Capítulo 65

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 65: La tumba (1)
Aunque acababa de saltar al agujero, Eugene no quería aterrizar en el fondo sin ninguna protección. Así que envolvió su cuerpo en el viento de su espíritu invocado y miró hacia las profundidades del agujero.
“Es justo como dijeron”
Podía ver algo como una puerta en el fondo del agujero. Se instaló una enorme puerta hecha de algún material desconocido en lugar de un piso.
La puerta no estaba bien cerrada. Había una abertura lo suficientemente grande para que la gente entrara y saliera. Al ver esta intrusión con sus propios ojos, el cabello de Eugene no pudo evitar erizarse con rabia e intenciones asesinas.
La puerta se había descubierto hacía seis años, pero a los chamanes de arena de Nahama les había sido imposible abrirla con sus capacidades.
Por eso habían llamado a Amelia Merwin para que abriera esa puerta.
Crick
Los dientes de Eugene rechinaron unos contra el otros. Con impaciencia, Eugene aceleró su caída hasta que estuvo flotando justo en frente de la puerta, pero no la atravesó de inmediato. En cambio, respiró hondo unas cuantas veces y calmó sus emociones hirvientes.
Aún no se había confirmado que lo que había dentro era realmente la tumba de Hamel. Tal vez… tal vez no era su tumba, sino algo completamente diferente, como una mazmorra antigua. Eugene no quería sentirse decepcionado después de haberse hecho ilusiones por nada.
“Aunque ese no debería ser el caso”, murmuró Eugene para sí mismo.
No había marcas o grabados especiales en la puerta. Si hubiera quedado algo de magia en ella, Eugene podría haber adivinado el estilo de las protecciones que se le habían lanzado o el nivel de magia utilizado, pero los hechizos lanzados en la puerta ya se habían roto.
Dado que ese era el caso, no tuvo más remedio que entrar y verlo él mismo. Eugene se abrió paso a través del hueco de la puerta.

El camino continuaba al otro lado de la puerta, conduciendo aún más bajo tierra. Pero el entorno ya no era de tierra sino de metal, el mismo material del que estaba hecho la puerta.
“Parece una aleación de metal”
Pum
Eugene trató de golpear la pared con un puño infundido con algo de poder. Pero su fuerza no tuvo efecto, y el maná de puño también desapareció. Eugene se quedó mirando la pared durante unos momentos y luego miró hacia abajo.
¿Había intentado un dragón con las alas plegadas arrastrarse por este túnel?
Las paredes estaban abolladas por todas partes, agrietadas y destrozadas. Huellas que parecían provenir de un arma o una garra se superponían entre sí en un desorden caótico.
“Estas son…”
Mientras escaneaba estos rastros, Eugene continuó su descenso.
“…las huellas de una batalla”
Eugene pensó que existía la posibilidad de que se tratara de la guarida de un dragón. Sin embargo, la evidencia que había visto parecía demasiado violenta para ser las marcas que dejaría un dragón mientras se agitaba y daba vueltas mientras dormía.
“No estoy seguro... qué tipo de arma podría haber causado esto. ¿Son estos los cortes que quedan al balancear una espada? También parece que la pared podría haber sido apuñalada en algunos lugares... En primer lugar, el maná necesario para un ataque de este tamaño sería...”
Era imposible saber nada más de los rastros. Aunque Eugene estaba seguro de que estos eran los rastros dejados por una batalla, no podía adivinar cuántas personas había, por qué habían peleado o cómo habían peleado.
A pesar de que sentía que no podía simplemente ignorar estos rastros, no parecía que continuar examinándolos produciría más resultados. Eugene apartó su atención de la pared y continuó descendiendo.
Al hacerlo, se dio cuenta de algunas cosas.
Este pasaje debe haber escondido originalmente docenas, tal vez incluso cientos, de trampas. Sin embargo, ya sea porque todas quedaron estropeadas en la batalla que tuvo lugar o porque se encargaron de ellas cuando Amelia Merwin irrumpió, todas las trampas habían sido destruidas.
“...No es como si yo fuera una especie de Emperador. Entonces, ¿no sería demasiado poner tantas trampas en mi tumba?”
Este pensamiento hizo que su conclusión inicial se sintiera inestable. No importa cómo lo mirara Eugene, este lugar se sentía más como la guarida de un dragón que como la tumba de alguien.
Sin embargo, una vez que Eugene pasó por el pasillo y llegó al siguiente piso, esos pensamientos desaparecieron por completo.
Eugene estaba estupefacto mientras miraba hacia adelante.
En el centro del piso había una estatua. No había forma de que Eugene no lo reconociera. Era una estatua del aspecto que había tenido en su vida pasada, una estatua de Hamel.
Eugene tragó saliva y se dirigió hacia la estatua. La razón por la que pudo recordar tan claramente esta estatua y reconocerla no fue solo porque la estatua fue tallada a su imagen de su vida anterior. También fue porque Eugene había visto tal imagen una vez antes. En la Biblioteca Real de Aroth, Akron. Dentro del Salón de Sienna.
Sienna había dejado un registro de las apariciones de sus antiguos camaradas allí.

