Capítulo 59.2

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 59.2: El desierto (1)

—Realmente me sorprende cada vez que lo veo. ¿Ese tipo no tiene frío? — Laman chasqueó la lengua con asombro mientras bajaba el telescopio.
Habían estado siguiendo a Eugenio durante los últimos dos días, pero ese chico del Clan Corazón de León parecía ser tan ingenuo e ignorante que era difícil creer que era un joven maestro de una familia prestigiosa.
Eugenio ni siquiera había traído una escolta con él. Laman había oído que el Clan Corazón de León era un famoso clan marcial y que el chico mostraba un talento excepcional incluso entre su generación. Aunque nació de una línea colateral, había sido adoptado en la familia principal debido a algún tipo de Ceremonia de Linaje...
No importa lo que sea. No era como si Laman realmente tuviera interés en todo eso. No importa cuán increíble fuera el Clan Corazón de León, la persona a la que seguían era solo un mocoso de diecinueve años. Y como los rumores solían ser solo exageraciones de la verdad, Laman tenía más miedo de fallar a las órdenes de su amo que de un joven maestro de un país lejano y extranjero.
—Creo que podría ser algún tipo de ritual— especuló el lugarteniente de Laman.
—¿Un ritual? — repitió Laman.
El hombre continuó: —¿No dijeron que casi ha llegado a la edad en la que será considerado un adulto? Nuestra tribu envía a jóvenes que están a punto de llegar a la edad adulta en un viaje lejos de la tribu—
—¿Qué tiene eso de especial? La ceremonia de mayoría de edad de nuestra tribu también fue así. La mayoría de las tribus que viven en este desierto tienen ceremonias de mayoría de edad similares— respondió Laman con un resoplido de burla. —¿Y qué? ¿Crees que ese chico está desafiando al desierto para demostrar que es un hombre? —
—Si ese no es el caso, ¿qué otra razón podría haber para tales acciones? No enciende fuego ni arma tiendas de campaña y sigue caminando por el desierto desde la mañana hasta la noche cazando cualquier monstruo que encuentre. Solo lo hemos estado observando durante un tiempo, pero el comportamiento del niño no parece diferente al de una persona que pasa por una de las ceremonias de mayoría de edad de nuestra tribu del desierto—
—¿Estás diciendo que alguien del Clan Corazón de León del Imperio Kiehl realmente vendría hasta este desierto solo para una ceremonia de mayoría de edad? —
—No sé sus razones, pero ¿recuerdas lo que nos dijo nuestro maestro? Dijo que no debemos permitir que ese chico entre en el desierto de Kazani.
Esa fue la única orden de su amo. Aunque incluso Laman no se había dado cuenta de los motivos de esta orden, Laman no tenía intención de especular groseramente sobre la orden de su maestro.
—Vamos a dormir un poco nosotros también— ordenó Laman. —Después de todo, ese chico seguramente volverá a moverse temprano en la mañana—
—Parece que el Clan Corazón de León es realmente increíble como dicen. No hay forma de que pueda estar familiarizado con el desierto, pero ya puede caminar muy rápido. Cualquiera que lo vea creería que nació en el desierto…— El locuaz lugarteniente de Laman no pudo terminar lo que estaba diciendo. Cuando se giró para mirar detrás de Laman, su boca se abrió de par en par.
Incapaz de entender por qué su lugarteniente tenía una expresión tan sorprendida, Laman también giró la cabeza para mirar. Entonces, la mandíbula de Laman también cayó al igual que la de su lugarteniente.
Porque detrás de Laman se acercaba la figura de Eugenio Lionheart.
Mientras seguían a Eugenio durante los últimos dos días, aprendieron rápidamente que el niño podía viajar increíblemente rápido a pesar de que no estaba montando un camello, ni estaba equipado para cruzar el desierto.
Solo tenía una capa, y sus zapatos eran un par ordinario que se podía ver siendo usado en casi cualquier lugar, aun así, ese niño podía correr por el desierto arenoso como si sus pies pisaran un suelo duro y plano. Y ese era el caso incluso ahora.
No, ¿a esa velocidad realmente se le podría llamar correr? Por un momento, Laman se vio obligado a cuestionar lo que estaba viendo.
