Capítulo 347: Ciel Lionheart (6)

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 347: Ciel Lionheart (6)


 


 


 


“¿Volverá a pasar lo que sucedió antes en Aroth?”


 


 


 


Eugene temía que así fuera. Él recordó esa noche en que Sienna, Anise y Kristina, totalmente borrachas, entraron a la fuerza en su habitación. Eugene había fingido estar dormido y temblando de miedo bajo la manta.


 


 


 


Esos demonios que apestaban a alcohol se habían reído mientras le arrancaban la manta a Eugene y le daban un puñetazo en el costado. Su intención de burlarse y golpearlo había sido muy clara cuando rompieron sus defensas y se burlaron de él…


 


 


 


¿Qué pasaría si sucediera nuevamente esta vez? Afortunadamente, Sienna se abstuvo de beber y regresó a su habitación. Pero Anise siempre ha sido la más impredecible con respecto al alcohol, ella se había ganado tal reputación después de tantos años.


 


 


 


¿Qué pasaría si Anise bebiera y Kristina se emborrachara, y si incluso Ciel, que estaba con ellas, se emborrachara? Y si Sienna se uniera a mitad de camino y todas bebieran como si no hubiera un mañana. ¿Qué pasaría si todas irrumpieran en su habitación?


 


 


 


Eugene permaneció despierto toda la noche, consumido por tales preocupaciones.


 


 


 


Afortunadamente, el amanecer transcurrió sin incidentes. Eugene ni siquiera se había acostado en su cama por lo que permaneció sentado junto a la ventana, perdido en sus pensamientos se despertó por el canto de los pájaros. El alivio lo invadió mientras contemplaba el amanecer sobre el mar del este, no muy lejos de allí.


 


 


 


“Uf…” Eugene exhaló un profundo suspiro.


 


 


 


Un nuevo día había comenzado. A pesar de pensarlo tanto durante las horas previas al amanecer, el peso en su pecho todavía estaba ahí. Mientras miraba sin rumbo hacia afuera, de repente se sobresaltó por la sorpresa.


 


 


 


Ciel había aparecido en el campo de entrenamiento con su usual ropa para entrenar. Eugene no pudo distinguir la expresión de Ciel desde su posición, pero ella no parecía abatida y sus pasos eran firmes.


 


 


 


“¿Debería abrir la ventana? ¿O bajar para verla? ¿O debería simplemente ignorarla?” Mientras Eugene dudaba, Ciel giró la cabeza.


 


 


 


Eugene finalmente pudo ver su rostro. Ella no se veía exactamente bien, Ciel tenía los ojos rojos, posiblemente por haber llorado toda la noche. Pero sus ojos estaban tranquilos y su expresión era serena. Ciel miró fijamente a Eugene, sonrió y luego dijo una palabra en silencio: “Idiota”.


 


 


 


Mientras sacaba de manera juguetona su lengua, ella le hizo un gesto a Eugene para que bajara. Después de un breve momento, Eugene saltó por la ventana.


 


 


 


—Esto… ¿Dormiste… bien? — preguntó Eugene.


 


 


 


—Ahora lo entiendo— Ciel se rió entre dientes mientras se cruzaba de brazos. —Desde que eras joven, has mencionado repetidamente que admiras a Sir Hamel más que a Sir Vermut, nuestro antepasado—


 


 


 


Ante estas palabras, Eugene tragó saliva. Esta es la razón por la que nunca quiso revelar la verdad sobre su reencarnación a los demás, especialmente a su familia. El inmenso miedo que albergaba se estaba acercando a él.


 


 


 


—Cada vez que mi hermano o yo decíamos alguna pequeña cosa negativa sobre Sir Hamel, inmediatamente lo defendías— continuó Ciel.


 


 


 


—Uh… bueno… — Eugene intentó decir algo para defenderse.


 


 


 


—Además, eres cercano al Capitán Genos de los Caballeros del León Negro— Ciel siguió enumerando sus acciones hasta el momento.


