Capitulo 44.1

Maldita reencarnación (Novela)

Capítulo 44.1: El Salón de Siena (1)


Mientras Eugenio se quedaba sin palabras, con la boca ligeramente abierta, la joven frente a él se quitó su gran sombrero e inclinó la cabeza profundamente.
—Encantada de conocerte… —le saludó la chica con vacilación.
—Oh… u-um —balbuceó Eugenio.
—Soy la familiar encargada de administrar la Sala de Siena —dijo la chica con una brillante sonrisa.
Su sonrisa liberó los recuerdos de Eugenio.
En su vida anterior, ya que todos se habían conocido después de convertirse en adultos jóvenes, Eugenio nunca había visto a Siena tal como era en su infancia. Sin embargo, podía ver la forma de la infancia de Siena en el familiar frente a él. Aunque su edad era mucho menor, con su pelo morado claro y una sonrisa indescriptiblemente traviesa, el familiar se parecía a Siena.
—¿Un familiar? —preguntó finalmente Eugenio.
—¡Sí! —chilló la chica en señal de confirmación.
—Eso es…. Um….
¿De verdad no eres Siena?
Eugenio reprimió desesperadamente su deseo de hacer tal pregunta. Pensando en la ilusión de Siena que había conocido en la plaza frente al banco, no había forma de que esta familiar frente a él fuera la propia Siena.
—¿Cómo debería llamarla? —Eugenio preguntó vacilante mientras examinaba al familiar.
La altura de la pequeña familiar llegaba a la cintura de Eugenio. Gracias a eso, tuvo que inclinar la cabeza ligeramente para mirarla.
—Lady Siena me nombró Mer —declaró la familiar.
—No puede ser. ¿De verdad te llamó Mer por Merdein? —preguntó Eugenio.
—¡Sí! Es un nombre tan glorioso, ¿no crees? —mientras Mer respondía con una sonrisa tímida, Eugenio solo pudo resoplar con incredulidad.
Merdein era el apellido de Siena. Habiendo hecho un familiar a su imagen y semejanza, acababa de arrancar la primera mitad de su apellido y lo había unido al familiar como nombre.
«¿En qué estaba pensando?», reflexionó Eugenio.
Vacilante, Eugenio preguntó:
—…Uh, solo estoy preguntando ya que no sé mucho acerca de tu tipo, pero ¿los familiares suelen ser… um… tan humanos como tú?
—Soy especial, por supuesto —respondió Mer, con la barbilla levantada con orgullo—. La que me creó fue la Sabia Siena, compañera del Gran Vermut. Los familiares que se encuentran en los otros pisos no son tan especiales como yo.
—¿Es serio?
—¡Sí! Todavía no has estado en los otros pisos, ¿verdad, sir Eugenio?
—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres realmente un familiar?
—¿Qué quieres decir?
¿Qué clase de tontería era esa? Mientras Eugenio miraba a Mer con ojos sospechosos, ella solo pudo poner una expresión de desconcierto en su rostro.
—Sir Eugenio Corazón de León, ¿no acaba de registrar su nombre con Akron en el primer piso? —le preguntó Mer.
—Lo hice …—recordó Eugenio.
—No soy solo yo. Todos los familiares de este lugar están conectados a los sistemas de Akron. Sabemos exactamente quién entra y sale de Akron en todo momento —explicó Mer espeluznantemente.
—¿Así que decías que eres un caso especial entre los familiares? —Eugenio cambió de tema.
—¡Sí! —Mer levantó la barbilla una vez más y puso una expresión jactanciosa mientras explicaba—: Puedes comprobarlo por ti mismo si vas a uno de los otros pisos; los familiares de allí no son tan buenos en la conversación como yo. Solo pueden ejecutar lo que se programó en ellos cuando fueron creados por primera vez y responder a órdenes externas.
—¿Y qué hay de ti?
—Fui creada con la personalidad de mi maestra, lady Siena, como base.
—¿No es un tabú de la magia crear un ser vivo? —preguntó Eugenio mientras recordaba las palabras que había escuchado en la Ceremonia del Linaje unos años atrás.
—¿Por qué no se puede crear nada vivo?
En aquel momento, Eward no había mostrado ningún interés en la Ceremonia del Linaje, pero sus ojos habían brillado con fuerza al contemplar la magia de Lovellian. Desgraciadamente, aunque había mostrado tanto interés por la magia, se había convertido en una basura al cabo de cuatro años.
—Pero yo no soy un ser vivo —dijo Mer en un tono que no tenía ni un rastro de incertidumbre —. Aunque parezca que estoy vivo, no tengo un alma. Mi cuerpo fue creado a través de la magia de lady Siena, y en cuanto a mi conciencia…
Mer se puso el sombrero y se volvió para mirar detrás de ella. Fue ahí que Eugenio también apartó su mirada para ver delante de él. Más allá, vio una gran esfera de luz flotando en la habitación, con varios anillos orbitales girando lentamente alrededor de la esfera de luz.
—Está ahí dentro —declaró con una brillante sonrisa.
Eugenio se quedó con la mirada perdida en la esfera. Era la primera vez que veía una obra de arte tridimensional. Incluso a primera vista, daba una impresión misteriosa, pero sus sentidos detectaron una disposición absurdamente enorme y elaborada de maná situada dentro de la escultura.