Como no querían que Eugenio se diera cuenta de que lo estaban siguiendo, Laman y sus hombres se habían mantenido a una buena distancia. Lo suficientemente lejos como para que no se pudieran ver sin usar un telescopio. Tampoco se habían olvidado de mezclarse con el terreno. Incluso ahora, Laman y sus hombres se mantenían agachados detrás de la cresta de una duna de arena.
Pero aun así…
Se podía ver claramente una llama blanca pura acercándose a través de la oscuridad. Esta era la primera vez que lo había visto en persona, pero incluso Laman había oído hablar de esa famosa llama de maná. Simbolizaba la Fórmula de la Llama Blanca del Clan Corazón de León, la melena de un león deslumbrantemente blanca.
—¡Retirada! — Laman gritó la orden.
Su maestro no les había dado órdenes de confrontar a ese chico, por lo que era mejor retirarse. Pero ¿cómo?, no ¿desde cuándo ese joven los había notado?
Eugenio estaba avanzando directamente hacia ellos, a una velocidad demasiado rápida. La distancia razonable que habían mantenido ya no parecía tan razonable. Por ahora, Laman solo podía sacar su kukri de su vaina. (N/T: El kukri es un arma blanca de origen nepalí)
“Como pensé, no son asesinos”, decidió Eugenio al verlos.
Había dos fuerzas particularmente famosas y poderosas en Nahama. Los Chamanes de Arena y los Asesinos. Mirando su nivel de sigilo y vestimenta, los seguidores de Eugenio no parecían asesinos. A juzgar por su ropa, no parecían diferentes de los viajeros comunes que intentaban cruzar el desierto, pero ese era probablemente su disfraz.
El rostro de Laman se puso rígido cuando el chico gritó: —¡Alto! —
Se dio cuenta de que era demasiado tarde para retirarse. El chico se había acercado más rápido de lo esperado.
—¿Detenerme? ¿Realmente tratas de decirme qué hacer? ¿Por qué debería hacerlo? —
Eugenio no respondió al grito de Laman. Tenía curiosidad por ver quiénes eran sus seguidores. También quería saber qué estaban tramando al seguirlo de esta manera.
Podría haberlo descubierto saludándolos con una sonrisa y charlando sobre esto y aquello, pero Eugenio ni siquiera había considerado ese método en primer lugar. Si algo así pudiera funcionar, ¿por qué intentarían seguirlo en secreto?
Laman apretó los dientes. Había declarado claramente su demanda, pero el otro lado no estaba escuchando. ¿Los habían confundido con ladrones? Dado que el otro lado ya los estaba atacando, era demasiado tarde para intentar resolver el malentendido a través del diálogo. Su maestro les había dicho que siguieran en secreto el rastro del niño. Si querían llevar a cabo su orden correctamente, en lugar de intentar resolver la confusión, sería mejor permitir que esta confusión continuara.
—Dejemos que crea que somos ladrones— decidió Laman.
Solo necesitaban someter al niño primero, luego robarían una cantidad moderada de dinero y se irían. Este método no era la forma más limpia de hacerlo, pero tal vez este atraco convencería a este chico de regresar por donde había venido.
Para Laman, esto no parecía un resultado tan malo. Si ese chico hubiera seguido avanzando sin cambiar su dirección mañana, entonces Laman habría tenido que intervenir de alguna forma de todos modos. El maná de Laman cubrió su kukri volviéndolo una espada de fuerza de color gris.
Los ojos de Eugenio se iluminaron cuando vio esto. Ser capaz de crear la espada de fuerza, que era el siguiente nivel de la espada de luz, significaba que su oponente era un guerrero bastante hábil.
“Ha pasado bastante tiempo”, pensó Eugenio con anticipación.
En los últimos dos años, Eugenio había pasado la mayor parte de su tiempo respirando el olor a tinta en lugar del olor a sangre, y por lo general había estado sosteniendo una pluma y un papel en lugar de una espada u otras armas. Como resultado, su cerebro había sido mucho más usado que su cuerpo. Aunque se había asegurado de hacer ejercicio en los laboratorios todos los días, había pasado mucho más tiempo aprendiendo magia y trabajando en su tesis.
Además, mientras hacía ejercicio en los laboratorios, Eugenio siempre estaba solo. Mientras estaba en la propiedad principal de los Lionheart, había tenido a Cyan, Gilead, Gion y otros caballeros para que sirvieran como sus compañeros de entrenamiento.
Habían pasado dos años desde la última vez que peleó seriamente con alguien así.
