Capitulo 257

La vida después de la muerte (Novela)

Capítulo 257: Fruta Prohibida


El núcleo de color rojo púrpura vibraba con vida dentro de mí, deseando entrar en acción.

Podía sentir la sonrisa plasmada en mi rostro, impaciente por probar mis nuevos poderes... cualesquiera que fueran.

A pesar de la necesidad de soltarme, tenía algo que probar primero, quizás lo más importante.

Tomando una respiración profunda, medité; concentrándome en mi núcleo recién forjado y el éter del ambiente que nos rodeaba, hice mi respiración más lenta.

La fuerza de la costumbre me hizo suponer que la técnica de respiración que había utilizado para recolectar maná ambiental podría aplicarse para absorber éter; sin embargo, ese no fue el caso, concentrarme en mi núcleo de éter de una manera que casi parecía que lo estaba revolviendo provocó un cambio fuera de mi cuerpo.

Casi de inmediato, los efectos se hicieron evidentes.

—¿Qué tal? ¿Qué fue? —Regis preguntó con impaciencia.

Abrí los ojos, mirando al fuego fatuo con cuernos con una sonrisa. —Ahora puedo reunir éter del ambiente en mi cuerpo y núcleo.

La mandíbula inexistente de Regis cayó, sus ojos blancos se agrandaron. —¿En serio?

—Consumir el éter de estas quimeras directamente es definitivamente más rápido y más efectivo, pero al menos ahora ya no dependeré de encontrarme con bestias para alimentarme de éter. Después de todo, incluso si este lugar está lleno de monstruos, quién sabe si podría encontrar uno fuera de esta mazmorra. —expliqué.

Regis asintió. —Genial, ahora no tengo que preocuparme de que de repente desfallezcas porque no pudiste comer.

—Aww, ¿estás preocupado por tu maestro? —bromeé.

—Maestro y una mierda, mi vida está atada a tu trasero pastoso —se burló la bola negra de fuego.

Rodé los ojos. —Si supiera que mi arma resultaría así, me habría arriesgado a llegar al núcleo blanco por mí mismo.

—Yo también te amo, mi pequeño maravilloso niño principesco. ¡Ahora, sigue probando! Necesitamos saber exactamente cuáles son sus límites antes de pasar a la siguiente etapa.

Concentrándome en mi núcleo una vez más, liberé un poco de éter y lo enfoqué en mi mano. Sin embargo, tan pronto como el éter dejó mi núcleo, se extendió por todo mi cuerpo.

Frunciendo el ceño, lo intenté de nuevo, visualizando el éter fluyendo a través de mis... canales de maná.

—Mierda —murmuré, dándome cuenta del problema; por desesperación, lo intenté una vez más, solo para encontrarme con el mismo resultado. El breve estallido concentrado de éter que había expulsado de mi núcleo recién forjado, se distribuyó una vez más uniformemente por todo mi cuerpo. —¡Maldición!

—¿Qué pasa? ¿Hay algo malo?

—No puedo controlar la distribución del éter de mi núcleo. —dije, intentando una vez más sin éxito. Definitivamente podía sentir el éter fortaleciendo mi cuerpo, pero la cantidad que quedaba cuando llegó a la mano que realmente quería era solo una pequeña fracción.

Regis frunció el ceño confundido. —¿Eh? Pero, ¿qué hay de tu mana chan?–Ohh... Entiendo el problema.

Dejé escapar un suspiro. —Incluso cuando finalmente creo que las cosas funcionan como queremos, hay una montaña aún más grande que escalar.

Regis se encogió de hombros y voló hacia la salida sin llave. —No podemos hacer nada más que seguir adelante.

—Espera, volvamos al santuario.

—Tienes que estar bromeando, ¿No?

—Si no puedo controlar el éter dentro de mí, entonces necesito al menos fortalecer mi núcleo e incluso si la dificultad aumenta, al menos sabemos qué esperar en este piso. —expliqué.

—Ugh… —Regis gimió mientras se tambaleaba en su camino de regreso hacia mí. —Será mejor que haya algunas demonios sexys y audaces o algo similar en el siguiente piso. Mirar a estos monstruos sin piel está lastimando mi pequeño corazón negro.

