Capitulo 254

La vida después de la muerte (Novela)

Capítulo 254: Segunda ronda


Caí hacia adelante, derrumbándome con fuerza sobre el gélido suelo de mármol del santuario, entonces, un charco carmesí oscuro comenzó a extenderse a mi alrededor.

Luchando contra la sensación entumecedora que amenazaba con arrancarme la conciencia, me alejé de la puerta, desesperado por alejarme lo más posible de esas monstruosidades.

—Arthur. —murmuró Regis con voz suave.

Con la plétora de heridas punzantes clavando en mi cuerpo y mente, me concentré en tratar de mantenerme con vida.

Llevando una mano temblorosa sobre mi hombro, agarré el asta de una de las flechas de hueso alojadas en mi espalda.

Ahogué un grito mientras las lágrimas rodaban por mi rostro; sin maná para proteger mi cuerpo y adrenalina para mitigar el dolor, incluso tocar la flecha me hizo sentir inmensidad de dolor ardiente a través de mi espalda.

Dejando escapar un grito gutural, rompí la flecha. Me invadió una oleada de náuseas y vomité en el suelo; al no tener nada en el estómago, todo lo que expulsé fue agua y ácido estomacal hasta que dejé de vomitar.

Mi cuerpo tardó unos minutos en calmarse; sinceramente, podría haber pasado más tiempo, ya que me desmayé varias veces en el proceso. Reuniendo la poca fuerza que me quedaba, llevé la flecha de hueso a mi boca.

—No vas a—oh, sí, así que sí lo vas a hacer. —Regis me miró con una mueca, pero no me importó; el aura etérea era alimento puro para mí, de hecho, ya sentía que la fuerza volvía a mi cuerpo.

Rompí la otra flecha alojada en mi costado, apenas fui capaz de evitar vomitar; luego también consumí la esencia etérea de esta mientras pensaba en cómo iba a salir de aquí ahora que solo tenía una pierna.

El charco carmesí que se había creado debajo de mí comenzó a secarse, una buena señal, indicaba que ya no estaba sangrando.

Después de pulir ambas flechas, me arrastré hasta la fuente; tragué varias bocanadas de agua clara y fría a la vez que mi cuerpo se relajaba y mis párpados se volvían más pesados, más tarde me recosté contra el costado de la fuente de mármol y dejé que la inconsciencia me tragara.

***

Fui sacado con brusquedad de mi sueño por un ataque de tos, fue como si me hubiera estado ahogando en mi sueño; me agarré el pecho, jadeando como quien clama por aire mientras las heridas en mi espalda ardían.

De repente, Regis salió disparado de mi pecho.

—¿Qué demonios has estado haciendo? —pregunté, controlando mi respiración.

—Te juro que no fui yo, bien, tal vez tuve algo que ver. —respondió Regis con una expresión de culpabilidad, por lo que le lancé una mirada que lo hizo retroceder unos metros más. —Te diré lo que descubrí mientras dormías, pero antes, ¡mira tu cuerpo!

Confundido, miré hacia abajo preparándome para lo peor; me habían disparado tres veces en la espalda y una vez en la pierna izquierda para que luego esa misma pierna fuera destrozada por una escopeta que solo podía imaginar que usaba el mismísimo Satanás.

Sin embargo, cuando mi mirada llegó a mis piernas, no pude evitar dejar escapar un suspiro agudo; allí estaba mi pierna izquierda, desnuda desde el muslo hacia abajo pero completamente intacta y sin un rasguño; toqué, pinché y pellizqué mi pierna para asegurarme de que fuera real, para asegurarme de que realmente era mi pierna.

—¡Genial, eh! Eres como una especie de estrella de mar o una extraña araña. —dijo Regis emocionado.

Solté una carcajada, incapaz de contener mi alivio. —¿No puedes pensar en una mejor forma de vida para compararme?

—Bueno, iba a decir lagarto pero solo pueden volver a hacer crecer sus colas y técnicamente eso no es…

—Está bien, entiendo. —me reí entre dientes antes de examinar mi pierna más de cerca. —Me he curado de algunos cortes y heridas punzantes, pero mi pierna izquierda fue completamente destruida, ¿tienes alguna idea de cómo pude hacer eso?