El Gran Vermut.
El Valiente Molon.
La Fiel Anise.
El Estúpido Hamel.

“Jaja”, Eugene se echó a reír mientras negaba con la cabeza.
La apariencia de esta estatua era idéntica a la imagen que había visto en el Salón de Sienna. Ojos sin ningún rastro de diversión, una postura encorvada y una cara que aún no había visto demasiadas cicatrices.
“Como dije, si vas a dejar un registro de mí, al menos debería tener una sonrisa”

Hamel Dinas
(Calendario Sagrado 421~459)
Fue un hijo de puta, un idiota, un imbécil, un tonto, un pedazo de basura.
Pero también fue valiente, fiel, sabio y gran tipo.
En recuerdo de este estúpido hombre, que se sacrificó por todos y fue el primero en dejarnos.

Se había colocado una piedra conmemorativa debajo de la estatua. Eugene se quedó allí sin comprender, mirando la piedra conmemorativa. Reconoció la escritura en ella.
En la letra grande de Molon estaba la palabra “valiente”
En la letra perfecta de Anise estaba la palabra “fiel”
En la letra torcida de Sienna estaba la palabra “sabio”
Y en la letra nítida de Vermut estaba la palabra “gran”
“Ah, mierda”, maldijo Eugene sin mala intención y se frotó la nariz.
Sus ojos se estaban nublando y su nariz se sentía tapada. Sintió la necesidad de frotarse los ojos, pero Eugene se negó a hacerlo. Aunque nadie lo estaba mirando, no quería admitir que realmente estaba llorando frente a esta estatua y la piedra conmemorativa.
“Ese tipo de palabras deberían haberlas dicho mientras estaba vivo. ¿De qué sirve escribirlas en mi lápida después de que haya muerto? ¿Cómo podría siquiera verlas, cabrones? Eugene se quejó mientras apoyaba una mano sobre la lápida.
Pero Eugene no podía permitirse perderse en sus propias emociones.
“Es extraño”
La estatua y la lápida estaban en excelentes condiciones. No se rompieron piezas y no mostraban signos de envejecimiento a pesar de los cientos de años que habían pasado desde que se crearon.
Pero eso no fue suficiente para ser considerado extraño. La magia era una herramienta conveniente. Si la magia de conservación se hubiera aplicado correctamente, los artículos podrían mantenerse durante cientos de años sin ningún signo de envejecimiento.
Eso fue a menos que se rompieran intencionalmente.
Ignorando las lágrimas que corrían por sus mejillas, Eugene miró a su alrededor.
Este lugar era una ruina. No pudo evitar verlo como tal.
Definitivamente se habían dejado rastros de batalla en el pasadizo, pero ver estas ruinas hizo que esos rastros se sintieran más como los resultados de un juego de niños. El piso aquí estaba agrietado o volcado, y cosas que parecían haber sido pilares habían sido clavados en las paredes y pisos como lanzas.
La estatua de Hamel y la piedra conmemorativa fueron las únicas cosas que no estaban rotas y aún intactas.
“¿Qué diablos pasó aquí?”
Doscientos años atrás, Sienna había detectado la muerte de su familiar y había dejado Aroth para viajar hasta aquí, a la tumba de Hamel.
¿Estalló una pelea inmediatamente después de eso? Por ahora, no podía evitar sospechar que eso era lo que había sucedido. Ella debe haberse encontrado con el ladrón de tumbas desconocido, y luego...
“Sienna es fuerte”, recordó Eugene.
Siempre fue fuerte, pero se hizo aún más fuerte después de la muerte de Hamel. Aunque Eugene realmente no sabía cómo había sido Sienna durante este tiempo, lo que observó de esta Sabia Sienna que había visto a través del Arte de la Brujería demostró que ella tenía que haber sido la hechicera más poderosa del mundo.