 


 


 


Eugene no encontraba palabras para poder defenderse. El sudor frío que se formaba en sus cejas reflejaba sus pensamientos. Ciel pareció disfrutar la reacción de Eugene y se rió con picardía.


 


 


 


—Sir Genos lo sabe, ¿no? — preguntó Ciel.


 


 


 


—Eh… no… no— Eugene negó débilmente.


 


 


 


—¿Por qué molestarte con mentiras tan obvias? Si no hubiera conocido tu verdadera identidad, no habría pensado mucho en ello. Pero ahora que sé que eres Sir Hamel, las cosas se sienten muy diferentes. Pensándolo bien, Sir Genos tuvo muchos problemas para tratar contigo cuando eras mucho más joven—


 


 


 


—Eso… quiero decir… — A estas alturas, Eugene estaba luchando por formar una oración coherente.


 


 


 


—No te preocupes. No te culparé por contarle a Sir Genos algo que no me dijiste— dijo Ciel.


 


 


 


Ella lloró durante varias horas. Kristina y Anise habían esperado pacientemente hasta que Ciel detuviera sus lágrimas. Pero no compartieron más palabras esa noche. Si Ciel hubiera deseado conversar o algo de consuelo, las Santas lo habrían hecho con gusto. Pero Ciel no deseaba eso. Sólo tenerlas a su lado durante una noche tan triste había sido suficiente.


 


 


 


Ella había reflexionado profundamente.


 


 


 


—Debe ser bastante vergonzoso, ¿verdad? — dijo Ciel riendo. —Entonces, ¿has estado adulándote durante 8 años sin que nadie lo sepa? —


 


 


 


—Esto…—


 


 


 


Antes de que Eugene pudiera decir algo, Ciel continuó: —Además, lo hiciste frente a unos niños que no sabían mucho sobre el mundo—


 


 


 


Cualquier otra persona podría haber guardado silencio por la vergüenza, pero Eugene no. Mirando seriamente a Ciel, Eugene respondió: —¿Adulándome? No lo veo de esa manera. La historia no ha tratado a Sir Hamel… quiero decir, a mí, correctamente… —


 


 


 


Mientras sus palabras continuaban, Ciel no pudo evitar reírse y le dio una palmada juguetona en el hombro a Eugene. —Sí, Sir Estúpido Hamel. Entiendo lo que está tratando de decir. Entonces, ¿a Sir Hamel no le gustó la idea de ser infravalorado por las generaciones futuras? —


 


 


 


—Ejem… — Hamel tosió torpemente.


 


 


 


—Pero eso está un poco fuera de lugar. Puedo entender que alguien normal se alabe a sí mismo, pero usted, Sir Hamel… has tenido todos los recuerdos de tu vida pasada desde que naciste, ¿verdad? — Ciel se inclinó hacia él mientras susurraba. Cuanto más se acercaba, más se sentía como si una cuchilla afilada atravesara el corazón de Eugene. Eugene se tambaleó mientras se tocaba el pecho. Fue entonces cuando Ciel preguntó: —¿Eso significa que… cuando Sir Hamel era un recién nacido lloró como un bebé normal, aunque no lo era? —


 


 


 


—Eso… eso estaba fuera de mi control… — Eugene finalmente logró decir algo.


 


 


 


—¿Arrastrándote sobre tus rodillas y luego dando pequeños pasos? — Ciel continuó con las burlas.


 


 


 


—Independientemente… de tener los recuerdos de mi vida pasada, mover el cuerpo de un recién nacido no es fácil… — dijo Eugene.


 


 


 


Ciel preguntó a continuación: —¿Usaste pañales y…? —


 


 


 


—¡Yo no hice eso! — Eugene exclamó interrumpiéndola, levemente asustado.


 


 


 


“Él definitivamente no lo había hecho, ¿verdad?” Eugene no podía recordarlo. Los recuerdos de aquellos tiempos estaban enterrados en lo más profundo de su ser. Con el rostro sonrojado, Eugene respiró hondo para calmarse.