Eugenio se sintió encantado por esta sorprendente revelación. Ciertamente, aprender magia había sido divertido, pero tanto en su vida anterior como en la actual, Eugenio descubrió que mover su cuerpo era aún más divertido.
Laman había mostrado la espada de fuerza, pero no dio un golpe. Solo había sacado su kukri para mostrarse como una amenaza y hacer que Eugenio se detuviera.
Pero pronto, Laman se dio cuenta de que las cosas no estaban saliendo como él pretendía.
Ese joven de diecinueve años del Clan Corazón de León todavía estaba avanzando contra su grupo de diez, a pesar de que este era un desierto sin nadie alrededor para ayudarlo.
Incluso en la noche oscura y con Laman mostrando claramente la existencia de su espada de fuerza justo en frente de él, Eugenio no mostró ni rastro de miedo. En cambio, parecía divertirse de alguna manera cuando las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa.
Al ver esta sonrisa, Laman supo que ya no podía pensar en su oponente como un joven que aún no había experimentado su ceremonia de mayoría de edad. Este era definitivamente un joven león que se había vuelto lo suficientemente fuerte como para liderar su propia manada.
La Capa de la Oscuridad revoloteaba alrededor de los hombros de Eugenio mientras corría, cubriendo sus brazos y haciéndolos difíciles de ver.
Mientras Laman se arrastraba hacia atrás, levantó su kukri un poco más.
¡Boom!
Con un estruendoso sonido de la capa de Eugenio, una luz blanca partió la oscuridad. Con un gruñido, Laman agitó su kukri. No fue solo un corte a medias destinado a actuar como un elemento disuasorio. Laman había sentido instintivamente que hacerlo de ese modo no sería seguro, y pronto se demostró que tenía razón.
¡Clank!
Una hoja de color azul plateado salió de la capa de Eugenio y chocó con el kukri de Laman. O al menos, Laman había esperado una colisión. Pero estaba equivocado. En lugar de una colisión igual, fue golpeado con una fuerza abrumadora. El kukri de Laman fue torcido hacia arriba, y sus muñecas y brazos ahora palpitaban de dolor.
“¡Ugh!”
Laman rápidamente se arrojó hacia atrás con un grito ahogado. El choque terminó en un instante, pero sus hombres ya se estaban moviendo. Su lugarteniente, que estaba ligeramente detrás de él, ya estaba sosteniendo su propio kukri.
El teniente corrió rápidamente hacia adelante para enfrentarse a Eugenio en lugar de Laman que se retiraba. Pero mientras corría hacia adelante, de repente se congeló. Porque Eugenio ahora sostenía una ballesta cargada en su mano izquierda.
Pero, ¿cuándo tuvo Eugenio una oportunidad para sacarla? Hasta ahora, su mano izquierda había estado vacía.
¡Shshsh!
Mientras se deslizaba por la duna de arena, Eugenio mantuvo su ballesta levantada.
El teniente no podía apartar la mirada del rayo dirigido precisamente a su pecho. No habría tenido tanto miedo si solo hubiera sido la flecha. El teniente era un guerrero habilidoso que incluso podía atrapar una flecha cuando volaba hacia él.
Sin embargo, no pudo hacer nada con la arena debajo de él de repente tragando sus pies.
—¡Un hechizo!
No hubo encantamiento. El hechizo acababa de activarse de repente. El teniente rápidamente intentó liberarse, pero el hechizo de Eugenio no solo se detuvo al colapsar el suelo debajo de él. Dirigida por el maná, la arena se formó en docenas de tentáculos que se envolvieron alrededor de las piernas del teniente.
—¿Cómo te atreves?
Los otros subordinados de Laman también avanzaron hacia adelante. Solo entonces Eugenio soltó su ballesta.
¡Twang!
El teniente no pudo esquivar el disparo. Afortunadamente, solo perforó su hombro, no su pecho, pero no importaba dónde había golpeado, recibir un disparo de ballesta todavía dolía.
Eugenio no solo había desatado una flecha de ballesta. Docenas de misiles mágicos también brillaron a través de la oscuridad a su lado.
Fue solo entonces que Eugenio habló: —¿Quiénes son? —
Laman no pudo responder de inmediato.
Justo ahora, los únicos que aún estaban de pie eran Eugenio y Laman.

Capítulo 59.2

Maldita reencarnación (Novela)