Capítulo 362: El Reino Demoníaco (3)

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 362: El Reino Demoníaco (3)


 


 


 


Eugene usó el Hechizo Dracónico muchas más veces, pero todo fue en vano.


 


 


 


La primera vez que usó el hechizo, Eugene escuchó gritos y sollozos, seguidos de un golpe al final.


 


 


 


¿Sería diferente cuando se acercaran al Mar de Solgalta, al estar más cerca de la tierra sagrada de Agaroth?


 


 


 


Eugene no podía confiar en esa pequeña esperanza. La revelación de Agaroth y los recuerdos que vio a través del anillo eran de tiempos pasados, un período de tiempo antes de que existiera Eugene o Hamel, de la época conocida como la Era de las Leyendas.


 


 


 


Eugene tenía curiosidad sobre su verdadera naturaleza. Sin embargo, con su curiosidad vino un miedo innegable, porque la revelación y los recuerdos que había visto eran desgarradores.


 


 


 


Había sido testigo de interminables montañas de cadáveres, olas que lo envolvían todo y un mundo tragado por la niebla, volviéndolo todo pálido y estéril. Para Eugene, ese espectáculo parecía el final de algo grande… tal vez una ciudad, posiblemente una nación o tal vez incluso una era. Cosas así estaban más allá de su comprensión.


 


 


 


Hace tres siglos, Vermut y sus camaradas lucharon contra los Reyes Demonio. Pero ¿y si no los hubieran confrontado? ¿Y si no hubieran podido derrotar a los Reyes Demonio? ¿Qué podría haber sucedido en esa época?


 


 


 


No estaba claro la razón de los Reyes Demonio para invadir el continente. Eugene no conocía sus intenciones. Sin embargo, Eugene no pudo evitar pensar que los Reyes Demonio no deseaban terminar con todo.


 


 


 


Los Reyes Demonio no deseaban aniquilar a la humanidad y borrar su civilización, tal como lo había visto en la visión.


 


 


 


Para Eugene, los Reyes Demonio de hace 300 años fueron conquistadores meticulosos y crueles. Eran grandes asesinos, pero no masacraron ciegamente a todos los humanos. Los corruptos fueron tomados bajo su protección y los prisioneros fueron tentados a corromperse.


 


 


 


Solo uno de los cinco Reyes Demonio intentó extinguir la vida humana sin pensar.


 


 


 


¡Crack!


 


 


 


—¡Argh! — Eugene hizo una mueca de dolor. Había intentado desesperadamente ver el pasado nuevamente con el Hechizo Dracónico, pero la magia había sido cortada a la fuerza. Frotándose las sienes, Eugene miró fijamente el Anillo de Agaroth.


 


 


 


—Sir Eugene, ¿se encuentra bien? — Mer había estado observando ansiosamente desde un lado y ahora corrió hacia Eugene al escuchar su grito.


 


 


 


La fórmula mágica de Mer está conectada con Akasha. Por lo tanto, Mer podía sentir la tensión ejercida sobre Eugene y Akasha por el lanzamiento repetitivo del Hechizo Dracónico.


 


 


 


—Estoy bien— gruñó Eugene.


 


 


 


—Creo que es suficiente por hoy. Lo digo en serio. Si no haces lo que te digo, me enojaré mucho— dijo Mer rotundamente.


 


 


 


Semejante magia fuerza demasiado la mente. Y si se corta abruptamente, el retroceso no terminaría en un mero esfuerzo mental. Si no fuera por la singularidad de Akasha y Eugene, cualquier otro mago se habría desmayado por el repentino retroceso.


 


 


 


—Entiendo— dijo Eugene. Por mucho que lo intentara, no se le reveló nada más. Por lo tanto, Eugene no tuvo más remedio que ceder.


 


 


 


La flota entraría al Mar de Solgalta al día siguiente si todo iba según lo planeado. Tal vez allí pueda ver u oír algo diferente.


 


 


 


“Quizás me espere una nueva revelación”, pensó Eugene esperanzado.