 


 


 


—¿Cómo debería llamarte? — preguntó Ciel, mirando fijamente a Eugene. —¿Eugene Lionheart? ¿O Hamel Dynas? —


 


 


 


—¿Necesito responder eso? — Eugene suspiró profundamente mientras se encontraba con la mirada de Ciel.


 


 


 


Sus ojos estaban enrojecidos, pero tenían la misma determinación que antes. Ciel no estaba buscando una respuesta de él en ese momento.


 


 


 


—Llámame como desees, Ciel— dijo Eugene.


 


 


 


—Está bien, Eugene—


 


 


 


Incluso si Eugene hubiera pedido que lo llamaran “Hamel”, Ciel no lo habría hecho. Independientemente de su vida pasada o su reencarnación, para Ciel, Eugene es simplemente Eugene.


 


 


 


—¿Qué debemos hacer en el futuro? — la mirada de Ciel se desvió y, con un suave giro, comenzó a caminar con gracia. —Ayer me avergoncé mucho. A partir de hoy, mi objetivo es no hacerlo—


 


 


 


Eugene escuchó en silencio mientras Ciel decía todo lo que pesaba en su corazón.


 


 


 


—Eso no significa que me rinda o descarte mis sentimientos por ti. Todos ellos son irremplazables— admitió Ciel.


 


 


 


—Es eso así… — dijo Eugene a la ligera.


 


 


 


—No importa si no te fijas en mí— continuó Ciel.


 


 


 


Pero si le importaba. Ella deseaba, aunque sólo fuera de vez en cuando, un fugaz momento de su atención. Sin embargo, ella no expresó esos deseos en voz alta.


 


 


 


—Más importante aún— dijo Ciel, ordenando su corazón. Ella no quería seguir sumiéndose en esos pensamientos. No quería mostrar ese lado vulnerable y penoso de ella como el día anterior. Ciel hizo una pausa para recuperarse y luego se giró con una sonrisa radiante. —¿Quién más sabe que eres Sir Hamel? Lady Sienna, la Santa Rogeris, la Santa Anise, Mer, Raimirea, Sir Genos de los Caballeros del León Negro y yo. ¿Alguien más lo sabe? —


 


 


 


—El Rey Demonio del Encarcelamiento y… la Reina de los Demonios Nocturnos también lo saben. Creo que ellos son los únicos entre los demonios— respondió Eugene.


 


 


 


—¿Oh? ¿Entonces la Reina de los Demonios Nocturnos nos tendió una emboscada en los campos nevados por eso? — preguntó Ciel.


 


 


 


Eugene lo negó inmediatamente: —No, esa no fue la razón. Ese ataque fue simplemente porque ella estaba aburrida y solo descubrió mi verdadera identidad mucho más tarde— Después de decir eso… Eugene suspiró profundamente antes de continuar: —Y… el Maestro de la Torre Roja parece haberlo notado, o tal vez no… —


 


 


 


—¿Por qué lo dices de esa manera? — Ciel preguntó confundida.


 


 


 


—Creo… que se dio cuenta, pero finge no hacerlo… — admitió Eugene.


 


 


 


—Je, ¿entonces lo descubrió sin que tú lo revelaras explícitamente? Realmente digno de Lord Lovellian— Ciel lo elogió con sinceridad.


 


 


 


Gerhard, los ancianos de su familia y su hermano Cyan no conocen la verdadera identidad de Eugene. Al darse cuenta de esto, Ciel colocó una sonrisa astuta cuando preguntó: —¿No deberíamos decirle a Cyan? —


 


 


 


—¿Qué? — Un sorprendido Eugene miró a Ciel con cautela.


 


 


 


—Él es mi gemelo, después de todo— dijo Ciel, su sonrisa astuta se ensanchó. —Cyan te tiene en alta estima, ¿sabes? Al igual que yo, él aceptaría fácilmente la verdad de que eres Sir Hamel—


 


 


 


—No digas algo absurdo… — dijo Eugene bruscamente.