Si el intruso tuviera la capacidad de luchar contra Sienna, que tenía tanta fuerza...
“...entonces eso significa que Sienna... no pudo ganar”
Si Sienna hubiera ganado la pelea, de ninguna manera hubiera dejado este lugar en un estado de ruina tan espantoso.
Dado que ese era el caso, ¿podría haber muerto Sienna aquí?
“De ninguna manera”, se aseguró Eugene.
Eugene había visto un fantasma de Sienna en Aroth. No había sido solo una ilusión. Cuando lo encontró en la plaza frente al banco, el fantasma de Sienna pudo transmitir claramente lo que estaba tratando de decir: te encontré.
“Entonces ella debe haber sido herida durante la pelea que tuvo lugar aquí... luego se escondió en algún lugar”
Por el momento, no tenía más remedio que creer eso. Eugene se rascó la cabeza con frustración. ¿Quién diablos podría haber empujado a Sienna tan lejos? ¿Podría haber sido un demonio? ¿Había un Rey Demonio detrás de esto? Entre el Rey Demonio del Encarcelamiento y el Rey Demonio de la Destrucción, ¿cuál de los dos podría ser?
¿Y qué razón podrían tener para hacerlo? Hamel había muerto. Incapaz de ver su intento de conquistar el castillo del Rey Demonio del Encarcelamiento hasta su conclusión, Hamel había fallecido antes. Luego, un juramento desconocido había impedido que los dos Reyes Demonio de Helmuth hicieran movimientos durante los últimos trescientos años.
¿Qué razón podría haber para que estos Reyes Demonio rompieran su silencio e hicieran tal movimiento? No hay forma de que hayan venido a la tumba de Hamel para presentar sus respetos... entonces, ¿qué razón podría tener un Rey Demonio para venir aquí?
Mientras se rascaba la cabeza, Eugene se dio la vuelta en el acto. No importa cuánto lo pensó, no se le ocurrieron suposiciones plausibles. Al final, solo había una solución para resolver este misterio. Necesitaba encontrar el lugar, no imparta en que parte del mundo, donde estuviera escondida Sienna. Aunque Eugene actualmente no sabía dónde estaba, la mejor manera de averiguar exactamente qué sucedió hace cientos de años era buscarla.
“Luego de mirar el lugar un poco más”
No quedaron rastros en estas ruinas además de la estatua y la piedra conmemorativa. Mirando este espacioso interior y todas las estructuras rotas, parecía que todo tipo de cosas habían sido almacenadas aquí antes de que el lugar se convirtiera en un desastre... Pero por ahora, Eugene solo echó un vistazo rápido a su alrededor.
Eugene examinó los pilares que habían caído al suelo. Era difícil de ver debido a todas las grietas, pero si mirabas de cerca, estaban inscritas con palabras que tenían aproximadamente el mismo tamaño que las semillas de sésamo. Estas palabras formaban parte de las técnicas mágicas utilizadas para crear la tumba, pero la escritura estaba tan fragmentada que era imposible decir cuál era su forma original.
Pero no todo fue solo magia. Además de las runas mágicas garabateadas de Sienna, también se habían escrito otras cosas en ellas.
Dios Todopoderoso de la Luz, por favor protege y cuida a este tonto cordero. Guíalo con amor y misericordia a su descanso después de su arduo viaje, e incluso cuando la oscuridad caiga sobre el camino de este cordero, por favor muéstrale el camino con tu luz.
“Anise, hija de puta. Te dije que no creo en los dioses”