Riendo entre dientes, abrimos la puerta de regreso al santuario. Hice algunos preparativos menores mientras estábamos aquí. Desgarrándome los pantalones de las rodillas para abajo, arreglé una faja para guardar de forma segura la piedra de Sylvie y la puse en mi hombro. Luego, hice un recipiente tosco con lo que quedaba de mi chaleco de cuero; después de asegurarnos de que no se filtrara el agua, volvimos al pasillo.

***

—¿Por qué no se despiertan? —Regis dijo cuando llegamos al centro una vez más.

El largo pasillo había sido devuelto a su estado prístino cuando salimos del santuario, pero no importaba cuántas veces caminara de un lado a otro en el pasillo, las estatuas no se movían.

Regis voló hasta la estatua del guerrero empuñando una espada. —¿Se arruinaron?

—¿Quizás? —me acerqué a uno de ellos y preparé mi puño.

Sin atreverme a usar más de una décima parte del éter en mi núcleo, golpeé la estatua que sostenía una escopeta, y haciendo que se agrietara a lo largo de su pierna.

“No está mal”, pensé. “Onza por onza, o cualquier unidad de medida utilizada”, el éter era mucho más potente y eficiente que el maná; aún así, no estaba satisfecho.

—Oye, Regis, entra en mi mano otra vez —ordené extendiendo mi mano derecha. —Quiero probar algo.

—Está bien, pero creo que realmente deberíamos ponerle un nombre a esto.

—¿Por qué?

—Bueno, es mejor que tener que gritar, '¡Regis, entra en mi mano!' —,afirmó Regis. —Puede tener un sentido un poco sexual para los demás, ¿no crees?

Infundiendo mi cuerpo con éter una vez más, abofeteé el fuego fatuo negro. Esta vez, en lugar de atravesarlo, mi mano golpeó su rostro tonto y lo envió al suelo.

—¡Ay! ¿Qué demonios? ¿Puedes pegarme ahora? —Regis se enfureció.

—Parece que sí, y vaya, eso se sintió bien —sonreí. —Ahora, entra.

Murmurando una serie de maldiciones, Regis voló hacia mi palma, cubriendo toda mi mano con una capa de tinte negro ahumado.

Inmediatamente, sentí que el éter que había liberado de antemano se dirigía hacia Regis. Después de que el resto del éter en mi cuerpo se reunió en mi puño derecho, golpeé una estatua diferente.

Sin embargo, no hubo expulsión de éter como antes cuando usé este mismo movimiento contra la quimera fusionada.

—No hay suficiente éter para lanzarlo como un ataque. —explicó Regis.

Apreté los dientes. —Bien, dime cuando es suficiente.

Liberé más éter de mi núcleo y fue atraído inmediatamente hacia mi puño derecho. Después de que se consumió aproximadamente la mitad del éter almacenado dentro de mi núcleo, el guante negro ahumado que rodeaba mi mano comenzó a brillar con el mismo color púrpura rojizo que mi núcleo.

—¡Ahora! —Regis exclamó, su voz se oía reprimida por la concentración de éter.

Empujé mi puño contra la estatua frente a mí, liberando un torrente negro y magenta de mi mano.

El mismo aire pareció distorsionarse cuando la fuerza de conmoción diezmó la gran estatua y la pared detrás de ella.

Regis se me cayó de la mano aturdido. —Probablemente pueda usar ese movimiento una vez más.

—También lo creo —respondí. —Eso usó un poco menos de la mitad del éter en mi núcleo.

—Bueno, definitivamente parece funcionar —señaló mi compañero, estudiando las consecuencias de nuestro ataque.

—Mhmm. —estuve de acuerdo. Sin la llegada de las quimeras, no tenía mucho sentido permanecer aquí mucho más tiempo, así que después de pasar la siguiente media hora reponiendo mi núcleo de éter, caminamos hacia la puerta que nos llevaría al siguiente piso.

—Vamos. —empujé la gran puerta de metal y entré.

Inmediatamente, me recibió una ráfaga de aire caliente y húmedo que se pegó a mi piel. Sin embargo, mi leve insatisfacción hacia el aire cálido y pegajoso fue superada por la escena que tenía delante.

—Santa madre de las madres… —murmuró Regis mientras examinaba nuestro entorno.