 


 


 


—Oh, ¿entonces deseas que permanezca en silencio? — Ella había llevado la conversación a su favor. La curva de los labios de Ciel se profundizó con picardía. —En ese caso, concédeme un favor—


 





 


* * *


 





 


La familia real de Shimuin no anunció públicamente su plan para reprimir a la Emperatriz Pirata. Había indicios de que la Emperatriz Pirata esperaba un enfrentamiento frontal, pero aún no había nada concreto. Aunque no se hicieron públicos, los planes de represión ya estaban en marcha.


 


 


 


—Gondor Ironhammer— declaró un enano corpulento con una espesa barba marrón. Luego extendió su enorme mano hacia Carmen mientras se presentaba. —Hasta que la Emperatriz Pirata sea sometida y rescatemos a los enanos capturados, yo, Gondor Ironhammer, apoyaré plenamente a todos los guerreros que estén a tu lado—


 


 


 


Si la familia real no hubiera iniciado el plan para reprimir a la Emperatriz Pirata, no sólo los enanos del gremio en la capital se habrían rebelado sino también los de la lejana Isla Martillo. Si eso hubiera ocurrido, Shimuin habría sufrido una vergüenza internacional significativa y la atmósfera del país se habría desplomado.


 


 


 


Afortunadamente, antes de que eso sucediera, la familia real actuó rápido y negoció con el gremio de los enanos. A los enanos se les aseguró que, con el tiempo, la familia real reprimiría a la Emperatriz Pirata. Por ello, pidieron que tengan paciencia y no causen interrupciones.


 


 


 


Pero los enanos no son conocidos por su paciencia u obediencia, especialmente cuando sus preciados artesanos han sido secuestrados. ¿Por qué dejarían el rescate únicamente en manos humanas?


 


 


 


Por lo tanto, se enviaron artesanos desde la Isla Martillo. Si bien no podían participar directamente en el combate, ellos podían ofrecer apoyo técnico a la expedición.


 


 


 


Gondor Ironhammer es uno de los mejores artesanos entre los enanos de la Isla Martillo. Él se había perdido el despliegue anterior debido a unas tareas pendientes, evitando así el secuestro de la Emperatriz Pirata.


 


 


 


—He oído hablar de ti, Carmen Lionheart— Gondor comenzó a hablar. —Usas un guante que se transforma en varias armas, ¿no? —


 


 


 


En respuesta, Carmen miró a Gondor. En contraste con su alta estatura, la altura de Gondor era comparable a la de un niño.


 


 


 


—Estoy bastante interesado en las armas del Clan Lionheart— admitió Gondor, sonriendo para revelar sus dientes amarillentos. Los artesanos enanos expertos pueden manipular cualquier armadura o arma, pero muy pocos de ellos pueden manipular una Exid, la armadura mágica de Shimuin.


 


 


 


Si bien la mayoría de los enanos son excéntricos, Gondor lo es excepcionalmente. Él estaba más interesado en armas y artefactos antiguos y desgastados que en equipos nuevos como las Exid.


 


 


 


La razón era simple: las armas y artefactos de épocas antiguas, especialmente aquellas de la época mítica, son difíciles de reproducir o incluso de comprender con técnicas modernas.


 


 


 


Y la Familia Lionheart posee la mayor cantidad de artefactos de este tipo en el continente.


 


 


 


—¿Ese guante también es una reliquia de la era mítica? — preguntó Gondor.


 


 


 


No importa cuán valioso sea un artefacto, si se elabora como arma, debe usarse como tal. Por eso Gondor admira a los Lionheart. La familia real de Shimuin tiene algunos artefactos ancestrales, pero simplemente los exhiben detrás del trono en lugar de empuñarlas como armas.


 


 


 


Gondor dijo apasionadamente: —¡Je! ¡Poder tocar y hacerle mantenimiento al armamento de los Lionheart con mis propias manos! Solo imaginarlo me emociona. Cuando les escribí hace mucho tiempo ofreciéndoles mis servicios, se negaron, diciendo que no necesitaban mantenimiento—


 


 


 


—Este guante no es de la Familia Lionheart— Carmen lo interrumpió. Ella había estado mirando la barba de Gondor en silencio.


