Capitulo 270 - a

La vida después de la muerte (Novela)

Capítulo 270: Descenso

A pesar de la conmoción inicial que había impactado en todos los que quedaban en el trineo cuando el colosal monstruo se cernía sobre nosotros, los ascendentes no tardaron mucho en volver a la realidad; sin embargo, gracias a la segunda advertencia de Regis, fui el único capaz de reaccionar a tiempo para esquivar por completo la punta ancha de la cola de la bestia; todos los demás habían estado demasiado concentrados en su grotesco rostro.

El tiempo pareció ralentizarse mientras observaba cómo se desarrollaba la cadena de eventos después de apenas saltar fuera del camino; la fuerte y resistente cola de la bestia se desplomó y aplastó el trineo como si fuera una ramita. De alguna manera, Taegen apenas reaccionó a tiempo para empujar a Caera fuera del área de impacto, solo para luego ser aplastado junto a Trider debajo de la gran cola; el resto de nosotros, que no estábamos directamente en su rango, fuimos dispersados por la onda expansiva de fuerza generada.

“¡Salgamos de aquí!”, instó Regis.

Pero mis ojos se movieron entre Daria y Caera, ambas inconscientes, y ambas cayendo de la tierra levantada que sospeché era el cuerpo de esta titánica bestia.

“Regis, ve por Daria”, le transmití con un tono suplicante.

Una oleada de emociones se elevó en mi interior para luego desvanecerse cuando mi compañero dejó escapar un gruñido. A pesar de la situación, una sonrisa apareció en mi rostro cuando vi a Regis salir de mi cuerpo, su forma de lobo oscuro se precipitó hacia la inconsciente Daria.

Mientras tanto, liberé el limitador que me había impuesto a mí mismo, estallando una cubierta de éter mientras mis ojos observaban la situación en cuestión.

El compañero de equipo de Daria no estaba a la vista mientras un charco de sangre se extendía por debajo de la cola correosa. Arian, sin embargo, se las había arreglado para evitar ser arrojado por completo colgándose de su espada brillante la cual estaba incrustada en el costado del cuerpo del titán, tenía la cara ensangrentada y el brazo libre doblado en un ángulo imposible.

Acorté la distancia entre Caera que caía y yo, noté su rostro perdido en una cortina de cabello azul marino y apenas logré agarrar su tobillo mientras ahora colgaba del acantilado de tierra levantada, me encontraba más molesto conmigo mismo que con la situación.

¿Cuántas opciones más habría tenido si hubiera podido usar maná? Podría haber volado con seguridad fuera del peligro, mierda, podría haber evitado esto por completo.

Sin embargo, antes de que pudiera poner a Caera y a mí mismo fuera del acantilado, miré hacia arriba solo para notar los ojos violetas del titán mirándome; y girando dentro de su mandíbula desquiciada había una enorme esfera de maná plateada direccionada con precisión hacia nosotros.

Podía sentir mi corazón latir contra mi pecho mientras consideraba mis opciones; ¿Podría sacarnos de aquí y correr lo suficientemente rápido como para esquivar el ataque? ¿Cuál sería el rango de la explosión? ¿Sería capaz de esquivarlo si dejo caer a Caera? ¿O debería saltar por el cuerpo empinado de la bestia a tierra firme?

Maldiciendo por lo bajo, lancé a Caera por el borde del acantilado y salté justo cuando el titán lanzó su ataque de aliento.

Caera se despertó después de aterrizar en el suelo, completamente confundida sobre por qué de repente la había levantado y la había colgado sobre mi hombro.

—¿C-Cuál es el significado de–? —sus palabras fueron cortadas cuando una luz blanca brillante bañó el área circundante.

Miré hacia atrás para ver que la explosión de maná desintegraba todo a su paso mientras dejaba escapar un zumbido estridente.

—¿Puedes correr? —pregunté; cuando pasamos junto al trineo roto noté que mientras los restos de Trider se podían ver en el charco sangriento donde la cola de la bestia había golpeado, no podía ver ninguna señal de Taegen.