—Estaba por llegar a eso —respondió Regis. —No sé cómo se te ocurrió la idea de comerte el éter proveniente de esos monstruos, pero eso te salvó, no, hizo más que salvarte.

—¿Qué quieres decir?

—Tu fisiología en este momento no es ni humana ni asura, es algo intermedio debido al arte de éter del sacrificio que Sylvie usó contigo; el problema que tuviste una vez que volviste en sí fue que tu núcleo de maná resultó dañado hasta el punto de lo irremediable. Por lo que, a diferencia de un lesser, sin un núcleo de maná en funcionamiento y bastante poderoso para cumplir su función, no puedes sostener esta complexión.

—Eso no tiene ningún sentido, ¿cómo mi propio cuerpo no podría soportar... mi complexión? —pregunté.

—Si piensas por qué los asuras son tan innatamente poderosos, es porque a diferencia de los lessers, su cuerpo depende del maná para funcionar. Los núcleos de maná de los asuras, desde el momento en que nacen, proveen maná constantemente incluso para mantener sus propias vidas; por lo que si sus núcleos de maná se destruyeran, todo su cuerpo colapsaría lentamente.

Hice una mueca. —Entiendo, entonces, como no tengo un núcleo de maná, ¿mi cuerpo se está muriendo lentamente?

—Estaba, hasta que comenzaste a comer salvajemente el éter de esos monstruos como un zombi hambriento. —explicó Regis. —Después de eso, tu cuerpo comenzó a mantenerse un poco mejor.

Me miré las manos y los pies, maravillándome de lo diferente que era este cuerpo en comparación con el anterior. No era solo mi apariencia exterior lo que había cambiado.

—Y lo más genial de todo... ¿Recuerdas cuando dijiste, “Regis, colócate en mi mano”? —Regis dijo con una voz irritantemente similar a la mía. —Bueno, pensaste que era mi éter lo que estabas manipulando, ¿verdad? Pero, en realidad, era el éter que ya tenías dentro de tu cuerpo. Luego, por alguna razón, cuando entré en tu mano, todo el éter que habías consumido, el cual se había esparcido por todo tu cuerpo, vino hacia mí.

—Interesante... espera, ¿eso significa que básicamente puedes extraer éter de mi cuerpo y usarlo para ti? —pregunté desconfiado.

—Tal vez —respondió Regis antes de continuar apresuradamente. —¡Pero no lo hice! Bueno, tal vez un poco, ¡pero solo luego de descubrir que tu vida no estaba en peligro! Antes, entré en tu pierna y me aseguré de que todo el éter que te quedaba en el cuerpo se concentrará en regenerarlo; es por eso que tu pierna está en perfecto estado mientras que las heridas en tu espalda no están completamente curadas.

Dejé escapar un suspiro, cansado por cómo mi propio compañero intentaba jugármela.

—Mira, podría acercarme a esa puerta y activar el límite de alcance para causarte dolor–y una mierda, dame unas horas y pensaré en formas aún más creativas de castigar tu trasero incorpóreo, pero no creo que mantenerte a raya sea lo mejor si queremos salir de aquí.

Los ojos de Regis se abrieron ante la idea antes de asentir con fervor.

—Entonces, lo que tratas de decir es que el éter que consumo se esparce por mi cuerpo, nutriéndolo y fortaleciéndolo momentáneamente antes de que se termine, ¿correcto? —pregunté.

—Sí; por lo que deduje, el éter trata de mantenerte en estado óptimo, por lo que prioriza la recuperación de las heridas, por lo que probablemente no te sientas mucho más fuerte ahora.

—Bueno, y supongo que si consumes el éter en mi cuerpo, también te volverás más fuerte de alguna forma, ¿No?

—Así es, de hecho, los efectos son visibles, ¿no te diste cuenta?

Levanté una ceja. —¿Darme cuenta de qué?

—¡Mis cuernos! ¡Crecieron como un octavo de pulgada!

Lo miré fijamente sin expresión alguna hasta que soltó una tos.

—De cualquier modo... ¿qué estabas diciendo, mi simpático maestro?

Señalé la puerta de metal a unos metros de distancia. —Vamos a volver ahí e intentar recolectar la mayor cantidad posible de esencia de éter, ya sea de las flechas o de esas quimeras, y luego regresaremos aquí.

Los ojos de Regis se agrandaron —¿En serio? ¿Cuántas veces haremos eso?

