incluso los elfos unieron sus voces en una ovación triunfal.


 


 


 


—La Santa de la Luz, Lady Kristina Rogeris— continuó Gilead.


 


 


 


¡Oooh!


 


 


 


Un rugido de aplausos rasgó el aire una vez más. Kristina había sido invitada anteriormente a la Mansión Lionheart, pero su presencia provocó tanta emoción como antes.


 


 


 


—Y… el León Sangriento de los Lionheart— Estalló una ovación aún mayor, superando la de Sienna. —El singular… Asesino de Dragones de nuestro tiempo—


 


 


 


Si Carmen hubiera estado presente hoy, habría sido ella quien pronuncie estas palabras. Sin embargo, para desgracia de Gilead, ella estaba ausente. Como tal, Gilead tuvo que tragarse su vergüenza y anunciar el título él mismo.


 


 


 


Era totalmente necesario después de todo. La Sabia Sienna es una leyenda viva. Kristina Rogeris es la Santa, una figura merecedora de alabanza universal. Sin embargo, este es el territorio de los Lionheart. En este lugar y en este momento, quién merecía más elogios y atención no era la Sabia Sienna ni la Santa. Es el joven Héroe quien dirigirá al Clan Lionheart en el futuro, o más bien, en el presente.


 


 


 


Carmen le había otorgado el título de León Sangriento.


 


 


 


El mundo lo aclama como el Héroe.


 


 


 


Y a partir de hoy, Eugene llevaría otro título.


 


 


 


“Asesino de Dragones”


 


 


 


¡Oooh!


 


 


 


Todos los que llevan el apellido Lionheart gritaron de asombro.


 


 


 


¡El Asesino de Dragones!


 


 


 


¡Qué título tan impactante! Incluso durante la guerra de hace 300 años, ningún humano había sido apodado Asesino de Dragones. A lo largo de la historia, el título de Asesino de Dragones solo se usó para describir al Rey Demonio de la Destrucción y al Rey Demonio del Encarcelamiento, quienes han matado a numerosos dragones durante la era de la guerra.


 


 


 


Era un hecho obvio que los humanos no pudieran matar dragones. Los dragones no son seres que puedan ser cazados por humanos. Esta es una verdad absoluta aceptada por todos.


 


 


 


Sin embargo, un humano había logrado matar a un dragón.


 


 


 


Y no cualquier dragón. El único dragón que fue corrompido: el infame Dragón Demoníaco Raizakia, un monstruo que incluso su gran antepasado Vermut no pudo matar. Un descendiente de Vermut que vive en esta era había logrado vencer al Dragón Demoníaco.


 


 


 


—¡El Asesino… de Dragones…! — Eugene tartamudeó mientras temblaba.


 


 


 


La muerte de Raizakia no fue un secreto guardado dentro del Clan Lionheart. Eugene nunca tuvo la intención de ocultarlo. De hecho, incluso había contemplado hacer uso del cadáver de Raizakia como trofeo. En consecuencia, la noticia de la muerte de Raizakia se había extendido más allá de la Familia Lionheart hacia todo el mundo.


 


 


 


Pero… ¡Ser llamado Asesino de Dragones! ¿Qué pasa con el título de León Sangriento? Eugene dudó de lo que oía y observaba. El hecho de que Lord Gilead, no Carmen Lionheart, hubiera pronunciado esas palabras lo llenó de incredulidad.


 


 


 


—¡León Sangriento! —


 


 


 


—¡Asesino de Dragones! —


 


 


 


El eco de los cientos de gritos llenó el aire. Eugene sintió una leve oleada de mareo.


 


 


 


León Sangriento y Asesino de Dragones: ambos son títulos que Eugene no quería escuchar. ¿Por qué necesitaría títulos tan descriptivos y vergonzosos?


 


 


 


[Siguen siendo mejores que el Estúpido Hamel, ¿no?] Mer bromeó mientras reprimía su risa desde dentro de la capa. Eugene anhelaba agarrarla y darle un buen golpe en la cabeza en ese momento, pero se contuvo… porque de alguna manera estaba de acuerdo con la broma de Mer.