 


 


 


Una cosa de la que había que tener cuidado es la naturaleza del Mar de Solgalta, ya que tal vez sería imposible lanzar magia allí. Sienna se había jactado con confianza de que no sería un problema para ella, pero eso aún estaba por verse. No podían estar seguros de eso hasta que llegaron. Existe la posibilidad de que incluso perdieran la magia que impulsa su flota. En ese caso, tendrían que confiar en el método antiguo, en el que los marineros deben remar diligentemente para navegar.


 


 


 


De hecho, Sienna se había estado preparando para ese problema, aunque lo mencionó con mucha confianza. Incluso ahora, se había reunido con Maise para fortalecer los encantamientos lanzados sobre la flota.


 


 


 


—¿Por qué no dar un paseo para cambiar de humor? Puedes caminar conmigo por la cubierta y contemplar el mar— sugirió Mer.


 


 


 


—¿Crees que he perdido la cabeza? — cuestionó Eugene.


 


 


 


—Hmm, entiendo sus dudas Sir Eugene. Para salir de esta habitación, debe dejar de ser Sir Eugene y convertirse en Yuri. Personalmente, me gustaría ver más a Sir Eugene como Yuri, pero no te presionare para que te vistas como Yuri si tanto detestas la idea—


 


 


 


“¿Por qué menciona ese nombre con tanta frecuencia?” Eugene frunció el ceño y le lanzó una mirada severa a Mer.


 


 


 


—Mer-Mer Merdein, deja de provocarme con palabras sin sentido— dijo Eugene.


 


 


 


—No soy Mer-Mer, Lady Yuri— replicó Mer.


 


 


 


—¿Estás buscando una reprimenda? — preguntó Eugene con severidad.


 


 


 


—Ups, mi error. Sir Eugene, tú eres Sir Eugene y no Lady Yuri— Mer aplacó el ego herido de Eugene.


 


 


 


Luego, con una risita, se acurrucó en los brazos de Eugene. En respuesta, Eugene abrió su capa para acomodarla.


 


 


 


—Debes estar bastante aburrida— dijo Eugene.


 


 


 


—Por supuesto, apenas sales a cubierta. Lady Sienna está muy ocupada, y Lady Ciel está ocupada entrenando. Incluso Rai está ocupada ayudando al enano— Mer se quejó con un puchero.


 


 


 


—¿Enano? ¡Te dije que no usaras esa palabra! — Eugene la regañó.


 


 


 


—¿De qué otra manera llamaría a las personas de patas cortas sino enanos? Hmm, bueno, pido disculpas. Está mal de mi parte burlarme de ellos basándose en sus rasgos raciales. Si bien es cierto que Gondor es un enano, si consideramos la altura promedio de los enanos, él es bastante alto—


 


 


 


Mer estaba tratando de emular a Sienna o simplemente provocar una reacción de Eugene. De cualquier manera, no fue una conversación demasiado importante.


 


 


 


Eugene hizo una mueca y pellizcó la mejilla de Mer.


 


 


 


—Y… ah, no puedo ir allí— Mer murmuró, con su mejilla siendo apretada.


 


 


 


Eugene giró para mirar al otro lado de la habitación. Pudo ver a Kristina sentada en medio de un círculo de luz. Cada vez que susurraba una oración, el rosario resonaba con un brillo que luego se concentraba como si fuera una aguja.


 


 


 


Eugene estudió la expresión de Kristina y asintió levemente: —Muy bien, quédate aquí en silencio y no moles… —


 


 


 


De repente, su propia voz pareció distante. No, no era sólo su voz. Su mera presencia en la habitación parecía fuera de lugar.


 


 


 


Era como si su conciencia se hubiera separado de sus sentidos y de su cuerpo. Hubo una extraña sensación como si le estuvieran arrancando el espíritu.


 


 


 


No, no fue solo un sentimiento porque se vio sentado con la mano dentro de la capa. También vio a Kristina en el centro del círculo de luz y una figura superpuesta de Anise con ella.


 


 


 


La escena siguió en movimiento y la conciencia de Eugene se elevó aún más.


 


 


 


En la plataforma de entrenamiento vio a Carmen, Ciel y Dezra. Los ocupados miembros de la tripulación se apresuraban. El espíritu de Eugene siguió ascendiendo aún más alto, hasta alcanzar finalmente una altura desde la que podía observar toda la flota y contemplar el mar distante.