Habíamos entrado en lo que solo podría describirse como una jungla excepto por algunas diferencias notables. La primera diferencia estaba en el conjunto de árboles blancos que nos rodeaban con hojas que brillaban en varios tonos púrpura. La segunda fue que no solo había árboles creciendo desde el suelo, sino también en el techo de esta enorme caverna.

Mi atención fue atraída hacia la puerta, por la que habíamos venido, desapareciendo. Sorprendido, me apresuré a alcanzar el mango de metal, pero ya era demasiado tarde: mi mano se deslizó y me quedé sujetando al aire.

Dejé escapar un suspiro. —Bueno, no parece que podamos volver por donde vinimos. Vamos, está un poco demasiado abierto aquí para mi comodidad.

Los dos nos aventuramos más profundamente en la jungla de éter, notando más y más diferencias en este extraño entorno. Encontramos enredaderas gruesas y pálidas que conectaban los árboles del suelo con los árboles que crecían en el techo. En el aire había cientos de una especie de burbujas azules, algunos flotando hacia arriba, otros flotando hacia abajo.

Mis sentidos estaban en alerta máxima mientras continuamos caminando con cuidado a través de la densa variedad de árboles de otro mundo. De vez en cuando, veía sombras revoloteando de árbol en árbol a una velocidad que excedían a algunas bestias de maná de clase S en Dicathen.

Sin embargo, a pesar de lo tranquilas que estaban las cosas en este bosque, no pude evitar sentirme inquieto.

Regis, por otro lado, estaba disfrutando del paisaje mientras volaba sobre el dosel de árboles que bloqueaba gran parte de mi vista.

—No puedo ver mucho, excepto por esas criaturas como monos de dos colas que suben y bajan por las enredaderas. —señaló Regis antes de que se le iluminaran los ojos. —¡Vaya! ¿Y sabes qué son esas burbujas azules flotantes? creo que es agua, vi a algunos de esos monos colgando de las vides y bebiendo de ellas.

Asentí, mis ojos constantemente en busca de cualquier cosa potencialmente peligrosa.

—¿No puedes relajarte un poco? Todavía no hay demonios sexys audaces, pero en comparación con el último piso, este lugar prácticamente parece un paraíso. —insistió Regis.

—La única razón por la que puedes relajarte es porque eres incorpóreo. —repliqué, y seguí caminando con cuidado, con el éter corriendo dentro de mi cuerpo por si acaso.

A diferencia del sencillo pasillo por el que habíamos venido, esta jungla no parecía tener ningún tipo de monstruos depredadores de ningún tipo que tuviéramos que vencer para seguir adelante.

—¡Eso de allí! Era de un color diferente y un poco más pequeño, pero vi a algunos de esos monos comiéndoselo. —señaló Regis, apuntando una fruta en forma de pera que colgaba de una rama por encima de nosotros.

Le lancé a mi compañero una mirada escéptica.

—Oye, yo no soy el que tiene que comer. —se quejó Regis, ofendido por mi falta de confianza.

Mi reacción inicial fue evitar el riesgo. Después de todo, quién sabe cuán diferente era la anatomía de las criaturas en este piso en comparación conmigo. Sin embargo, cuanto más lo miraba, más mi estómago me recordaba que no había comido desde que me desperté en esta mazmorra abandonada por Dios. Lo que es más, esta fruta anaranjada estaba cubierta con un brillo púrpura que indicaba que contenía éter en su interior.

Con mi núcleo de éter recién forjado revitalizando este cuerpo, sabía que no necesitaba comer tanto como antes. Pero eventualmente, tendría que hacerlo, entonces, la tentación estando frente a mí logró vencerme.

Fácilmente salté a la primera rama y continué ascendiendo. Para mi sorpresa, las ramas ni siquiera se doblaron bajo mi peso, lo que facilitó mi alcance hacía la reluciente fruta anaranjada.

Justo cuando estaba a punto de alcanzar la fruta, algo me llamó la atención. Hubo una sutil distorsión en el área circundante que me hizo retirar mi mano de inmediato.

Y fue entonces cuando lo vi: una boca gigante bordeada con filas de dientes aserrados que se cerraban alrededor de la fruta... y donde habría estado mi mano si no la hubiera retirado. Sin embargo, lo extraño era que todavía podía ver la fruta dentro de la boca del monstruo.

