Capitulo 266

La vida después de la muerte (Novela)

Capítulo 266: En guardia


Inspeccionando el campo de batalla, miré para ver qué haría el resto de los Alacryanos.

Mi mirada se posó en un hombre de cabello negro con una fina armadura de cuero con grebas y brazales que parecían estar hechos de un metal de color cobre mientras se arrodillaba junto al cadáver del guerrero que había dejado morir.
NT: las grebas son un pieza de armadura que cubría desde la rodilla hasta la base del pie.

Esperaba algún tipo de entierro simulado o al menos una manta cubriendo su cuerpo, pero en cambio, el guerrero de cabello negro comenzó a hurgar en sus cosas, saqueando cada pieza restante del equipo que no había sido devorado o destrozado por esos monstruos demoníacos.

A pesar de que fui yo quien lo dejó morir, me repugnaba el comportamiento de su gente.

Sacudiendo la cabeza, me alejé, queriendo algo de distancia entre los Alacryanos y yo.

No había colinas, rocas ni ningún tipo de formaciones naturales en estas extensas llanuras, así que solo encontré un lugar lo suficientemente lejos para vigilar a los Alacryanos; me senté en el suelo duro e irregular, jugueteando ansiosamente con una hierba seca que se aferraba tenazmente al suelo.

Mis ojos vagaron por los seis campamentos separados que ya se habían establecido desde mi corta caminata.

Se habían montado tiendas de campaña plegables y ya se habían encendido hogueras. Las carnes crudas que habían sido almacenadas en recipientes gruesos extraídos de cualquier almacenamiento dimensional que tuvieran estaban siendo asadas sobre sus fuegos individuales, llenando el aire con el olor dulce y ahumado de la carne mezclada con especias fuertes.

Desde que bajé aquí pude sobrevivir absorbiendo éter, centrado únicamente en sobrevivir y volverme más fuerte, pero fue en este momento que recordé las maravillas de la comida.

—Nunca pensé que vería un picnic aquí... espera, ¿estás babeando? —Regis se burló.

—¡¿Qué dic–?! ¡Claro que no!— exclamé limpiando mi barbilla mientras ignoraba la carcajada de Regis.

Fue solo cuando algunos de los Alacryanos me miraron que me di cuenta de que acababa de hablar en voz alta.

Aclarándome la garganta, cerré los ojos y comencé a circular éter por todo mi cuerpo. No necesitaba comer y apenas necesitaba dormir, así que bien podría aprovechar para hacer algo de entrenamiento. Sin la ayuda de materiales etéricos como cristales o cadáveres de monstruos hechos de éter, no podía utilizar la etapa de tres pasos para entrenar los conductos de éter que había ideado, así que opté por una canalización sutil de éter a través de partes específicas de mi cuerpo para tallar lentamente más conductos de éter.

—Viene alguien —advirtió Regis; con su cuerpo actualmente dentro de mí, era capaz de ver el mundo exterior a través de mi cuerpo como si este fuera 'un recipiente de vidrio ligeramente teñido', así es como él lo expresó. Si bien al principio fue un poco inquietante pensar de esa manera, hacía mucho tiempo que me había acostumbrado y fue un poco reconfortante saber que tenía otro par de ojos capaces de vigilar, aunque la mayoría de las veces, como ahora, no los necesitaba.

Me giré en dirección al sonido de los pasos obvios que evidentemente se acercaban.

A solo unos metros de distancia había una chica con cabello por encima de los hombros color castaño claro; su cuerpo delgado y pequeño estaba cubierto por una túnica negra de mago la cual estaba desatada a propósito, mostrando ropa que revelaba lo suficiente como para atraer a más de una mirada de admiración a recorrer su cuerpo.

Aparte de su atuendo provocativo, en cada una de sus manos había un plato de carne a la parrilla y verduras aún humeantes.

—Vengo en son de paz. —dijo levantando sus platos.

—Como que ya me agrada, Arthur —comentó Regis con un suspiro.

Conteniendo el impulso de poner los ojos en blanco, permanecí en silencio, manteniendo la guardia alta.

—Sé que existen todas esas historias de horror de traiciones en la zona de convergencia, pero solo quería expresar mi gratitud. —continuó, lanzándome una tímida sonrisa. —Si no fuera por ti matando a tantos caralianos, no estoy segura de si mi equipo y yo hubiéramos sobrevivido.

Fruncí el ceño, vinculando mentalmente el término caralianos con esos demonios con cabeza de niño. —Agradezco el gesto pero no es necesario.

—Insisto en que lo aceptes. —la chica se agachó para poner los platos en el suelo, antes de colocarse el flequillo caído detrás de la oreja mientras me miraba a los ojos. —Y por cierto, mi nombre es Daria Lendhert. Si estás buscando un equipo, tenemos un simulet adicional y supongo que sabes, pero los luchadores de vanguardia fuertes siempre son bienvenidos... especialmente los que son guapos.

