Capitulo 258

La vida después de la muerte (Novela)

Capítulo 258: Ley de la Selva

—Algo viene. —gruñí apenas siendo capaz de volver a ponerme de pie.

Regis se dio la vuelta y literalmente pude ver su cuerpo negro ahumado pálido. —Oh, mierda.

Mi corazón latía con fuerza cuando las rápidas pisadas de las bestias se hicieron más fuertes; cojeé tan rápido como mi cuerpo me lo permitía bajo la tensión actual de la fruta que acababa de consumir. No había forma de que pudiera luchar contra la horda que se abalanzaba hacia nosotros en el estado actual en el que me encontraba.

Gracias al cielo, logramos encontrar un hueco en el suelo junto a un gran árbol cercano; las raíces expuestas se retorcieron juntas, entrando y saliendo del suelo para proporcionarnos un refugio apretado para escondernos.

Mi corazón latía con fuerza mientras escuchaba lo que sonaba como una estampida haciendo una búsqueda en cada centímetro cuadrado del área de la que habíamos escapado por poco.

Mi mente daba vueltas tratando de pensar en la razón por la que de repente habíamos atraído la atención de todos ellos.

“¿Fue porque me comí la fruta? No, no fue eso. Ese monstruo transparente atrapa moscas... dejó escapar un horrible grito justo antes de morir.”

Y fue entonces cuando todo hizo clic.

Los monos de dos colas, el monstruo atrapador y todo lo demás en este piso casi no hacían ruido. Todos los organismos aquí se habían adaptado para hacer el menor ruido posible... probablemente para sobrevivir contra lo que fueran esas bestias.

—Es sensible al sonido. —articulé señalándome la oreja. Regis asintió y los dos esperamos a que esta bestia siguiera su camino.

A estas alturas, el mismo suelo temblaba bajo las constantes pisadas de la horda de bestias. Así de cerca estaban. Pude escuchar un fuerte chirrido mientras las bestias continuaban buscando la fuente del grito que las había atraído.

Con lo cerca que estaba la horda de bestias, podía sentir la presión que emitían y basta con decir que estaba en un nivel completamente diferente al de las quimeras que Regis y yo habíamos enfrentado.

Controlando mi respiración, me quedé congelado mientras el sonido chirriante de engranajes oxidados chocando entre sí se acercaba. Incluso Regis permaneció dentro de mí, temeroso de ser visto a pesar de su condición incorpórea.

De repente, los pelos se me erizaron al sentir que venía algo que no me gustaría. El chirrido rápido se hizo aún más fuerte hasta que, momentos después, pude verlo.

No era una horda de bestias. Era solo una bestia muy larga y grande.

Las quimeras habían sido bastante horribles de ver, pero esta criatura era algo sacado directamente de la pesadilla de un demonio.

Con el aspecto general de un milpiés, excepto por el tamaño de un tren bala, la criatura se retorció junto a mí usando sus innumerables pies delgados que abarcaban el doble de mi estatura. Pude distinguir las pinzas dentadas en su cabeza cuando pasó, pero la mayoría de los detalles más minuciosos se perdieron de mi percepción, ya que me concentré en el hecho de que este milpiés era casi transparente.

Teñido en un tono púrpura suave que se mezclaba con las hojas brillantes, el milpiés gigante parecía más gelatinoso que sólido... como si le faltara su caparazón duro o algo así. Sin embargo, al ver que ni siquiera las ramas afiladas de los árboles etéreos hacían un rasguño en el exterior de la criatura, supe que no sería fácil de matar.

El milpiés siguió arrastrándose a nuestro alrededor, en busca de su presa. A pesar de su tremendo tamaño y longitud, se movía con tanta destreza y flexibilidad que incluso mientras se movía a un área diferente, no había rastro de que hubiera pasado una bestia gigante.

Aún así, podía escuchar al milpiés gigante cerca; sus pasos continuaron sacudiendo el suelo, evitando que intentara salir de mi estrecho refugio.

El tiempo se arrastró mientras esperábamos ansiosamente que el milpiés se fuera cuando de repente pude escuchar un cambio en sus acciones. Los pasos rápidos de la bestia comenzaron a disminuir hasta que todo lo que pude escuchar fue un golpe rítmico.

—¿Qué está pasando ahora? —preguntó Regis.

—No estoy seguro. —respondí mientras me hallaba muy tentado a echar un vistazo.

No me llevó mucho tiempo darme cuenta de que no habría estado vivo si me hubiera movido; no mucho después de que el milpiés comenzara a pisotear rítmicamente el suelo con sus innumerables patas, pude escuchar gritos de dolor.