Salté hacia atrás a una rama más lejana, preparándome para su próximo ataque. Sin embargo, el monstruo simplemente separó sus labios gigantes una vez más y todo menos la fruta gigante que usaba como señuelo se volvió transparente.

—Ups, lo siento. —Regis dejó escapar una risa incómoda.

—De ahora en adelante, serás quién se encargue de ser el catador o en todo caso, el conejillo de indias. —bromeé.

Mi molestia, sin embargo, se vio menguada por mi codicia por esa fruta. Después de estar cerca y sentir mi núcleo de éter temblar de emoción, supe que la fruta naranja no era solo un señuelo que usaba el monstruo.

—Espera, ¿por qué regresas? —Regis preguntó, viéndome saltar hacia la rama de la que colgaba la fruta.

Lentamente alcancé la fruta una vez más. —Voy a tratar de obtener esa fruta.

Justo cuando la boca del monstruo se cerró, aparté mi mano lo suficiente para evitarlo.

Se cerró más rápido esta vez, noté.

Con su boca ahora cerrada, golpeé su cuerpo transparente, con la esperanza de al menos dejarlo inconsciente. Sin embargo, en lugar de golpearlo, mi mano se deslizó a través; perdiendo el equilibrio, me caí. Me las arreglé para agarrar una rama debajo del monstruo de la fruta, para cuando me encontraba sujetado, el monstruo había abierto la boca una vez más.

—Genial. —comentó Regis. —Estás poniendo la misma cara que cuando intentaste pegarme por primera vez.

Mis ojos se abrieron al darse cuenta. —Tienes razón.

Volviendo a subir hasta donde estaba la bestia, lo intenté una vez más. Los dientes aserrados dejaron varios cortes en mi brazo porque no había sido capaz de retroceder lo suficientemente rápido, pero esta vez cuando golpeé a la bestia transparente, liberé más éter de mi núcleo, suficiente para que un brillo rojo púrpura envolviera mi cuerpo.

Sentí que le di ligeramente, fue como si mi mano estuviera pasando a través de una capa de algún líquido viscoso, pero debajo de eso estaba su cuerpo real.

El cuerpo transparente de la bestia se estremeció como agua ondulante. De repente soltó un grito estridente que me hizo perder el equilibrio por un segundo.

Por suerte logré agarrarme al árbol, pero Regis había quedado inconsciente.

Lo golpeé una vez más, y su cuerpo bastante blando quedó fláccido.

Abriendo su boca, metí la mano y saqué la fruta que estaba suspendida en el aire.

—Qué criatura tan extraña. —reflexioné mirando una vez más a la bestia que se asemejaba a una planta atrapamoscas.

Volví a aterrizar y revisé a Regis, que se estaba despertando.

—¿Qué pasó?—preguntó la esfera negra con una voz temblorosa.

Sostuve la pera naranja del tamaño de una mano hacia Regis con una sonrisa. —Lo conseguí.

Regis estudió la fruta. —Me pregunto si es comestible.

—Solo hay una manera de averiguarlo. —Olí la fruta antes de mordisquear apenas el borde exterior por si acaso era venenosa. Este cuerpo era mucho más resistente, por lo que incluso me atreví a hacer algo como esto, pero incluso entonces fui cauteloso.

Mientras masticaba, un sabor agrio llenó mi boca; no estaba mal, solo sabía como una cáscara de limón un poco más sabrosa; sin embargo, tan pronto como tragué, sentí el cambio en mi cuerpo.

Me doblé de dolor mientras mis entrañas se retorcían.

Incapaz de evitar que mi cuerpo temblara, me acurruqué en el suelo mientras mi núcleo de éter absorbía lentamente la fruta.

—¡Arthur!—Regis gritó, su voz distante y amortiguada, pero mi atención estaba enfocada detrás de él más allá de la línea de árboles.

Los ruidos sordos profundos y rápidos de lo que solo podían ser pasos se hicieron más fuertes a medida que los árboles de éter, cuyas ramas se mantuvieron firmes bajo mi peso, se balanceaban ferozmente en un camino que conducía directamente hacia nosotros.

Capitulo 257

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