—Hasta que sea lo suficientemente fuerte como para matarlos a todos. —dije con naturalidad.

Cruzar la puerta y luego volver hasta el punto de activación en el pasillo no fue más fácil la segunda vez, de hecho, el saber lo que venía en realidad empeoró las cosas, pero esta vez mi cuerpo se sentía un poco más ligero y más fuerte, además sabía qué esperar.

Con un estruendo y una explosión de fragmentos de piedra, la quimera que empuñaba un arco se liberó primero de su estatua, al igual que la última vez; después eché a correr hacia la puerta del santuario, no podía permitirme ser rodeado.

El objetivo era sencillo; consumir tanto éter de las quimeras como pueda mientras sufro la menor cantidad de lesiones posibles. Cuantas menos heridas tuviera, más éter que consumiera se destinaría a fortalecer a Regis y a mi propio cuerpo.

—Entonces —comenzó Regis mientras seguíamos huyendo a la vez que más estatuas de piedra comenzaban a astillarse. —¿Dividimos el éter 50/50?

—Buen intento. —me burlé. —80/20, pero después de que mis heridas hayan sido curadas.

Regis chasqueó la lengua... o emitió un sonido parecido. —tacaño opresor.

—Tal vez si te conviertes en un arma real de algún tipo después de volverte más fuerte, puedo asignarte un poco más. —respondí actuando algo engreído.

Los dos nos separamos cuando la quimera saltó del podio en el que estaba y aterrizó con un 'pum'; enseguida fijando sus pequeños ojos en mí, abrió su mandíbula llena de dientes como agujas y dejó escapar un chillido monstruoso que envió escalofríos por mi columna.

Mantener el equilibrio en este cuerpo mientras me movía algo más rápido que una caminata apresurada requería más control que cuando era un niño pequeño.

Aún así, está vez me las arreglé para llegar lo suficientemente cerca de la puerta del santuario sin tropezarme, dándome la vuelta para enfrentar a la quimera, observé cómo se arrancaba una de sus vértebras puntiagudas y la colocaba en su arco de hueso.

La quimera lanzó su ataque, haciendo que la flecha de hueso saliera disparada con un aullido penetrante que rasgaba el aire.

Rodé para esquivar el ataque, aunque sin confiar en mí plenamente, al final logré mi objetivo por un pequeño margen. Cuando la flecha golpeó la pared, toda la habitación tembló, y antes de que pudiera recuperarme, la quimera ya tenía dos flechas listas para disparar en su arco.

“No hizo eso la última vez”, pensé.

Afortunadamente, Regis llegó junto a la quimera en ese momento y se puso a moverse locamente alrededor de su cara.

Las flechas no dieron en el blanco, lo que me dio algo de tiempo para arrancar los astiles en la pared de piedra; guardé una flecha para más tarde y consumí la esencia etérea de la otra.

Las cosas parecían ir más o menos según lo planeado durante los primeros minutos hasta que se desató la segunda quimera, luego la tercera y una cuarta... y una quinta.

—¡Están saliendo más rápido esta vez! —Regis rugió, aún manteniendo la primera quimera ocupada.

Maldiciendo por dentro, mi mirada se desplazó entre las tres quimeras que corrían hacia mí como animales frenéticos que empuñaban armas y la entrada de regreso al santuario.

Enterré la tentación de abandonar pronto; no estaba herido y había consumido un poco de éter, pero no era suficiente ahora. Mi plan inicial de cosechar algunas flechas de la quimera que empuñaba el arco, para volverme más fuerte con el tiempo, se había ido por el desagüe ahora que la posibilidad de que las quimeras se liberaran más rápido en cada intento había surgido.

No era lo suficientemente fuerte como para vencerlos en esta ronda y necesitaba ser mucho más fuerte para la próxima ronda o no tendría ninguna esperanza de pasar este piso, y mucho menos toda esta mazmorra.

La quimera empuñando un látigo hecho de la columna de una gran serpiente me alcanzó primero; su arma se desdibujó en un aluvión de golpes, barridos y azotes, cada uno de los cuales creó grietas y astilló el suelo.

Mis instintos de batalla fortalecidos y mis décadas de conocimiento en lucha compensaron la poca fuerza y ​​control que tenía sobre este cuerpo; me agaché, rodé y zigzagueé ante los ataques del látigo con púas, pero apenas estaba resistiendo incluso antes de que las otras dos quimeras nos alcanzaran.