Solo podía suponer que la bestia había usado algún tipo de ecolocalización para encontrar algo cercano que se hubiera movido.

Con el pisoteo rítmico detenido, me armé de valor, al menos lo suficiente para descubrir qué estaba pasando a pesar de la sensación de ardor proveniente de mi núcleo que continuaba absorbiendo el éter de la fruta.

—Está comiendo. —susurró Regis, mirando por encima de mi hombro.

El milpiés se había enroscado alrededor de un árbol enorme, que aparentemente era el hogar de una familia de monos de dos colas.

Lo que fue un festín para el milpiés fue un trágico baño de sangre para los monos. Pude ver un mono más grande empapado en su propia sangre mientras lo tragaban, a la vez un mono más pequeño golpeaba desesperadamente la cabeza del milpiés.

Sin inmutarme por una vista a la que me había acostumbrado demasiado, estudié al milpiés. La bestia gigante tenía depresiones circulares que pulsaban por toda la espalda, pero aparte de las pinzas en forma de daga y sus patas afiladas, no pude ver ninguna otra forma de arma que pudiera usarse para el ataque.

—Por favor, dime que no estás pensando en luchar contra esa cosa. —susurró Regis a una pulgada de mi oído.

—No, si no tengo que hacerlo.

A pesar de que había más de una docena de monos, todos llenos de éter, no tenían ninguna posibilidad contra el milpiés. No pasó mucho tiempo para que más de la mitad de ellos fueran consumidos mientras que la otra mitad se rindió y escapó para salvar sus vidas.

Cuando el milpiés finalmente se desenroscó del árbol gigante y comenzó a deslizarse, no pude evitar notar los monos dentro del cuerpo de la bestia.

Durante la batalla, los monos habían agarrado piedras del suelo para usarlas como armas y estas también se habían consumido junto a los monos.

Mientras los cuerpos de las bestias de dos colas se marchitaban, como si su éter fuera succionado de sus cuerpos, un ligero brillo comenzó a envolver la roca que el milpiés había consumido junto con ella.

Después de viajar unas horas en la dirección opuesta a donde había ido el milpiés al terminar su comida, finalmente pude pasar un tiempo absorbiendo el resto de la fruta.

Si bien el primer mordisco había sido una experiencia agonizante que podría haber hecho que el milpiés me matara, los mordiscos posteriores hicieron que pareciera que todo valió la pena.

Empecé con pequeños mordiscos, con miedo de encontrarme con otra ola de dolor; más, en su lugar, me encontré con una abrumadora sensación de calor extendiéndose por todo mi cuerpo y fusionándose en mi núcleo. Sin más miedo, di mordiscos más grandes mientras mi núcleo devoraba con avidez la esencia etérica de la fruta.

Lo que fue aún más fascinante fue que después de comer la fruta, el éter en mi cuerpo había perdido parte de su tinte rojizo, y eso fue antes de que mi cuerpo absorbiera por completo toda la esencia etérica.

No sabía exactamente qué significaba el cambio de color, pero sabía que me había vuelto más fuerte.

El tiempo no pasó ni rápido ni lento en este piso; mas con poca necesidad de dormir con tanta frecuencia y sin sol que brillara, mi reloj interno se había vuelto casi inútil.

Mientras seguíamos buscando la salida, mi mente seguía recordando nuestro encuentro con el milpiés transparente; más específicamente, cómo el interior de la bestia había absorbido por completo el éter de los monos que había devorado, pero cómo parecía formarse una capa de éter alrededor de las piedras.

—¡–thur! —espetó Regis, su voz a solo unos centímetros de mi oído.

—¿Qué? —siseé sorprendido.

—Estaba diciendo… —resaltó Regis con sus grandes ojos blancos entrecerrándose. —¡Que tenemos que pensar en un nombre para nuestro ataque combinado!

Levanté una ceja. —¿Nuestro... ataque combinado?

—¡Sí! Ya sabes, cuando entro en tu mano y hago que tu puño se vuelva negro-morado. Te digo, en el fragor de una batalla, vas a necesitar algo más conciso que decir.

Mi reacción inicial fue descartar su idea tonta, pero había algo de mérito en lo que sugería mi compañero negro flotante.

—Bien —suspiré, cediendo. —¿Qué tenías en mente?

Los ojos de Regis se abrieron con sorpresa. —¿En serio? Pensé que ibas a ser un cascarrabias al respecto.