 


 


 


Eugene podía ver una niebla oscura acercándose desde la distancia.


 


 


 


De vuelta a su habitación, Mer se asomó por debajo de la capa y gritó: —¿Sir Eugene? — Ella ladeó la cabeza confundida. Aunque no podía saber lo que estaba experimentando Eugene, se dio cuenta de que algo andaba mal por su mirada vacía y su postura desplomada.


 


 


 


Mer rápidamente sacó su brazo de debajo de la capa y agarró a Eugene.


 


 


 


—¡Ugh…! — Su conciencia cesó su vuelo y regresó al reino de lo físico. Sobresaltado, Eugene se levantó bruscamente.


 


 


 


“¿Qué acabo de experimentar? ¿Una proyección astral? ¿Tan repentinamente? ¿Fue una visión de Agaroth?” La situación escapaba a su comprensión. Sin embargo, el paisaje que acababa de presenciar seguía vívido en su mente, la niebla avanzaba desde la distancia.


 


 


 


¿Podría realmente ser niebla? No era tenue sino oscura. Era diferente de las nieblas vistas en los recuerdos de Agaroth. Sin embargo, a diferencia de la niebla en la visión, esta niebla se acercaba en ese mismo momento.


 


 


 


—¡Ugh! — Eugene gimió porque no podía pensar con claridad. De repente, Kristina, que estaba canalizando el poder divino en el centro del círculo de luz, tosió sangre. Ella se llevó las manos a la boca y un río de color carmesí oscuro fluyó entre sus dedos.


 


 


 


—¡¿Kristina?! — exclamó Eugene alarmado antes de acercarse a ella.


 


 


 


Incluso mientras sangraba, el shock y la confusión llenaron sus ojos. Ella no podía comprender la repentina situación.


 


 


 


[Esto es…] la voz de Anise resonó en su mente.


 


 


 


Fue un golpe que no solo cortó el vínculo de sus almas, sino que también buscaba corromper la esencia misma de la Santa. Puede que Kristina no estuviera familiarizada con esas sensaciones, pero Anise no era ajena a ellas.


 


 


 


—¡Ah…! — Pronto, Kristina también se dio cuenta. La sensación que sentía ahora reflejaba el descenso del Rey Demonio del Encarcelamiento. Sin embargo, ella no había sangrado antes…


 


 


 


[Se debe a la diferencia de intenciones] Anise habló con evidente hostilidad. [En aquel entonces, el Rey Demonio del Encarcelamiento descendió sin ningún rastro de hostilidad. Pero ahora es diferente. No sé quién es, pero esta presencia es como la de un Rey Demonio repleto de hostilidad y locura]


 


 


 


Kristina rápidamente le tendió la mano a Eugene. Le costaba hablar debido al dolor, pero su intención era clara: necesitaban salir a cubierta.


 


 


 


Eugene entendió su mensaje y se giró con una mueca.


 


 


 


“Necesitó ocultar mi identidad. Necesitó cambiarme. Sino podrían burlarse por el resto de mi vida”. Esta vez no se le ocurrieron esos pensamientos porque todo carecía de importancia. Lo que Eugene necesitaba hacer ahora es evaluar rápidamente la situación y prepararse para el combate.


 


 


 


¡Bang!


 


 


 


La puerta se abrió con una fuerza increíble y muchas miradas se encontraron con las de Eugene, llenas de sorpresa y confusión. Todos se preguntaron por qué salió un hombre desde las habitaciones donde solo se alojaban las mujeres del Clan Lionheart. Nadie había visto a un hombre así a bordo del barco en los 15 días transcurridos desde el comienzo del viaje.


 


 


 


“¿Eugene?” No muy lejos de allí, Ciel, que había estado practicando en el campo de entrenamiento, lo miraba con incredulidad.


 


 


 


“¿Por qué saldría cuando se había mostrado tan reacio a hacerlo?”


 


 


 


Ciel hizo una pausa, tratando de encontrar la mejor manera de manejar la situación. Dezra tuvo el mismo pensamiento.