 


 


 


El Estúpido Hamel.


 


 


 


Eugene, el León Sangriento.


 


 


 


Eugene, el Asesino de Dragones.


 


 


 


Pensándolo bien, no parecían tan malos. Incluso eran algo prestigiosos. Con una sonrisa, Eugene se mantuvo erguido y orgulloso en medio de los estruendosos aplausos.


 


 


 


Antes de llegar a la mansión familiar, Eugene y Mer habían informado a Sienna sobre el estado actual de la Familia Lionheart.


 


 


 


El hombre de pie al frente es el Patriarca del Clan Lionheart, Gilead Lionheart. Él es el padre adoptivo de Eugene. Y la dama a su lado es su esposa, Ancilla.


 


 


 


“¿Y ese hombre… es el padre biológico de Eugene, Gerhard?”


 


 


 


Sienna vio a un hombre de mediana edad con gotas de sudor frío cayendo por su rostro. Excepto por su cabello color ceniza y sus ojos dorados, se parecía poco a Eugene. No había ningún indicio de vigor en su rostro arrugado y, a pesar de ser un descendiente de Vermut, su físico no reflejaba ninguna destreza marcial.


 


 


 


“Esto es aún mejor”


 


 


 


Ella podía decir que el Patriarca es formidable solo por su rostro. Pero, por otro lado, ¿qué pasa con Gerhard? Él estaba sudando profundamente por el nerviosismo y parecía relativamente accesible. Tal vez es alguien con quien ella podía llevarse bien con una sola ronda de bebidas.


 


 


 


—Gracias por tu gran bienvenida, Patriarca de los Lionheart— Sienna comenzó con una cálida sonrisa. Ella lentamente inspeccionó su entorno.


 


 


 


De hecho, los cientos de caballeros son dignos descendientes de Vermut. El estandarte de los Lionheart ondeaba con el fuerte viento y, al mirarlo, Sienna recordó un lejano suceso.


 


 


 


Esta no es su primera visita a la Mansión Lionheart. Cientos de años atrás, cuando Vermut… había fallecido, Sienna había hecho una visita con un vestido negro de luto. Ella se había parado frente al ataúd de Vermut junto a Molon y Anise. Ella había visto el rostro sin vida de Vermut a través de la abertura del ataúd y, junto con Molon, ella había llorado.


 


 


 


Después de presentar sus respetos, ellos llevaron el ataúd y se trasladaron al Castillo del León Negro en las Montañas Uklas. Luego habían puesto el ataúd de Vermut en una tumba que se había preparado de antemano dentro del santuario.


 


 


 


—¿Quién hubiera pensado que regresaría así? — Sienna rió amargamente mientras revivía sus lejanos recuerdos. Un poco más lejos, en medio del jardín, se alza una estatua de Vermut.


 


 


 


A poca distancia se encuentra una estatua de Hamel, la que ella había cuidado para evitar que se rompiera durante la batalla de la tumba subterránea en el desierto. La estatua estaba junto a la estatua de Vermut.


 


 


 


Sin darse cuenta, Sienna se encontró agarrándose el pecho ante la vista. Su nariz se crispó y su corazón latía con fuerza. Apenas logró contener las lágrimas.


 


 


 


—Sienna—


 


 


 


El murmullo de una leve voz llegó a sus oídos.


 


 


 


Lejos de los caballeros, entre los elfos, se encontraba un elfo con cabello verde opaco y una cicatriz en la mejilla: Signard. Al verlo, Sienna ya no pudo contener las lágrimas.


 


 


 


Tropezando ligeramente, ella caminó hacia Signard. Los Caballeros del Clan Lionheart no obstruyeron su camino. Todos se hicieron a un lado y le permitieron el paso. Signard también, con el rostro al borde de las lágrimas, se acercó a Sienna.


 


 


 


—Hermano Mayor— Llorando, Sienna abrazó a Signard. 


 


 

Capítulo 324: Regreso (3)

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