 


 


 


Ella nunca había visto a alguien con una barba tan espesa. Bueno, para ser precisos, Gondor no es un humano sino un enano. Carmen tenía una noción un poco romántica sobre las barbas abundantes, pero se sentía bastante decepcionada por su apariencia descuidada.


 


 


 


—¿Qué? ¿No es de tu clan? — preguntó Gondor.


 


 


 


—No puedo revelar toda la verdad… pero esto lo gané con mis propias manos. O tal vez fue el destino el que lo trajo a mi lado… — dijo Carmen enigmáticamente.


 


 


 


La preciada posesión de Carmen, el Genocidio Celestial, fue un regalo que recibió directamente del Dragón Rojo. Debido a una promesa hecha en su infancia, ella no puede hablar de su origen. Si no fuera por esa promesa, ella se habría jactado de sus vínculos con el dragón… Carmen sacudió la cabeza con un sentimiento de arrepentimiento.


 


 


 


—Sin embargo… Ah, ya veo— comentó Gondor.


 


 


 


Carmen asintió levemente con la cabeza en señal de acuerdo. —Sin embargo, mi alumna, Ciel Lionheart, la Rosa Blanca. Ella posee una de las armas del Clan Lionheart. Javel la Espada de la Lluvia Fantasma, un arma que fue empuñada por el Gran Vermut. ¿Reconoces su nombre? —


 


 


 


Los ojos de Gondor se abrieron con sorpresa. ¿La Espada de la Lluvia Fantasma? Por supuesto que lo sabía.


 


 


 


—No creo que necesite mantenimiento, pero, ¿quizás no sería mala idea que la inspeccionaras? — sugirió Carmen.


 


 


 


Carmen no es tan simple y extraña como parece en la superficie.


 


 


 


Las armas que utilizaba el Gran Vermut no requirieron de ningún mantenimiento desde hace más de 300 años. No se desgastan incluso si se guardan en una bóveda del tesoro durante tanto tiempo y no se rompen cuando se usan en batallas. Javel no fue diferente. Así que no había necesidad de confiar su mantenimiento a un enano.


 


 


 


Carmen era consciente de ello. Sin embargo, ella pensó en prestársela a Gondor gracias a Eugene.


 


 


 


“La Lanza Demoníaca y el Martillo de la Aniquilación”, Carmen pensó en esas armas pertenecientes a los Reyes Demonio.


 


 


 


Hace unos años, tuvo lugar un incidente en el Castillo del León Negro. Los remanentes del Rey Demonio que residían en el Martillo de la Aniquilación habían seducido y manipulado a Dominic, el Capitán de la Primera División de los Caballeros del León Negro y propietario del Martillo de la Aniquilación, marcando el comienzo de ese incidente.


 


 


 


Después del incidente, los remanentes de los Reyes Demonio en el Martillo de la Aniquilación y la Lanza Demoníaca fueron erradicados por completo, y Eugene se convirtió en el nuevo propietario de esas armas. Ya han pasado varios años desde entonces y no hay dudas sobre las habilidades de Eugene. Aun así, no hay nada de malo en tener cuidado.


 


 


 


Sin embargo, Carmen sabía que no debía proceder y tomar decisiones sola con respecto a este tema. El hecho de que Eugene, Sienna y Kristina se quedaran en su mansión después de ingresar a la ciudad era un gran secreto. Carmen ni siquiera se lo había contado a Ortus.


 


 


 


“Ciel…” En su camino de regreso a la mansión después de separarse de Gondor, Carmen pensó en su alumna.


 


 


 


Carmen no se había enamorado de un hombre en toda su vida. Lo que ella ama es el apellido Lionheart, es ella misma, que nació en una familia con muchos privilegios, su cabello gris, que le había otorgado el sobrenombre de León Plateado, y sus ojos dorados.