“Vaya, hombre… el Uto en mi interior está teniendo algunos pensamientos muy indecentes.” murmuró Regis.

“¿Sabes lo que es un simulet?”, pregunté.

“El Uto en mi interior está demasiado ocupado pensando en otras cosas como para preocuparse por lo que es un simulet.”

“Deja de pensar en tonterías”, le espeté.

Regis dejó escapar un suspiro, culpándome por desviar su atención de Daria. “Creo que es un artefacto de algún tipo usado por los lessers; eso es todo lo que puedo reunir del banco de conocimientos de Uto. No creo que le importaran particularmente las cosas pequeñas como esta.”

Que frustrante; no era como si pudiera preguntar sin despertar sospechas, y no estaba lo suficientemente cerca de ninguno de estos Alacrianos para que estas dudas se despejaran naturalmente en una conversación.

Mis ojos se detuvieron en su figura mientras regresaba a su campamento, tratando de recordar qué tipo de hechizos había lanzado, qué tipo de habilidades tenía; su túnica cubría cualquier marca, escudo o emblema que probablemente tuviera grabado en su columna.

“Si solo pudiera ver el maná.”

El aroma que emanaba de la comida recién asada debió llegar a mis fosas nasales porque me encontré mirando los dos platos de comida, uno lleno de cortes de carne asada y el otro cubierto con vegetales y papas.

Mi boca salivada ganó la lucha contra mi dignidad mientras caminaba hacia donde Daria había dejado los platos en el suelo.

“Al diablo todo, no es como si pudiera envenenarme o algo así”, pensé mientras apuñalaba el tenedor que tan amablemente Daria había dejado en un pedazo de carne ennegrecida que todavía goteaba jugo antes de ponerlo a mi boca.

Cada bocado contenía explosiones de sabor que estallaron en mi boca y se deslizaron por mi garganta; me tomó cada gramo de autocontrol evitar agarrar el resto de la carne con la mano y devorarla.

Tomé otro bocado junto con algunas verduras, dejando que la mezcla de sabores y texturas se mezclara y armonizara antes de tragarlo de mala gana.

Mi mente debe haber entrado en trance poco después porque cuando volví en mí, casi toda la carne y la mitad de las verduras había desaparecido.

—Creo que nunca te había visto tan feliz —comentó Regis. —Debo decir que da un poco de miedo...

Avergonzado, dejé escapar una tos antes de comer lentamente el resto.

La siguiente persona en acercarse a mí fue el guerrero que había saqueado al portador del escudo muerto; me lanzó una sonrisa sombría mientras caminaba hacia mí.

A pesar de la mirada cautelosa que le di mientras se acercaba, se sentó a unos metros de distancia y preguntó: —¿Cuántos compañeros de equipo perdiste?

—Ninguno. —respondí secamente. —Vine solo.

La mandíbula del hombre se relajó visiblemente. —¿Eres un escalador en solitario?

Permanecí en silencio.

—Por cierto, mi nombre es Trider—dijo el hombre inclinándose hacia mí y extendiendo una mano. —Y supongo que ahora también soy un escalador en solitario, ya que mi compañero de equipo murió.

No respondí su gesto y Trider finalmente retiró su mano con una risa incómoda. —Supongo que ascender en solitario te vuelve un poco cauteloso, pero está bien. De todos modos, vine aquí para preguntar si te gustaría un compañero para el resto de este ascenso. No estoy seguro de hasta dónde estás tratando de llegar, pero planeo salir en la próxima encrucijada, así que si quieres–

—Me niego. —interrumpí.

—¿Qué? Oh, ¿te preocupa dividir las recompensas? Si ese es el caso, creo que sería justo separar y mantener individualmente las recompensas de las bestias que matamos solos y dividir en cincuenta-cincuenta las bestias que matemos juntos.

—No, gracias. —respondí sin perder el ritmo.

—Ese es un trato justo y honorable. —dijo Trider con un dejo de frustración en su voz.

Molesta por su insistencia, respondí en un tono frío. —Qué derecho tiene a usar la palabra 'honorable' un hombre que saquea el equipo del cadáver de su propio compañero.

Trider retrocedió, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y la confusión. —Estás bromeando, ¿no? Lo que Warren hubiera querido es llevar su valioso equipo de vuelta a casa para sus descendientes ascendentes.

De repente, sentí que había sido yo quien había cometido el error. Traté de recuperarme de mis últimas palabras cambiando un poco la conversación. —Eso no es lo que quise decir; simplemente no me pareció bien dejar su cuerpo a la intemperie para que se descompusiera o fuera comido por esos caralianos.

—Oh, debes ser de Sehz-Clar. —Trider se rió entre dientes. —Sin ofender, pero nociones como esa son la razón por la cual las personas de tus dominios son llamados los puritanos del sur; en cualquier otro lugar, dejar a los soldados en el lugar de su muerte es un honor, especialmente dentro de las tumbas de reliquias.

—Mi maestro es tan racista —bromeó Regis, fingiendo disgusto.