—No, mi tobillo izquierdo parece al menos haberse fracturado —afirmó con aparente serenidad.

El rayo destructivo de maná puro continuó persiguiéndonos mientras yo continuaba corriendo sobre la superficie rota que descansaba sobre el suelo elevado que podría ser su cuerpo. —Entonces piensa en qué puedes hacer, de lo contrario, lo mejor será que te deje.

Pude sentir a Caera subconscientemente apretando su agarre alrededor de mí al oír mis palabras, pero permaneció en silencio mientras nos acercábamos al otro extremo de la plataforma rocosa.

—Yo no– —la ascendente de ojos rojos soltó un grito asustado cuando aflojé mi agarre alrededor de ella, amenazando con dejarla.

Mientras la veía pelear en las oleadas anteriores, supe que estaba escondiendo algo; fuera del hecho de que tenía dos guardaespaldas muy competentes deseosos de sacrificarse por ella, salvarla no había sido por la bondad de mi corazón.

—¡Bien! —ella cedió, sus uñas llenas de maná se clavaron en mi piel mientras se aferraba a su vida. —Solo sigue corriendo.

—¡Ya no hay más a dónde correr! —repliqué con el borde del acantilado acercándose; sin embargo, Caera se quedó en silencio, luego sentí que se acumulaba un poder ominoso, que nunca había experimentado antes, dentro de ella.

Confiando en ella, me alejé del ataque destructivo que se acercaba a medida que el suelo menguante se volvía más inestable. Al llegar al borde más alejado del terreno elevado sobre esta monstruosidad, concentré todo mi éter en mis piernas y espalda e hice un salto con todas mis fuerzas.

Sin la magia del viento para redirigir la resistencia del aire, solo podía apretar los dientes y soportar la gruesa pared de viento que empujaba nuestros cuerpos mientras volábamos alto por el aire.

A medida que el poder amenazante comenzó a hacerse más fuerte alrededor de Caera, que todavía estaba colgada de mi hombro, miré hacia atrás al guardián que se había erigido desde el suelo justo debajo de nosotros.

Pensé que haber estado de pie sobre la bestia gigantesca y verla de cerca me habría preparado para la vista, pero estaba equivocado.

A pesar de todas las bestias de maná con las que me había encontrado y luchado a lo largo de los años en Dicathen, me tomó varios minutos poder comenzar a comprender a esta criatura como una sola entidad; mi cerebro simplemente no quería creer que podría haber algo así grande.

Una parte de la criatura era tan alta como la torre que sostenía la fuente de energía, pero esa misma parte parecía minúscula en comparación con la longitud y el grosor total de la bestia.

Desde tan lejos, el monstruo colosal me recordó a un enorme dragón al que le faltan las alas; tanto su larga cola como su cuello estaban unidos a un torso coriáceo que podía confundirse con una pequeña montaña de cerca, soportando su peso había seis patas, cada una tan gruesa como su cuello.

—¡Caera! —rugí cuando el rayo brillante que aún salía de la boca de la bestia colosal se encaminó hacia nosotros cuando comenzamos a descender.

Considerando la altura desde la que habíamos saltado y la velocidad de nuestro descenso, no tenía confianza en sobrevivir al impacto de la caída y mucho menos al ataque de aliento de la bestia que se acercaba constantemente.

Torciendo mi cuerpo en el aire, me giré para enfrentar al monstruo mientras comenzaba a concentrar todo mi éter en la palma de mi mano derecha; sabía que el rayo de éter puro que había aprendido en la zona de la plataforma brillante no sería suficiente para contrarrestar el ataque de la bestia, pero no tenía otra opción. Caera permaneció completamente inmóvil y en silencio mientras colgaba sobre mi hombro.

Justo cuando los dos estábamos a punto de ser arrastrados por la marea destructiva de maná y justo cuando estaba a punto de lanzar mi propio ataque, Caera se retorció en mi agarre; enganchó un brazo alrededor de mi cuello para mantenerse estable mientras sacaba su espada curva de un ítem dimensional.

Detuve mi ataque justo a tiempo para presenciar un aura negra llameante demasiado familiar envolviendo la hoja carmesí mientras ella blandía el arma.