 


 


 


Por el honor de Eugene y el Clan Lionheart, era primordial que nadie descubriera que se había disfrazado de doncella. “¿Es necesario un gran escándalo para enterrar uno vergonzoso? ¿Debería bailar con orgullo ante todos para distraerlos de la verdad?” Dezra no pudo evitar reflexionar sobre este dilema en lo más profundo de su corazón.


 


 


 


Carmen no tuvo la oportunidad de quedar desconcertada.


 


 


 


Un ruido repentino la hizo girar rápidamente hacia Eugene. Los pensamientos corrieron por su mente y se preparó para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, los sentidos e instintos afinados de Carmen se pusieron en acción. Su corazón dio un vuelco y su rostro generalmente pálido perdió color, dejándola de un color blanco espantoso.


 


 


 


“¿Qué es esto?”, pensó Carmen horrorizada.


 


 


 


Ella había sentido hostilidad muchas veces y se había enfrentado al peligro e incluso a la locura. Pero ninguna de esas emociones infundió un miedo real en Carmen Lionheart. Esta vez, sin embargo, fue diferente. Ella no podía identificar la fuente de su miedo ni comprender sus orígenes.


 


 


 


Esta incertidumbre solo aumentó su terror. Lo desconocido tiene una manera de afectar al espíritu. Su respiración se aceleró y sus puños empezaron a temblar incontrolablemente. En ese momento, la mala suerte de Carmen es que es insuperablemente más fuerte que cualquier otra persona normal en el barco. Aquellos incapaces de sentir lo que estaba por venir solo se darían cuenta de la profundidad de su terror cuando finalmente se enfrentaran a él. Pero Carmen había llegado a un nivel en el que podía sentirlo sin verlo.


 


 


 


“No”, Carmen se reprendió a sí misma.


 


 


 


No podía permitirse el lujo de temblar ahora. Carmen se obligó a no caer en pánico. Tratando de controlar la situación, desvió la mirada y vio a Eugene saltando hacia el mástil.


 


 


 


—¡Por los dioses! — exclamó el vigía en lo alto del mástil, aunque su exclamación fue ignorada. Incluso desde este punto de vista elevado, la vista estaba oscurecida.


 


 


 


Eugene continuó ascendiendo y se elevó hacia el cielo, alcanzando una altura similar a la que había alcanzado cuando se separó de su cuerpo.


 


 


 


Solo entonces la vista se volvió clara. Una niebla oscura se acercaba desde lejos. El color del mar cambió al verse teñido por el tono de la niebla y, a través de las ondulantes olas, se extendía un tono rojo sangre.


 


 


 


El mar que había cambiado de color comenzó a hervir. Las criaturas del mar comenzaron a flotar hacia arriba. Peces de todo tipo encontraron su fin y llenaron la superficie del mar.


 


 


 


Tiburones gigantes, ballenas aún más grandes y gigantescos monstruos marinos, murieron sin posibilidad de escapar. Sus muertes bloquearon el camino de la flota, deteniendo el viaje.


 


 


 


El inquietante y siniestro fenómeno sembró el miedo entre todos los que estaban a bordo de los barcos. La magia que impulsaba a la flota se detuvo. Seguramente Sienna también lo habría sentido. Actuando según su intuición ella pensó que debía detener la flota. Rechinando los dientes por la frustración, ella se elevó hacia los cielos.


 


 


 


—¿Eugene? — Sienna vio a Eugene cuando ascendió al cielo. Pero cuando Sienna se acercó a él, sintió una sensación escalofriante e instintivamente miró hacia la niebla y vio el mar rojo sangre.


 


 


 


El olor salado del mar fue reemplazado por el hedor a sangre y podredumbre. Partículas oscuras parecidas a polvo, que aparecían de la nada, zumbaban en el aire como insectos. La niebla invasora se elevó hacia arriba, tapando el sol y oscureciendo el cielo.


 


 


 


El mar hirviente parecía lleno de sangre antigua. El mal olor nubló los sentidos de todos.


 


 


 


El polvo flotante pronto se transformó en insectos reales. El incesante zumbido de innumerables insectos confundió aún más las mentes de todos.


 


 


 


Un pensamiento singular surgió en las mentes de todos los miembros de la flota mientras contemplaban el mar ahora transformado: el Reino Demoníaco. 


 


 

Capítulo 362: El Reino Demoníaco (3)

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