Sin embargo, su broma fue un dedo en la llaga de una herida; quería replicar que no lo sabía, pero eso sólo parecía demostrar que el racismo realmente fue alimentado por la ignorancia tanto como por la ira o la indignación.

—Me mudé a Vechor debido a eso también. —mentí, tratando de asegurarme de que mi historia fuera correcta con lo que le dije al espadachín. —Pero supongo que mis enseñanzas de Sehz-Clar aún persisten.

Trider siguió divagando. —¿En serio? ¿Cómo fuiste capaz–? No importa, supongo que un ascendido en solitario consumado no tendría problemas para ser aceptado en Vechor. Soy de Etril, así que estaremos en lados opuestos del continente una vez que salgamos.

—Parece que sí. —estuve de acuerdo, aunque no tenía idea de dónde terminaría una vez que dejara este vertedero llamado tumbas de reliquias. Después de una breve pausa, hablé vacilante. —Si puedo hacerte algunas preguntas también... ¿quiénes son esos tres ascendentes de allí?

Trider miró hacia donde yo estaba señalando. —Quería preguntarte lo mismo después de haberte visto hablar con el espadachín de vanguardia. No estoy seguro de quiénes son, pero si miras las recompensas que tienen, es obvio que no son ascendientes normales; especialmente esa espada roja que empuña la chica. Warren y yo nos habíamos unido a esta zona de convergencia hace solo dos días, pero supuestamente, esos tres han estado aquí por más de una semana, por lo que no es de extrañar que estén en tan mal estado.

“Hombre, este tipo habla mucho.” se quejó Regis.

“Sin embargo, funciona a nuestro favor”, le respondí.

—Bueno, te dejaré volver a tu entrenamiento. La oferta sigue en pie, a menos que ya hayas aceptado la oferta de la prodigio de los Lendhert —dijo con un dejo de decepción. —No te culparía si lo hicieras, ella es una conjuradora talentosa y para el colmo también es bonita.

Después de que Trider regresó a su pequeño campamento, continué mi entrenamiento hasta que pasaron unas pocas horas. Los campamentos comenzaron a empacar sus pertenencias, cada uno de ellos preparándose para partir como si hubiera un acuerdo establecido de antemano. Por lo que pude ver, no había ningún líder en este grupo de trece excluyéndome a mí.

Me levanté también, secándome el sudor de las cejas con una camisa extra que llevaba en mi bolso junto a la piedra de Sylvie. Taegen, Caera y el espadachín se fueron primero, y el grupo de Daria, el único otro grupo de tres, los siguió poco después. Daria me dirigió una mirada de complicidad, esperando que la siguiera, pero cuando no lo hice, frunció el ceño y apartó la cabeza.

La única otra persona que viajó sola fue Trider. Le di un asentimiento de reconocimiento antes de ir detrás del resto que viajaba en parejas detrás de los dos grupos de tres que dirigían esta excursión.

Nuestro ritmo era el de una carrera veloz constante mientras tratábamos de cubrir la mayor cantidad de terreno sin usar demasiado maná, o en mi caso, éter, antes de que llegara la siguiente ola. Podría haber sido posible para mí mantener un ritmo sin parar hacia la salida de esta zona, pero para todos los demás, las pocas horas de descanso fueron cruciales si tuviéramos que luchar contra otra ola.

Mientras corríamos en formación lineal hacia donde había estado la fuente de energía, pude sentir cómo aumentaba la tensión en el grupo.

Cuando el cielo se volvió rojo, las tensiones de los alacryanos finiquitaron en explosiones de maná, cada uno de ellos se preparó de inmediato para la batalla.

Decidí mantenerme solo, sin unirme ni a Trider ni a Daria, pero Trider se mantuvo a mi lado cuando el cielo cambió, tal vez para protegerme o tal vez para demostrarme su valía.

El sol rojo, supuestamente la fuente de energía de esta zona, estaba muy por encima de nosotros, pero esta vez estaba más cerca, no a más de uno o dos días de viaje.

La fuerza fluyó a través de mis extremidades mientras el éter circulaba dentro de mí; mis ojos escanearon mi entorno, esperando ver una horda de monstruos viniendo desde la distancia; pero ese no fue el caso.

Los caralianos se levantaron del suelo como los muertos vivientes se levantan de sus tumbas, saliendo de la densa tierra agrietada de nuestro alrededor con sus garras rojas. Inmediatamente, varios ascendentes empezaron a lanzar sus hechizos como medio de prevención ante el inminente ataque, pero no pude evitar mirar con atención las garras que brotaban del suelo.

Mas unos momentos después no fui solo yo, todos los ascendentes se congelaron cuando el primer caraliano logró salir a la superficie por completo. Este, junto con el resto de sus hermanos, tenía el doble del tamaño de la ola anterior de caralianos, de unos diez pies de altura, y tenía un par de brazos extra; y a juzgar por las expresiones de todos, era obvio que esto no era algo normal.

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