Su hoja, que alguna vez fue roja, se extendió en una media luna negra llameante que impactó contra el brillante ataque destructivo, cortando y creando un camino lo suficientemente ancho para que nosotros pudiéramos caer antes de que la llama negra se extinguiera. A juzgar por cómo el aliento del monstruo continuó su camino, me di cuenta de que sería difícil para él cambiar su dirección hacia nosotros.

Caera se desplomó, su brazo izquierdo aún colgado alrededor de mi cuello cuando se dispuso a guardar su espada.

—No podré volver a hacer eso. —dijo, su voz apenas se escuchaba por encima de la ráfaga de viento.

Había tantos pensamientos y preguntas que se agolpaban en mi cabeza mientras trataba de entender esta situación, pero me obligué a dejar eso de lado por ahora y concentrarme en salir con vida.

“Regis, ¿dónde estás?”, pregunté.

“Atrapé a Daria y usé la cola del guardián para bajar al suelo, ¡pero no creo que pueda llegar a ti a tiempo!”

El plan de usar la forma de guantelete para mitigar parte del impacto de la caída no funcionaría.

No había otra opción más que usar el rayo etérico; si bien usarlo para contrarrestar el ataque de aliento del monstruo era un sin sentido, usar la fuerza de la explosión podría ser suficiente para atrofiar la velocidad de nuestra caída lo suficiente como para que el impacto no nos matara a ambos.

Por supuesto, usarlo también podría significar agotar todas mis reservas de éter y morir, ya que Regis no estuvo lo suficientemente cerca para llegar aquí a tiempo...

Dejando a un lado la duda que nublaba mi mente, me concentré en el arte del éter.

Parecía que Caera se dio cuenta de que estaba a punto de hacer algo ya que se aferró a mí aún más fuerte.

Mis reservas de éter habían aumentado un poco desde mis primeros dos intentos de rayo etérico, pero debido a las repercusiones que causó y al estar en una zona tan peligrosa, no tuve oportunidades de probar el ataque nuevamente.

Dejando escapar una respiración profunda que se llevó el viento, concentré la mayor parte de mi éter en fortalecer mis brazos, hombros, pecho y columna para que mi cuerpo pudiera soportar la carga.

Pude ver las marcas de color púrpura parecidas a runas que se extendían desde mis palmas y continuaban a través de mis dedos.

Apuntando ambas palmas hacia el suelo, separadas al ancho de los hombros, mientras nos desplomábamos más cerca del suelo, esperé hasta que estuve lo suficientemente cerca.

Finalmente, a solo quince metros sobre el suelo, desaté el rayo etérico.

Un rugido profundo resonó cuando el torrente de llamas violetas brotó de mis palmas y chocó contra el suelo, inmediatamente sentí que mis brazos, hombros y espalda protestaban pero me mantuve firme.

La plataforma que primero me permitió desbloquear esta habilidad de manera natural drenó el éter de mi cuerpo; ahora que ya no me afectaba ese efecto, el control que tenía sobre cuánto éter emitir era mucho mayor.

Mis dedos obligaron a la explosión de éter a permanecer enfocada hacia adelante en lugar de explotar; mas incluso con mi cuerpo fortalecido por éter, sabía que mis brazos ya habían comenzado a fracturarse y mis reservas de éter se estaban agotando a un ritmo aterrador.

Aún así, podía sentir que la velocidad disminuía, y solo cuando comencé a disminuir la suministración de éter y el ruido que causaba se hizo más silencioso, me di cuenta de que Caera estaba gritando mientras se aferraba a mí como un bebé koala.

—¡Prepárate para el impacto! —rugí mientras me giraba para mirar hacia el cielo, asegurándome de ser el primero en impactar contra el suelo una vez nos estrellemos, a la vez nos revestía con todo el éter que podía permitirme.

Cuando volví en mí, viendo las nubes, la suciedad y el polvo que seguían saliendo del cráter en el que habíamos impactado, supe que no había estado inconsciente tanto tiempo.