La habitación pronto se convirtió en un caos; Regis hacía todo lo posible para luchar contra la quimera que empuñaba el arco y la otra que usaba la escopeta mientras yo me ocupaba del resto.

Me aferré a las quimeras con el fin de consumir sus esencia etérea, tan pronto como sus ataques fallaron y sus armas quedaron atrapadas en el suelo debido a la fuerza de sus ataques, para regenerar las heridas acumuladas durante este pequeño jueguecito.

De vez en cuando, la habitación retumbaba después de que la escopeta disparara a alguna parte. Afortunadamente, Regis estaba haciendo su parte.

—¡Cuidado! —Regis gritó de repente.

Mi mirada inmediatamente aterrizó en la quimera con arco lista para lanzar tres flechas antes de darme la vuelta y evitar el movimiento de la quimera con espada.

Logré esquivar la espada justo cuando escuché los aullidos mortales de las flechas. Siguiendo el fluir del momento, agarré el brazo de la quimera con espada y levanté a la quimera sobre mi hombro en alineación con las tres flechas.

El puro impacto de las flechas que golpearon a la quimera con espada me derribó y me hizo caer hacia atrás mientras la quimera con espada se derrumbó conmigo y aterrizó sobre la quimera con látigo.

Observé emocionado como la quimera se retorcía de dolor y justo cuando un atisbo de esperanza se manifestaba en mí, un borrón pasó zumbando y el extremo romo de la lanza de la otra quimera me dió de llenó.

Apenas logrando amortiguar el golpe con mis brazos, dejé escapar un grito ahogado cuando el aire fue forzado a salir de mis pulmones.

—¡Arthur! —escuché a Regis gritar mientras salía disparado hacia atrás y golpeaba la pared con tanta fuerza que sentí que algo más que la pared se partía detrás de mí.

Me derrumbé en el suelo y sentí la sangre acumulándose debajo de mí incluso más rápido que cuando perdí una pierna; mis dos brazos se habían roto por protegerme del golpe y mi conciencia empezaba a vacilar.

Contorsionando mi cuerpo, saqué con mis dientes la flecha rota que había guardado y comencé a tragar la esencia etérea.

Mi brazo derecho seguía destrozado más allá de lo usable, pero ahora podía mover mi brazo izquierdo; con la fuerza volviendo lentamente, logré levantarme del suelo.

La salida de la habitación estaba a solo unos pasos a mi izquierda y la tentación de regresar se hacía más fuerte; sopesé mis opciones, tratando de encontrar la mejor manera de sobrevivir cuando un rugido bestial capturó mi atención.

La quimera con espada y la quimera con arco estaban peleando... una contra la otra.

La quimera con látigo y la otra con lanza se dieron cuenta de que todavía estaba vivo y se precipitaron hacia mí. Hace unos minutos, hubiera aceptado esto como mi muerte, pero ahora, un plan se había asentado en mi cabeza.

Mis ojos se fijaron en la quimera con látigo que iba un poco por delante de su amigo que sostenía la lanza y, tras una fuerte exhalación, corrí hacia ella.

La quimera reaccionó agitando su látigo esquelético mientras continuaba su carrera hacia mí; sin embargo, justo antes de que estuviera dentro de su alcance, giré bruscamente a mi derecha, casi tropezando en el proceso, y me dirigí hacia la quimera con lanza.

“Solo tengo una oportunidad.”

No queriendo que su presa escapara, la primera quimera me golpeó con su látigo con un fuerte 'shak'.

“¡Ahora!”

Levanté mi único brazo capaz de sostener el astil de hueso y bloqueé el extremo de la cola del látigo antes de que se envolviera alrededor de la flecha de hueso.

“Vamos…”

Ahora, con el extremo de la cola del látigo en mi mano, me sumergí justo debajo del movimiento en la sección media de la quimera con lanza y usé el látigo como un cable para trampas.

La quimera con lanza cayó hacia adelante y se estrelló contra la pared con un estruendo atronador.

Desafortunadamente para mí, el látigo que había estado sosteniendo se sacudió hacia atrás, llevándome junto con él.

Con un rugido de ira, la quimera se preparó para dar su golpe final con su pie presionando mi pecho, pero de pronto otro bramido resonó justo a nuestro lado.