 


 


 


Ella ama sus puños y sus pies, que se mueven más rápido y más fuerte de lo que jamás hubiera imaginado. Le encantaba el hecho de haber sido elegida por un dragón. Ella ama su destino, que ahora beneficiaría al mundo…


 


 


 


Ella nunca pensó en amar a un hombre. Nunca había sentido el deseo de amar. Aunque recibió muchas propuestas en su juventud, nunca las consideró. De vez en cuando pensaba en tener un hijo, pero nunca se sintió desesperada por tenerlo.


 


 


 


Incluso ese leve deseo se cumplió cuando tomó a Ciel como su discípula.


 


 


 


Por eso Carmen esperaba la felicidad de Ciel por encima de todo.


 


 


 


“Parece que las cosas no salieron bien…”


 


 


 


Ella vio los ojos de Ciel teñidos de rojo. La siempre orgullosa y confiada Ciel habló con una voz apagada y una sonrisa débil. Ser testigo de tal espectáculo se sintió como si una daga atravesara el corazón de Carmen, e incluso hizo que Dezra llorara incontrolablemente.


 


 


 


¿Pero qué se podría haber hecho? Carmen no tiene lugar para intervenir en los asuntos entre Ciel y Eugene. De hecho, ella no debería hacerlo. Carmen es muy consciente de ese límite.


 


 


 


“Sí. Todo lo que puedo hacer es… dar un paso atrás y ofrecer mi apoyo en silencio. Yo consolaré y acompañaré a esa niña cuando el peso sea demasiado para ella”. Con tales pensamientos, Carmen abrió las puertas de la mansión, sin considerarse tan ajena como para mantener la distancia.


 


 


 


“Eugene…” Mientras caminaba por el pasillo de la mansión, su mente divagaba sobre Eugene.


 


 


 


La primera vez que lo vio, él estaba estudiando en el extranjero, en Aroth. En aquel entonces, apenas tenía 17 años. La idea de que ese niño hubiera crecido tanto con el tiempo hizo que Carmen reflexionara sobre el implacable paso del tiempo.


 


 


 


El prodigio de la Familia Lionheart, que apenas comenzaba a comprender la magia, se convirtió en Archimago en apenas 4 años. En ese corto período, fue elegido por la Espada Sagrada y alcanzó la Sexta Estrella de la Fórmula de la Llama Blanca, siendo el más rápido en hacerlo en la historia del Clan Lionheart.


 


 


 


“Solo 4 años…”


 


 


 


“¿Realmente fue un lapso tan largo?” No, no lo fue. Es tiempo suficiente para que un niño madurara y se convirtiera en un hombre joven, pero no es suficiente para convertirse en la leyenda que es actualmente.


 


 


 


“No, pero incluso en aquel entonces, él era como un monstruo”


 


 


 


Desde su primer encuentro, Carmen sintió que había algo extraordinario en Eugene Lionheart.


 


 


 


Cada vez que se encontraron después de eso, él había crecido exponencialmente, haciendo que su versión anterior pareciera distante. Ella recordó haber luchado con él casualmente durante su Ceremonia de Mayoría de Edad. Luego, lucharon codo a codo contra Iris en la capital de Kiehl. Aunque había sido la primera vez que coordinaban juntos, su ritmo había sido impecable. Y el enfrentamiento contra los Caballeros del Dragón Blanco… Carmen no pudo evitar sonreír al recordar la valentía de Eugene.


 


 


 


“Ciertamente. No es sorprendente que Ciel esté enamorada de él, dado lo impresionante que es”


 


 


 


Riendo suavemente, Carmen abrió la puerta de una habitación.


 


 


 


Ella se encontró con una vista que no esperaba. El formidable e impresionante Eugene Lionheart estaba vestido con un inmaculado vestido blanco totalmente rodeado de mujeres. 


 


 

Capítulo 347: Ciel Lionheart (6)

Maldita reencarnación (Novela)