Mi cuerpo se sentía como si hubiera sido desgarrado, quemado de nuevo y luego desgarrado de nuevo, ninguna parte dolía más que la otra; necesité toda mi fortaleza mental para evitar volver a desmayarme, pero al menos a Caera le había ido mejor.

Todavía estaba inconsciente, pero había podido usar el resto de su maná para proteger su cuerpo de un daño fatal.

Podía sentir como las pocas reservas que quedaban en mi núcleo de éter ya estaban reparando mi cuerpo, pero no podía calmarme.

El suelo debajo de mí tembló y con cada golpe profundo que resonaba en la distancia podía sentir que este temblor se hacía más fuerte; tuve la sensación de que era el guardián acercándose a nosotros.

—¡Arthur! —una voz ronca gruñó desde el borde del cráter, era Regis con Daria cabalgando sobre su espalda.

—Regis —balbuceé antes de toser una bocanada de sangre.

Daria jadeó mientras desmontaba a Regis. —Por el misericordioso Vritra, ¿cómo es que todavía está vivo?

Los dos corrieron hacia mí y antes de que Regis y yo pudiéramos hacer algo, Daria había sacado un vial de vidrio de su anillo dimensional y lo sostuvo a la altura de mi boca.

—Bebe esto —dijo Daria mientras se inclinaba más cerca y levantaba mi cabeza. —Un alquimista de emblemas hizo esto. Utiliza el maná de tu cuerpo para curar tus heridas.

—No puedo… —a duras penas pude hablar. —No… sirve.

Sus delgadas cejas se fruncieron en confusión antes de que una mirada de comprensión la invadiera. —Oh, no puedes.

Aliviado de que ella entendiera, mis ojos se cerraron.

“Regis, necesito un poco de tu éter para poder—”

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una suave sensación presionando contra mis labios antes de que un líquido tibio entrara en mi boca; mis ojos se abrieron de golpe y vi la boca de Daria superpuesta en la mía, sus ojos cerrados y sus mejillas rojas.

Sin la fuerza para siquiera levantar mis brazos en este punto y mis intentos de torcer mi cara fueron inútiles mientras ella sostenía mi cabeza en su lugar, me vi obligado a tragar cualquier contenido que hubiera en ese vial.

Daria finalmente se alejó, perdiendo la compostura con su rostro carmesí. —N-no tuve otra opción ya que no tenías la fuerza para beber—.

Explosiones de dolor estallaron con cada tos que me obligué a dejar salir. —T-tú… el vial no…

—Como mi maestro está tratando de explicar con tanta elocuencia no puedo hacer la vista gorda; no es que no pudiera beber el elixir que tan generosamente le diste en la boca, sino que no funcionará con él —explicó Regis con una expresión molesta y divertida.

Daria permaneció aturdida cuando le di al lobo negro y púrpura la mirada más fría y penetrante que pude hacer en el momento. Una sonrisa sarcástica permaneció plasmada en sus fauces caninas mientras se zambullía en mi cuerpo.

Una fresca ráfaga de energía se extendió desde mi núcleo y pude sentir que mi cuerpo se recuperaba.

“Obtuviste un beso gratis además de mis servicios de recuperación, yo diría que me debes una”, Regis soltó una risita.

“Vete al diablo”, respondí bruscamente, pero se sentía bien que me volviera a molestar.

Con la ayuda de Regis, pude recuperarme lo suficiente como para volver a ponerme de pie justo cuando la tierra temblaba una vez más.

“No me mueras, princeso”, dijo Regis con voz débil.

“Descansa, amigo” dije, apenas logrando ponerme de pie; luego de echar un vistazo a Caera, cuyas heridas habían mejorado mucho después de que Daria le diera otro elixir, me agaché.

Desabroché la hebilla que sostenía la vaina de cuero y la daga en su cintura para luego ponérmela antes de subir por el borde del cráter. —Mantenla a salvo, tengo algunas preguntas que necesito hacerle.

—¿Adónde vas? —preguntó Daria. —No estás pensando en luchar contra esa cosa, ¿verdad?

—No —respondí. —Estoy pensando en matarlo.

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