Lanzándole una mirada, envolví mi cuerpo en éter mientras levantaba una mano para golpearlo.

—¡Bien, bien! —Regis se estremeció.

—¡¿Qué tal puño explosivo etérico?! —sugirió alejándose fuera del alcance de mi brazo.

—No —dije rotundamente mientras mis ojos seguían buscando señales de una salida.

—¿Destructor del vacío etérico?

—No.

—Impacto sombrío mort—

—No —lo interrumpí. —¿De dónde se te ocurren esos nombres ridículos?

—Vienen a mi mente tus primeros recuerdos como Gray jugando esos juegos de arcade. —respondió Regis con simplicidad. —¡Oh! ¿Qué tal—?

—No.

—Bien, bien, bien. Seré serio ¿Qué tal algo sencillo como Estilo puño o… Forma de puño?

Lo pensé por un minuto antes de sugerir algo. —¿Qué tal forma de guantelete?

—¡Sí! —Regis exclamó temblando de emoción. —¡De eso estoy hablando!

—¡Hablas muy alto! —regañé a la vez que mi cabeza giraba hacia atrás.

—Relájate, vi como ese gusano gigantesco regresaba a su agujero cerca del centro de este piso y estamos muy lejos.

—¿Viste su guarida? —pregunté sorprendido.

—Sí, mientras estabas absorbiendo la fruta; no fue tan difícil de encontrar con la cantidad de esencia etérica que emitía ese lugar. —explicó Regis antes de que sus ojos se entrecerraran con sospecha. —¿Por qué? No estás pensando en tratar de luchar contra esa cosa, ¿verdad?

—Vamos a buscar la salida. —respondí. Mientras tanto, los engranajes de mi cerebro seguían girando.

Las siguientes horas pasaron sin incidentes mientras peinábamos el bosque de éter. Unas cuantas veces más, nos encontramos con una bestia atrapamoscas con su fruta tentándome cada vez que pasábamos por su lado.

Afortunadamente, ninguna de las frutas parecía tan atrayente como la primera que había consumido.

Descansábamos de forma intermitente, principalmente para que pudiera sentarme y concentrarme en cultivar mi núcleo de éter; estaba destrozando mi cerebro tratando de pensar en cómo formar nuevos canales en todo mi cuerpo para poder controlar más libremente el éter dentro de mí.

Después de horas de deliberación y pruebas sin ningún resultado, saqué la piedra translúcida que sostenía a Sylvie. Se había convertido en un hábito para mí mirarlo sin pensar cada vez que las cosas se ponían difíciles o me sentía abrumado.

Desde hace unos días, hice que Regis entrara de vez en cuando para ver si había algún desarrollo dentro de la piedra, si Sylvie estaba mejorando, pero nada había cambiado.

Pero esta vez era diferente, no sabía si fue porque mi núcleo se había vuelto más fuerte después de consumir la fruta, pero mientras continuaba aferrándome a la piedra, pude sentir algo tirando de mis manos que estaban envueltas alrededor de la superficie lisa de la piedra.

“¿Aceptarás el éter esta vez, Sylv?”, pensé mientras empujaba el éter de mi núcleo.

Sólo tomó unos minutos hasta que todo mi núcleo de éter se había drenado, dejándome débil y temblando.

—¡O-Oye! ¿Qué pasó? —Regis, que había estado inspeccionando el perímetro, voló a mi lado.

Levanté la mano. —Estoy bien.

—Estoy más que bien. —Una sonrisa se formó en mi rostro mientras miraba la piedra translúcida que parecía un poco más brillante que antes. —Gracias a Sylv, creo que encontré una manera de controlar el éter dentro de mí.

—¡Genial! Por cierto, también tengo buenas noticias. —dijo Regis con una sonrisa. —¡Creo que encontré la salida de este piso!

Guardé la pequeña piedra en mi chaleco. —No, no podemos irnos todavía.

—¿Qué? ¿Por qué? —Regis entró en pánico. —¿Acaso estás herido?

—Nada de eso.

Mis pensamientos volvieron al milpiés y la forma en que creaba una capa de éter alrededor de todo lo que no podía digerir. Según Regis, también hubo una gran afluencia de éter procedente de su guarida.

Si mis pensamientos eran correctos, incluso con el riesgo de perder mi vida...

No, de hecho, ya había decidido que necesitaba arriesgar mi vida para superar todos los desafíos que enfrentara cuando saliera de aquí.

Me volví hacia Regis y hablé con voz firme. —Vamos a matar a ese milpiés.

Capitulo 258

La vida después de la muerte (Novela)