Quema los pecados que ha cometido durante su vida con tu llama sagrada. Y por favor ábrele la puerta al cielo, que esté lleno de paz y felicidad, no la puerta donde solo le espera el dolor y la desesperación. Si sus buenas obras no son suficientes para que él entre al cielo, por favor permíteme asumir sus deudas para que algún día podamos reunirnos.
“Maldita perra”, dijo Eugene con un suspiro y palmeó el pilar caído.
Eugene podía imaginar claramente cómo se veía este sitio antes de que se convirtiera en ruinas. No fue tan difícil recordar cómo debe haber sido porque podía recordar claramente qué tipo de personas habían sido sus compañeros.
Molon, ese idiota, debe haber erigido estos pilares con una cara llena de lágrimas y mocos que no se ajustaban a su cuerpo musculoso. Aunque habría sido sencillo hacer ese trabajo usando magia, Molon habría insistido en hacerlo personalmente. Molon podría incluso haber sido el que personalmente cavó todo el camino a través de la tierra hasta estas profundidades.
Sienna, esa chica también habría estado llorando. Justo antes de que Hamel muriera, Sienna había estado llorando más que nadie. Molon habría intentado hacer la estatua él mismo, solo para que Sienna le gritara que no fuera tan desagradable. Entonces habría hecho una estatua de Hamel basada en la imagen que tenía guardada de él en sus recuerdos.
Mientras tallaba oraciones en estos pilares, Anise habría señalado algo sin siquiera mirar la estatua. Habría preguntado, ¿no crees que Hamel era más feo que eso? Mientras continuaba exudando el leve olor a alcohol, Anise habría hecho todo lo posible por contener las lágrimas. Así era Anise incluso cuando Hamel se estaba muriendo. Mientras tomaba sorbos de la poca agua bendita que le quedaba, Anise le había pedido que considerara convertirse a su religión… y al final, le había dado un último trago.
En cuanto a Vermut.
¿Habría estado llorando? Eugene simplemente no podía imaginar la apariencia de Vermut derramando lágrimas. Tal vez... podría haber seguido culpándose a sí mismo incluso después de haber recorrido todo este camino. Todavía insistiendo en que no había necesidad de que Hamel empujara a Vermut fuera del camino de ese ataque solo para ser impactado por el golpe que finalmente lo había matado. Vermut incluso podría haberse culpado a sí mismo por obligar a Hamel a convertirse en el tanque del equipo. Después de todo, no tenían otra opción que usar a Hamel en esa posición cuando se enfrentaban a los dos subordinados más fuertes del Rey Demonio del Encarcelamiento, el Bastón y el Escudo.
En los recuerdos de Eugene, no, en los de Hamel, Vermut era ese tipo de persona. Tanto antes como después de entrar a Helmuth, al ver los cadáveres de aquellos que habían sido asesinados por bestias demoníacas, gente demoníaca, monstruos y otras cosas similares... Vermut también decía lo mismo a pesar de que estos cadáveres no tenían nada que ver con él.
Podría haberlos salvado.
Se suponía que debía salvarlos.
No tenían que morir.
Decir cosas así era el mal hábito de Vermut. Especialmente cada vez que sus camaradas sufrían una herida inevitable durante su viaje. Incluso cuando habían logrado sobrevivir después de derrotar a un poderoso enemigo. Mientras todos los demás se emborrachaban de alegría y una sensación de logro, sin preocuparse por el dolor de sus heridas, Vermut reflexionaba sobre sus errores.
No había necesidad de que te lastimaras.
Debería haber sido mejor.
Vermut murmuraría tales auto-recriminaciones.