“¡Lo logré!”

La quimera con lanza cargó implacablemente y clavó su lanza en el hombro de su amigo que sujetaba su látigo. Pronto, las dos quimeras estaban luchando entre ellas y todo lo que quedaba era la última etapa de mi plan.

La quimera con escopeta tardó en recargar su arma, pero cada ataque hizo un cráter en la pared o el piso del pasillo. Estaba agradecido de que Regis pudiera cegarlo lo suficiente para que no fuera una gran amenaza.

Ahora, necesitaba aprovechar ese poder abrumador.

—¡Regis! ¡Mantén sus ojos sin ver mucho pero haz que apunte hacia mí! —exclamé después de alejarme un poco de la pelea entre la quimera con látigo y la con lanza.

A diferencia de antes, mi compañero no cuestionó la orden y despejó la cara de la quimera con escopeta lo suficiente como para mantener su visión obstaculizada en su mayor parte.

Enfurecida, la quimera apuntó su arma a Regis, que estaba zumbando alrededor de su cara.

Sin perder tiempo, me puse delante de las quimeras con lanza y látigo logrando estar ahí justo cuando la quimera que Regis estaba acosando había cargado completamente su arma.

—¡Ahora! —rugí.

Regis voló hacia mí y me encontré mirando el cañón de la escopeta de la quimera una vez más.

Esta vez, sin embargo, fue a propósito.

Haciendo la sincronización hasta el último momento, salté fuera del camino justo cuando la quimera disparó, dejando que las balas fueran donde las quimeras con látigo y lanza.

Reprimiendo el dolor que me recorrió el brazo destrozado y la espalda miré asombrado lo que tenía ante mí.

La escopeta había perforado agujeros tanto en la quimera con lanza como en la con látigo, por lo que yacían inertes.

El plan había funcionado mejor de lo que esperaba.

Sin ni un segundo, corrí hacia las dos quimeras que estaban envueltas en el largo látigo de huesos y las arrastré hacia la puerta. Entonces, un rugido salvaje salió de la garganta de la quimera con escopeta y esto atrajo la atención de la quimera con arco y la con espada que habían estado peleando entre sí; las dos se miraron por un momento antes de que sus pequeños ojos se posaran en mí.

“Mierda.”

Jalé aún más fuerte, mis ojos pegados en la quimera con arco preparando su flecha y la quimera con espada corriendo hacia mí.

—¡Regis! —llamé sin poder ver la bola de fuego negra flotante en ninguna parte.

—Aquí —gimió Regis, manifestándose justo a mi lado. —No sabía que me tomaría tanto tiempo recuperarme después de ser eliminado.

Una flecha silbó y pasó rozándome la pierna mientras continuaba jalando los cadáveres de las dos quimeras hacia el santuario con un solo brazo.

Dejé escapar un rugido, reuniendo hasta la última gota de mi fuerza para jalar a las quimeras gigantes.

Otra flecha silbó; sin la fuerza ni el tiempo para hacer mucho más, giré mi cuerpo para que la flecha diera en mi hombro derecho, sacrificando así mi brazo herido para mantener el resto de mi cuerpo capaz.

Un dolor punzante quemó a través de mí y casi me caigo por la fuerza del golpe, pero me las arreglé para mantenerme de pie.

La quimera espada estaba a menos de tres metros cuando llegamos a la puerta y yo había activado las runas de éter para permitirnos escapar.

Arrastré a las dos quimeras a través del portal, e incluso mientras estaba físicamente dentro del santuario, mi corazón latía con fuerza contra mis costillas rotas cuando vi que el látigo se desenredaba lentamente de las dos quimeras.

Apenas logré jalar a la quimera del látigo a través del portal, para luego apresurarme hacia adelante y comenzar a tirar de la quimera de la lanza también, pero cuando el látigo alrededor de esta quimera se aflojó, sentí una gran fuerza jalando de él hacia atrás.

—¡No! —rugí viendo a la quimera de la lanza deslizarse a través del portal siendo jalada por la quimera con espada.

—¡Tenemos que cerrar la puerta! —Regis gritó saliendo disparado de mi mano.

—¡Maldición! —gruñí antes de rendirme y cerrar la gran puerta de metal.

Capitulo 254

La vida después de la muerte (Novela)