—¿Qué demonios es eso? —acabó preguntando Eugenio.
Mer sonrió.
—¡Esa es una gran pregunta!
Mer hinchó el pecho y echó los hombros hacia atrás, inclinando la cabeza hacia atrás en el proceso y haciendo que su gran sombrero, que era mucho más grande que su cabeza, también se inclinara hacia atrás. Por la forma en que su sombrero permanecía posado en su cabeza a pesar de que parecía que iba a caer en cualquier momento, parecía que estaba acostumbrada a hacer esos movimientos.
—Esa es la esencia destilada de toda la magia que lady Siena desarrolló a lo largo de su vida. ¡Eso es el Arte de la Brujería! —reveló con un grito de orgullo.
La mandíbula de Eugenio no pudo evitar caer una vez más. ¿Eso era el Arte de la Brujería? ¿El grimorio que se decía que Siena había terminado de escribir antes de desaparecer? ¿El que se decía que estaba dividido en tres volúmenes?
—¿En qué se parece eso a un libro? —protestó Eugenio.
Mer resopló.
—Es un prejuicio anticuado decir que un libro debe parecerse a un libro.
—Eso solo suena a tontería…
—Es natural que sir Eugenio no lo entienda. Después de todo, no hay manera de que sea capaz de entender la magia de lady Siena cuando ni siquiera los Maestros de la Torre pueden comprenderla, ¿verdad?
Las palabras de Mer rebosaban de orgullo, y su sonrisa traviesa estaba llena de confianza. Y al mismo tiempo, su actitud miraba sutilmente hacia abajo a quien la enfrentaba. Había dicho que se basaba en la personalidad de Siena… Y la verdad es que Mer era muy parecida a Siena en el sentido de que era molesta y carecía de todo encanto.
—Dijiste que tu creación estaba basada en… la personalidad de lady Siena, ¿verdad? —Eugenio sintió la necesidad de confirmarlo.
—¡Sí! —Respondió Mer con orgullo.
—Si ese es el caso… um… antes de que desapareciera, ¿el carácter de lady Siena era similar al tuyo?
Eugenio recordó la apariencia de Siena que había visto en su retrato. Tenía una sonrisa cálida y benévola que le había parecido impropia de ella. La Siena que Eugenio recordaba nunca había mostrado ese tipo de sonrisa.
—Por supuesto que es diferente —respondió Mer con una sonrisa—. Lady Siena era mucho más noble y rebosaba dignidad. No se reía mucho y solo se preocupaba por investigar y desarrollar la magia.
Tras una breve pausa, Eugenio preguntó:
—Si es así… ¿por qué tú eres así?
—¿Qué tiene de malo mi personalidad?
—Aunque está basada en la personalidad de lady Siena, pareces completamente diferente a la persona que describiste.
—Por supuesto que lo soy. Eso es porque lady Siena me creó basándose en su personalidad infantil.
Esa chica… Parecía que era aún más molesta cuando de niña.
Finalmente, Eugenio cambió de tema:
—¿Y qué quisiste decir con que tu conciencia está ahí dentro?
Mer dudó.
—Hmmm… esa es una pregunta complicada. ¿Cómo debo decirlo para que usted, sir Eugenio, que no ha tenido mucha educación, pueda entenderlo…?
—Solo dímelo de una manera que sea fácil de entender.
—Soy algo así como una inteligencia artificial que Siena creó para Brujería.
Ese era ciertamente un concepto fácil de entender.
—Mi conciencia se mantiene gracias a la magia del Arte de la Brujería, y el propósito de mi existencia es protegerla. He estado supervisando esta sala siguiendo las órdenes que lady Siena me dio hace doscientos años —explicó Mer.
Eugenio pasó junto a Mer sin decir nada. Pudo sentir que Mer comenzaba a seguirlo detrás de él a un trote rápido.
—¿Por qué lady Siena usó su personalidad de la infancia como base para ti? —preguntó Eugenio.
—Solo para recordar —dijo Mer.
—¿Recordar?
—Puede que a sir Eugenio le cueste entenderlo, pero a la mayoría de los adultos les cuesta recordar su infancia. Aunque sus recuerdos pueden permanecer claros, a menudo no pueden recordar qué tipo de personalidad pueden haber tenido solo reconstruyendo esos recuerdos.
—Supongo que sí.
—Así que, para recordar su infancia, lady Siena decidió restringir mi personalidad a una basada en sus recuerdos infantiles. Su magia era tan asombrosa que le resultó fácil invocar esos recuerdos lejanos.
Eugenio se detuvo frente al Arte de la Brujería. Habiendo llegado tan cerca de ella, su majestuosidad era realmente impresionante. La esfera brillante que estaba encerrada dentro de varios anillos era la esencia destilada de la comprensión de la magia de un Archimago que se había conservado durante cientos de años.
Eugenio de repente pensó en algo.
—Entonces… ¿Tienes todos los recuerdos de lady Siena?
—Claro que no —dijo Mer, estallando en carcajadas—. Aunque lady Siena haya utilizado su personalidad como base para la mía, no llegó a compartir todos sus recuerdos conmigo. Si lo hubiera hecho, era muy probable que hubiesen abusado de mi existencia.
—Supongo que sí.

Capitulo 44.1

Maldita reencarnación (Novela)