—Idiota, ¿por qué vuelves a decir tantas estupideces? ¿Qué quieres decir con “no había necesidad de eso” y “debería haber sido mejor”? Oye, ¿crees que eres un dios? Eres solo un humano como nosotros, ¿no? Entonces, ¿qué te hace pensar que puedes hacer todo por ti mismo? Si pudieras hacer eso maldito, ¿por qué nos traerías contigo?
—Hamel, deja de molestar a Sir Vermut.
—No te metas, Anise. También chasqueaste la lengua hace un momento. ¿De verdad crees que no me daría cuenta de tu deseo de hacer entrar en razón a este bastardo y hacerle darse cuenta de que está siendo un imbécil al decir esas tonterías?
—No chasqueé la lengua por Sir Vermut. Chasqueé la lengua porque sabía que dirías alguna tontería.
—Realmente nos estás tratando a ambos como un par de tontos.

Mientras recordaba el pasado, Eugene recordó una conversación que nunca más podría tener lugar. Aunque había llorado un poco cuando vio la estatua y la piedra conmemorativa, estas malditas lágrimas fluían una vez más. Como la última vez, Eugene se negó a secarse las lágrimas. En cambio, simplemente permitió que fluyeran hacia abajo. No trató de detenerlas o retenerlas.
Si no es en un momento como este, ¿cuándo más se supone que lloraría?
“...Todo lo demás está roto, pero...”
Solo había un lugar que no parecía haber sido destruido.
Había una puerta en la pared detrás de la estatua. Eugene lo miró fijamente. A diferencia de la estatua y la piedra conmemorativa, que no tenían rastro de daño, la puerta mostraba muchos rasguños.
Sin embargo, no había sido completamente destruida. Eugene se acercó a la puerta. Aunque parecía intacta en la superficie, el interior de la habitación también pudo haber sido destruida. Por ahora, eso era todo lo que podía esperar. Eugene no quería poner sus esperanzas demasiado altas.
Creeak.
La puerta no estaba cerrada. Mientras respiraba hondo, Eugene abrió la puerta y miró dentro. Tal como había esperado, el interior de la habitación estaba hecho un desastre. Desde el techo hasta las paredes, nada parecía haber permanecido intacto.
Sin embargo, en el otro extremo de un largo pasillo había otra puerta sin un solo rasguño. Y alguien estaba sentado al pie de la puerta con la espalda apoyada contra ella.
Su apariencia hizo que Eugene inconscientemente jadeara. Debido a que no podía estar seguro de si algo podría suceder en algún momento, Eugene había estado en un estado constante de tensión. Pero, aun así, no había sido capaz de notar la presencia de este hombre. Y ese seguía siendo el caso incluso ahora. A pesar de tener ambos ojos en este hombre, Eugene todavía no podía sentir nada de él.
El hombre se levantó. Todo su cuerpo estaba cubierto con una armadura negra con un casco completo que cubría su rostro. Desde el interior de este casco, una luz roja repentina brilló.
—¿Quién eres tú? — Eugene exigió mientras miraba al hombre que se había puesto de pie. —¿Por qué estás sentado ahí, bloqueando esa puerta? —
La otra persona no respondió. En cambio, simplemente se tambaleó más cerca. El pelo de todo el cuerpo de Eugene se puso de punta. Podía sentir un poder demoníaco vicioso e intenso proveniente del sujeto blindado que caminaba hacia él.
“¿Un demonio?”
No, esta sensación era diferente. ¿Podría ser un humano que había hecho un contrato con un demonio? Mirando su apariencia y el aire a su alrededor, no podía ser un mago negro. Si ese fuera el caso, ¿podría ser un Caballero Negro? Un caballero caído que había jurado lealtad a un demonio a cambio de poder.
“No… no es eso”
Eugene no podía sentir ninguna fuerza vital emanando de este hombre. No era una bestia demoníaca, ni un demonio, ni siquiera un humano contratado.
Como tal, solo había una posibilidad en la que Eugene podía pensar.
“Un no-muerto”, concluyó Eugene.
Pero no hay forma de que pueda serlo, ¿verdad?
Cuando la cara de Eugene se contrajo, colocó una mano dentro de su capa.
—Te pregunté quién eres, hijo de puta— maldijo Eugene amenazadoramente.
—Ladrón— una voz ronca y agrietada sonó desde el interior del casco.
A juzgar por el hecho de que había respondido, parecía que esta cosa todavía tenía cierta capacidad de razonar.
—Tu nombre— gruñó Eugene mientras sentía una extraña mezcla de ansiedad, ira y deseo asesino.
Eligió no ocultar su evidente hostilidad. Su capa ondeó a su alrededor mientras las llamas azules envolvían a Eugene.
Eugene exigió una vez más: —Dije, que me digas tu nombre, hijo de puta—
—Yo soy— el no-muerto se calló.
El caballero no-muerto sacó su espada. Era una espada larga de tono negro. Una espada que Eugene no reconoció.
El monstruo no-muerto finalmente respondió a su pregunta: —Yo soy... el estúpido Hamel—
—¿Qué dijiste, hijo de puta? — Eugene ladró cuando esta respuesta lo tomó por sorpresa. —¿Hamel? ¿Tú? ¿Y estás afirmando ser el Estúpido Hamel así? —
¡Crack, crack, crack!
El piso debajo de los pies de Eugene se hizo añicos bajo la presión que estaba emitiendo.
“Yo soy Hamel”
Pero no había necesidad de que él dijera esto. Eugene no tenía intención de competir con este caballero no-muerto parado frente a él sobre quién era el verdadero Hamel. Eugene definitivamente era Hamel, así que, sin necesidad de pensarlo, el caballero no-muerto frente a él era falso.
Eugene sermoneó al falso: —Hamel nunca permitiría que ese maldito título pasara por sus propios labios—
El caballero no-muerto era solo un psicópata que pensó que era Hamel.
Esto significaba que el caballero no-muerto tenía que haber perdido la cabeza.
Pero, ese cuerpo…
¿Podría ser?
—Quítate el casco, hijo de puta— rugió Eugene mientras pateaba el suelo.

Capítulo 65

Maldita reencarnación (Novela)